El miércoles en que las tanquetas volvieron a la plaza Murillo

El general Zúñiga y sus efectivos del Ejército tomaron el epicentro político del país y desafiaron al gobierno de Luis Arce.

POR MIGUEL GÓMEZ

No se había visto tanquetas militares en la plaza Murillo desde la crisis de 2019.

 



Fuente: La Razón

Casi cinco años pasaron. El ruido de las tanquetas volvió a la plaza Murillo el miércoles. Las botas de los militares marcaron el paso de la toma liderada por un comandante que se hacía llamar “general del pueblo y líder planetario”: Juan José Zúñiga Macías.

El 12 de noviembre de 2019, en la proclamación de Jeanine Áñez como presidenta transitoria en una polémica sesión que le valió dos años después el encarcelamiento, los carros blindados de las Fuerzas Armadas coparon el epicentro político del poder. Se quedaron un buen tiempo para garantizar que ese mandato camine.

El miércoles 26 de junio de 2024, aproximadamente a las 14.30, el color camuflado marcó la tendencia en el epicentro político del poder. Las tanquetas y los soldados del Ejército, de la Policía Militar (PM), irrumpieron y se atornillaron en las cuatro esquinas de la plaza y salió a flote un personaje: el general Zúñiga.

GÉNESIS

Pero el comandante que jugaba básquet con el presidente Luis Arce, que paradójicamente, en el aniversario del Ejército del año pasado, había lanzado una advertencia a cualquier aventurero con afanes “golpistas”, quiso anotar un cesto de tres puntos con su insubordinación, que fue bautizada por el Gobiermo como un “intento fallido de golpe de Estado”.

La irrupción de los militares puso al país en vilo.

Las pesquisas iniciales señalan que todo se planificó desde mayo, pero los equipos de Inteligencia oficiales ni olfatearon lo que supuestamente tramaban Zúñiga y un grupo de militares, efectivos del servicio pasivo y civiles. Sin embargo, el apellido del general corrió de boca en boca desde el lunes pasado, cuando se dejó llevar por la emoción verbal en el programa televisivo No Mentirás.

Un día antes, el expresidente y jefe nacional del Movimiento Al Socialismo (MAS), Evo Morales, le lanzó un dardo más desde que fue nombrado jefe del Ejército en 2022: lo acusó de tener un plan para atentar contra su integridad. Así, el uniformado potosino no se guardó nada contra el exmandatario e incluso le advirtió con detenerlo si candidatea en 2025, porque para él “está inhabilitado”.

ABRAZOS

Así, quebró uno de los preceptos que dirigen a quienes asumen la vida militar: no deliberar sobre asuntos políticos. La ola de críticas fue inmediata y se abrió una presión al Gobierno para su alejamiento. El martes, en medio de reuniones con alcaldes y gobernadores, Arce definió su destitución, y lo hizo convocar a la Casa Grande del Pueblo, donde llegó de civil, mimetizado entre la gente.

La notificación personal fue encomendada a los ministros de la Presidencia, María Nela Prada, y de Defensa, Edmundo Novillo. Según los relatos posteriores de estas autoridades, Zúñiga asumió su error, que se excedió en sus palabras. Y aceptó la determinación de sus superiores. Un encuentro que terminó en “abrazos fraternales” y la ratificación de lealtad.

Pero la moneda giró de cara desde la medianoche, porque antes ya se había filtrado a medios que el comandante había sido anoticiado con su salida del cargo. Fue así que Zúñiga fue contactado por Erbol, red a la que señaló que continuaba como máximo representante del Ejército. Más aún, el miércoles en la mañana cumplió su agenda como si nada hubiera pasado, con rostro alegre en fotos y videos que circulaban.

Desde las 09.00, Novillo comenzó a dudar de los “abrazos fraternales”. Personal de confianza le reveló que un grupo militar armado se movilizaba desde Challapata, en Oruro, en seis camionetas. Tomó su teléfono y llamó al general y le demandó explicaciones. “Voy a averiguar y le devuelvo la llamada”, fue la respuesta. La promesa nunca se cumplió.

Las siguientes noticias fueron más preocupantes. Tropas y camiones blindados, tanquetas se movilizaban desde unidades de Viacha, Achacachi. El Presidente fue alertado al mediodía, cuando se encontraba en un acto de la Confederación Sindical Única de Trabajadores Campesinos de Bolivia (CSUTCB), en El Alto. Y por ello apuró su retorno a La Paz.

El encuentro en que Arce se enteró del «movimiento irregular».

CELULARES

Mientras que el desacato para responder a las llamadas de los superiores se extendió. Ya no solo Zúñiga no atendía a su teléfono celular, sino que los otros dos comandantes de la Armada y la Fuerza Áerea, léase los generales Juan Arnez y Marcelo Zegarra, respectivamente. No importaba la fuente, no atendían a Novillo, ni al comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas, Víctor Vigabriel, ni al mismo Arce, su capitán general.

