Escalada de conflictos

 

En las últimas dos semanas, hemos tenido un notable incremento de los conflictos. Y, como se sabe, cuando los conflictos no se procesan y canalizan por las vías formales: las protestas y las calles, adquieren notable protagonismo. La calle pasa a constituirse en el principal escenario donde se manifiesta el descontento y la bronca del ciudadano.



El descontento de varios sectores y grupos de la sociedad civil frente a la escalada de precios de varios productos de la canasta familiar, la falta de dólares, la escases de gasolina, las inmensas filas y la visceral disputa al interior del MAS; comienza a manifestarse en las calles, con marchas, bloqueos y protestas.

Los sectores populares comienzan a sentir la devaluación de la moneda. Ya no pueden comprar lo mismo con 100 Bs. La subida de precios afecta terriblemente a su ya esmirriada economía. Si consideramos que los precios de gran parte de los productos en el mercado nacional se reajustaron al tipo de cambio paralelo, o sea, a nueve Bolivianos; ya habríamos perdido, aproximadamente, el 25% de nuestra capacidad de compra. El tipo de cambio oficial, en crisis, es nominal.

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En ese escenario, la semana discurrió con movilizaciones de varios sectores. El transporte pesado internacional, el transporte urbano, comerciantes, gremialistas y jubilados rentistas, entre otros. Hubo también bloqueo de carreteras. La frecuencia de la escases de gasolina, deja entrever que algo muy grave está sucediendo en la economía.  Ahora, si es que no se estabiliza esa subida de precios y, además, no se evite la disparada del dólar en el mercado paralelo; inevitablemente tendremos una escalada de conflictos.

Estos últimos conflictos han modificado sustancialmente la agenda política. La visceral disputa al interior del MAS, ha quedado eclipsada y en segundo plano.

Brevemente, veamos ahora, el origen y las causas de estos graves problemas. En primer lugar, creo, uno de los factores, que origina este escenario de crisis, es la aguda escases de dólares. El Estado ya no cuenta con aquellos jugosos ingresos, en dólares del gas, que tenía en el pasado. Esto ha provocado que, en cerca de casi 10 años, se acaben las Reservas Internacionales Netas (RIN). En divisas, prácticamente, ya no queda nada, solo queda el oro.

El Estado, ahora, sin dólares, ya no tiene la capacidad de mantener, con ese nivel de gastos, la estabilidad que se mantuvo por cerca de 15 años. Los dólares del gas, están en el ocaso. Ante esta dramática escases, vean como el Estado se apropia los dólares de las remesas del exterior. Se queda con los dólares, entregando al destinatario Bolivianos, al tipo de cambio oficial. La tendencia es muy peligrosa. La aguda escases de dólares puede provocar, inexorablemente, un aumento considerable de la brecha entre el tipo de cambio oficial y el tipo de cambio paralelo. Sería un verdadero descalabro llegar como en Argentina, antes de Miley, a una diferencia de casi 400%.

¿Qué salidas y que opciones tiene la economía nacional, para aplacar este peligro?  El escenario, ciertamente, es muy pesimista. En el corto plazo, no hay con qué reemplazar los ingresos del gas. El Litio -si es que es bien manejado- reportará dólares para el Estado, en el mejor de los casos, a mediano plazo. El Programa de Sustitución de Importaciones -que tanto habla el gobierno- también podría reportar beneficios, recién en el mediano plazo. Es difícil, en el corto plazo, reponer en la economía nacional esos cerca de 2.000 millones de dólares que hemos dejado de percibir. Ojalá el gobierno, pero ya no con créditos externos, logre estabilizar el precio del dólar. Por increíble que parezca, ahí radica, ahora, la estabilidad de nuestra economía.

Por otro lado, para evitar esa peligrosa inflación, al margen de la estabilidad en el precio del dólar, de manera urgente, se debe equilibrar las cuentas fiscales. El déficit fiscal que supera los 5.500 millones de dólares, representa el 12% del Producto Interno Bruto. La cifra es astronómica. La estabilidad de la economía, en el corto y mediano plazo, requiere de ajustes importantes; de lo contrario, la escalada de precios podría tornarse incontrolable.

De ninguna manera, creo, se puede controlar el precio del dólar, persiguiendo a los librecambistas. También, la escalada de precios, con controles y acciones punitivas contra el agio y la especulación. Ahí no están las soluciones. Mas bien, se agravan los problemas.

El escenario es complejo, pues, una subida incontrolable de precios, tendrá como resultado una escalada de los conflictos que podrían derivar, incluso, en un acortamiento de mandato.

Alguien, sin embargo, perversamente, está batiendo palmas. Pues sería el principal beneficiado de esta deriva.

El autor es profesor de la carrera de Ciencia Política de la Universidad Mayor de San Simón