En el año 2023 se reportaron 3768 casos de ciberdelincuencia en el país. Las ciudades más afectadas fueron La Paz, Cochabamba y Santa Cruz.
Fuente: Red Uno
La tecnología, un aliado en la vida moderna, se ha convertido en una herramienta de doble filo en Bolivia. En Santa Cruz, la delincuencia ha encontrado en el ciberespacio un terreno fértil para sus actividades ilícitas, dejando a su paso un rastro de víctimas vulnerables.
El cibercrimen, definido como cualquier actividad delictiva que se desarrolla en el entorno virtual, está en constante evolución. Los delincuentes aprovechan la tecnología para perpetrar estafas, acceder ilegalmente a sistemas y robar información personal y financiera.
«Las redes sociales y los dispositivos informáticos son utilizados como instrumentos para cometer delitos como estafa, tráfico de personas e incluso secuestros», advierte el abogado Cristian Sánchez.
En la Fuerza Especial de Lucha Contra el Crimen (Felcc) de Santa Cruz, la realidad es alarmante: cada día, diez personas acuden para denunciar ser víctimas de ciberdelincuentes. El año 2023 marcó un hito oscuro, con 3768 casos de ciberdelincuencia registrados por el observatorio de cibercrimen de Bolivia.
Las ciudades más afectadas, La Paz, Cochabamba y Santa Cruz, enfrentan un desafío creciente. Las mujeres, representando el 54,7% de las víctimas, y los jóvenes adultos, especialmente aquellos entre 16 y 35 años, son los blancos preferidos de los ciberdelincuentes.
«Es crucial que las personas sean cautelosas con las ofertas que parecen atractivas pero pueden esconder un engaño», destaca Sánchez. La responsabilidad, enfatiza, es compartida. La policía y la fiscalía deben investigar, pero también es responsabilidad de los ciudadanos no caer en la ingenuidad de creer que todo lo que se ofrece en internet es legítimo.
Sin embargo, el panorama se torna aún más sombrío para el futuro. El observatorio de cibercrimen en Bolivia advierte que, para el año 2024, enfrentaremos desafíos mayores. Los delincuentes están adoptando técnicas más avanzadas, impulsadas por la inteligencia artificial, lo que plantea un escenario aún más complejo en la lucha contra este flagelo.