Estaba en puertas el tradicional gabinete de los miércoles en la Casa Grande, que en vez de estar destinado a la planificación se dedicó a definir cómo hacer frente a lo que acontecía en las calles cercanas. Es que a las 14.30, aproximadamente, Zúñiga había vuelto a la plaza Murillo, pero ya no lo hizo vestido de vivil como una jornada antes, sino con traje de campaña, de guerra, en una tanqueta en la cual pasaba la mayoría del tiempo hablando por celular.

GRADOS

Fueron tres horas tensas, de incertidumbre en el país. Bolivia se convirtió en tendencia en las redes sociales, con las etiqueta “Zúñiga”, “Golpe”, “Bolivia”. En medio, una tanqueta intentó tumbar la puerta del Palacio Quemado. Y el comandante anunció su intención de “tomar” la Casa Grande”, de formar un gabinete, de liberar a “presos políticos”; se insubordinó a Arce, quien le mostró su bastón de mando, a lo que el militar respondió señalándole los grados cosidos en sus hombros.

Parecía que era una encerrona sin salida para el Gobierno. Afuera, ciudadanos comenzaban a parapetarse en los alrededores de la plaza. En el país, en la región, en el mundo, se condenaba lo sucedido y se reivindicaba la democracia. La gente se volcaba a los surtidores de gasolina, supermercados y mercados, bancos y cajeros automáticos para aprovisionarse de gasolina, de alimentos y de sus ahorros. Hasta que la posesión de un nuevo Alto Mando Militar dejó en curva a Zúñiga, le quitó poder de mando. Así, a las 17.27, abandonó el lugar. A las 19.05, fue aprehendido en el Estado Mayor de Miraflores. Hoy está en la cárcel de El Abra en Cochabamba y comenzó una cacería de sus cómplices. La novela abierta por las tanquetas y militares en la plaza aún no termina.

Los efectivos del Ejército se atornillaron en las cuatro esquinas de la plaza.

Los 10 momentos clave del miércoles 26 de junio

  1. 09.00. La primera alerta. El ministro de Defensa, Edmundo Novillo, se entera del movimiento sospechoso de personal armado. Pide explicaciones a Juan José Zúñiga y desde entonces el general ya no responde, al igual que los otros comandantes de las dos fuerzas. Tanquetas se movilizan desde Viacha y Achacachi.
  2. 11.30. Arce se entera. El presidente Luis Arce es informado del “movimiento irregular” militar, cuando estaba en un acto de los campesinos en El Alto. Confirma que los tres comandantes castrenses no responden a sus teléfonos. El expresidente Evo Morales habla de un “acuartelamiento” en regimientos.
  3. 14.30. Toma de la plaza. La plaza Murillo es asaltada por militares, carros blindados y tanquetas, bajo el liderazgo del comandante Juan José Zúñiga. En las redes sociales, el presidente Luis Arce denuncia una “movilización irregular” de tropas. Lo mismo hace la canciller Celinda Sosa a la comunidad internacional.
  4. 15.50. Golpes al Palacio. Una tanqueta intenta tumbar la puerta del Palacio Quemado para que el general Juan José Zúñiga ingrese, esto luego de que el militar fue increpado por el ministro de Gobierno, Eduardo del Castillo, para que salga de su vehículo blindado. Se logra despejar la entrada al Palacio.
  5. 15.55. El dueloJuan José Zúñiga ingresa al Palacio Quemado, pero es abordado en la puerta por el presidente Luis Arce, quien le exige que repliegue a sus tropas. “Me va a hacer caso”, le pregunta el mandatario al uniformado, quien le responde con un “No”. Luego, el general deja de lado su intención.
  6. 16.05. Golpe mediático. El comandante del Ejército, Juan José Zúñiga, se dirige a los medios y anuncia que hay molestia en las Fuerzas Armadas, por la deslealtad imperante. Dice que cambiará a ministros y que “por el momento” respeta la investidura del presidente Luis Arce. Luego, indica que liberará a “presos políticos”.
  7. 16.00. Enfrentamientos. Los militares que rodean la plaza Murillo gasifican a los ciudadanos que llegan a las inmediaciones del lugar en rechazo a lo que acontece y reivindicando la democracia. De acuerdo con el Gobierno, hubo más de una decena de heridos, inclusive por balines, quienes requirieron de cirugías.
  8. 17.10. Cambio de mando. El presidente Luis Arce nombra un nuevo Alto Mando Militar en la Casa Grande del Pueblo, para el Ejército, la Armada y la Fuerza Naval. El recién posesionado comandante del Ejército, José Sánchez, ordena el repliegue de todas las tropas que se encuentran en la plaza Murillo.
  9. 17.27. La fuga. Tras haber sido reemplazado como comandante del Ejército, Juan José Zúñiga pierde poder de mando y abandona la plaza Murillo en su tanqueta, acompañado de los efectivos y los carros blindados que lo acompañaron. Se dirige a su oficina del Estado Mayor en la zona de Miraflores.
  10. 19.02. La aprehensión. La Policía, junto al viceministro de Régimen Interior y Policía, Jhonny Aguilera, aprehenden al general Juan José Zúñiga en puertas del Estado Mayor de la zona de Miraflores de La Paz. El uniformado implica al presidente Luis Arce, afirma que él le ordenó sacar las tanquetas ese día.
Fuente: La Razón