Kamala Harris y la alegría como mensaje

La elección de Tim Walz como compañero de fórmula fue el primer gran movimiento de campaña de la candidata del Partido Demócrata a la presidencia de Estados Unidos

La candidata presidencial demócrata, la vicepresidenta Kamala Harris, y su compañero de fórmula, el gobernador de Minnesota Tim Walz, llegan a un acto de campaña en Filadelfia, el 6 de agosto de 2024 (AP Foto/Matt Rourke)



La candidata presidencial demócrata, la vicepresidenta Kamala Harris, y su compañero de fórmula, el gobernador de Minnesota Tim Walz, llegan a un acto de campaña en Filadelfia, el 6 de agosto de 2024 (AP Foto/Matt Rourke)

 

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Fuente: infobae.com

La elección del gobernador de Minnesota Tim Walz como compañero de fórmula ha sido el primer gran movimiento de campaña de la candidata del Partido Demócrata a la presidencia de Estados Unidos Kamala Harris. Este movimiento revela elementos importantes no solo de su estrategia política sino también de la comunicacional, en especial sobre el contenido emocional de su mensaje político.

Las emociones juegan un rol muy importante en el comportamiento del electorado. El discurso político eficaz intenta persuadir a la ciudadanía enlazando lo racional con lo emocional. Se trata de que al decidir su voto el electorado concuerde con determinadas ideas y sienta ciertas emociones afines.

En el evento de presentación de la fórmula del Partido Demócrata en la ciudad de Filadelfia el pasado lunes por la tarde, Walz sintetizó lo que se perfila como un elemento emocional clave de la aún incipiente estrategia comunicacional al comenzar su discurso diciéndole a Harris: “Gracias por hacer volver la alegría”.

Este agradecimiento, aparentemente banal, contiene un poderoso mensaje: la idea de la alegría como antídoto posible frente a las emociones de índole negativa (como el rechazo, el enojo, el miedo, y la aprehensión frente a la diferencia) en las que se ha basado buena parte de la estrategia comunicacional del Partido Republicano.

El ex presidente Donald Trump se ha convertido en una suerte de emblema de la comunicación negativa durante la última década. Su gesto suele ser adusto, sus expresiones sobre los contrincantes a menudo son descalificadoras y acompañadas de apodos despectivos, y sus intervenciones en materia de políticas públicas tienden más a criticar que sus rivales han hecho algo dañino o malo que a articular lo distintivo o valioso de sus propuestas.

Donald Trump se ha convertido en una suerte de emblema de la comunicación negativa durante la última década (REUTERS/Umit Bektas)

Donald Trump se ha convertido en una suerte de emblema de la comunicación negativa durante la última década (REUTERS/Umit Bektas)

Esta estrategia le ha funcionado a Trump y a políticos en numerosos países porque las emociones negativas pueden tener un fuerte impacto a la hora de votar. El a veces llamado “voto bronca” o “voto castigo” es una expresión tal vez extrema de la eficacia de la campaña negativa (y de la centralidad de la dimensión emocional en la misma).

La negatividad en la política actual se potencia con el clima un tanto sombrío del tiempo presente, marcado por conflictos internacionales de difícil resolución, el aumento de la desigualdad en los ingresos, la crisis de la democracia representativa, los efectos nocivos cada vez más evidentes del cambio climático, y el aumento de la intolerancia y los discursos de odio, entre otros.

En este contexto en el que ha predominado la negatividad en el discurso político, la exitosa campaña presidencial de Barack Obama en 2008 fue una excepción histórica debido a la centralidad que tuvo la esperanza en la articulación de su estrategia comunicacional. Al enfatizar el rol de la alegría, la campaña de Kamala Harris retoma la línea discursiva de Obama.

Pero también se diferencia de la misma en un elemento clave: mientras la esperanza apunta a un tiempo futuro (esperanza de que la situación mejore), la alegría está centrada en el presente (alegría incluso hasta de haber encontrado una alternativa electoral viable). Esto es clave porque centrar entrar el discurso político en el presente contribuye a movilizar y energizar el electorado.

Kamala Harris (REUTERS/Rebecca Cook)

Kamala Harris (REUTERS/Rebecca Cook)

El notable tamaño de las multitudes en los primeros actos de campaña de la fórmula Harris-Walz, así como la algarabía de buena parte de los asistentes que se manifiestan en los videos que circulan en los medios y las redes, sugieren que tal vez la alegría como mensaje está dando buenos resultados.

La eficacia comunicacional de la alegría no debería sorprendernos. Más allá de sus preferencias ideológicas, buena parte del electorado está cansada de tanta negatividad. Esto, a su vez, crea un terreno fértil para mensajes marcados por un tenor emocional positivo.

Este es solo el comienzo de la campaña de Harris y Walz. La respuesta del electorado en los actos, encuestas y grupos focales (especialmente entre votantes indecisos) será fundamental para la permanencia de la alegría como mensaje en la estrategia comunicacional del Partido Demócrata.