“Durante muchos años, la culpa me carcomió por no haber denunciado a tiempo, pensando en las posibles otras víctimas que hubo después de mí. Pero, luego de saber cómo obró la Compañía de Jesús con (Alfonso) Pedrajas y otros curas pederastas, entendí que mi denuncia hubiese caído en saco roto. Mi sentimiento de culpa se transformó en ira”, así relata Marina Córdova, la víctima de abuso de parte del fraile franciscano, el polaco conocido como “padre Eusebio”.

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Transcurrieron 27 años desde aquel día en el que Marina y su compañera de curso fueron abusadas por Eusebio. El hecho ocurrió cuando la promoción del colegio San Ignacio de La Paz realizó un viaje para una obra social en el campamento Boopi, municipio de Alto Beni, en el norte paceño.

Obras Sociales de Caminos y de Acceso Rural (Oscar), así se denominaba el proyecto franciscano que apoyaba el desarrollo de varias comunidades del norte paceño entre 1972 y 2011. Entre agosto y septiembre de cada año, los alumnos del último curso de secundaria del colegio San Ignacio y de otros establecimientos educativos viajaban a esa región para apoyar la obra social.

En ese entonces, Marina, adolescente de 17 años de edad, conoció al fraile polaco. “Tenía el cabello largo hasta los hombros. Usaba sombrero de ala ancha de tela, polera y jean. Parecía hippie, su cabello era castaño claro. Ha debido tener entre 40 o 50, nos llevaba varios años a nosotros que éramos adolescentes”, relató a La Razón.

CAMPAMENTO

Recuerda que, durante la última semana del campamento, Konkolewski se acercó a la carpa de Marina, donde se encontraban seis adolescentes asignadas a la cocina, a la espera de su turno de trabajo.

“Dijo que quería mostrarnos su tigrecillo, que en realidad era un ocelote. Nos llevó hacia un huerto donde estaba el felino; lo agarró y lo puso en los brazos de una compañera. El ocelote empezó a gruñir y el fraile nos dijo que lloraba por hambre, que quería leche. Ahí me agarró los senos, a mí y a una compañera; delante de todas”, cuenta la víctima.

Al regresar el viaje, la víctima quiso denunciar el hecho. Sin embargo, su miedo a que no le crean y a sufrir bullyng hicieron que calle el delito por casi tres décadas, incluso, por recomendación de sus padres.

“Cuando volví del campamento, hablé con mis papás, les dije que quería denunciar. Pero no lo vieron conveniente, porque ya estaba por terminar el colegio y sufría bullying; decían que, si lo hacía, sería peor. Y tenían razón”, relató Córdova.

Luego de la develación del diario español El País sobre el caso del cura pederasta Alfonso Pedrajas (+), que admitió que abusó a al menos 85 niños, muchos de elllos en el colegio Juan XXIII de Cochabamba y en otras regiones, Marina, tras casi tres décadas de cargar la culpa, decidió hablar.

“Escribí en el Faceboook de la Compañía de Jesús mi caso. Luego, abogados del Servicio Plurinacional de Asistencia a la Víctima (Sepdavi) se comunicaron conmigo y presentamos la denuncia ante el Ministerio Público”, dijo la mujer.

Luego de conocer sobre la imputación presentada por la Fiscalía, Marina espera que se haga justicia. “Y ojalá también se haga justicia para tantísimas otras víctimas de sacerdotes que hasta ahora gozaron de impunidad y de la complicidad de la Iglesia”.

La Fiscalía espera entregar la citación al acusado para que se instale la audiencia de medidas cautelares. Adelantaron que pedirán medidas sustitutivas porque el hombre es de la tercera edad.