Para muchas mujeres ser madre no es una decisión sencilla, ya que un hijo implica un cambio rotundo en la vida de la mujer gestante, así como en todo lo venidero para ella. En razón a ello, muchas mujeres prefieren tomar decisiones cobardes antes de asumir el reto de ser madres.
Dios escogió a la mujer para ser procreadora de vida, no escogió a los hombres y por algo debió ser. Ser madre no es fácil, es una tarea titánica que lleva al cuerpo de la mujer a grandes cambios, desde alteraciones en el humor hasta ensanchar la talla en sus vestidos. Pero no solo termina ahí, la maternidad o el reto de la misma arranca (quizás oficialmente) desde el momento del nacimiento, pues ahí el crío demandará atención las 24 horas. Como hombres, solo podemos alentar y acercar algunos objetos que la madre necesite, pues la lactancia es una demanda exclusiva del hijo hacia la madre; más allá de eso, los padres, somos unos simples adornos en la habitación. Ser madre no es fácil, pues aun habiendo concluido la lactancia llegará para el infante los primeros intentos de caminar y junto a ellos, llegarán las primeras caídas. En cada caída habrá susto y dolor, tanto para el hijo como para la madre, y de la misma forma habrá preocupación para ella en cada tos, estornudo o resfrío.
Cuando los años pasen y el infante se vuelva adolescente, mamá siempre estará pendiente de su felicidad. Por más que él sepa caminar y poner las manos al caer, una madre siempre estará preocupada en curar sus heridas y alentarlo a seguir adelante. Un hijo debe ser consciente que su madre desde que tomó la decisión de ser madre nunca más durmió igual, pues siempre estuvo y estará pendiente de aquel ser al que le dio la vida. Las palabras pueden faltar a la hora de describir la bondad de las madres, sin embargo, hay que reconocer que también pueden tener errores, pues no son perfectas. Nacieron siendo hijas y aprendieron a ser madres, solo ellas saben los temores y sacrificios que tuvieron que vivir para que hoy estemos aquí leyendo estas letras.
Con sus errores y aciertos, aun así, hoy aquí estamos y a ellas le debemos la vida. Gracias a su fuerza y decisión, solas o acompañadas, sacaron adelante a sus hijos. La decisión de ser madre, gestante o no gestante, puede ser difícil para muchas mujeres, pues saben lo sacrificado que es, por eso todo hijo siempre debe ser agradecido sin importar la edad ni el paso del tiempo. El amor, cuidado y atención que una madre tiene con su hijo traspasará fronteras, sin importar si las distancias abarcan países o van más allá del sol, una madre siempre estará presente. Por mi vida y por su vida, Dios la bendiga y la premie por su sacrificio. Feliz día mamá.
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Óscar Gómez Berthón