De 2019 a 2024 se quemaron más de 28,6 millones de hectáreas de tierras en Bolivia, principalmente en Santa Cruz y Beni, según los datos del Instituto Nacional de Reforma Agraria (INRA). Además, de acuerdo con los datos oficiales, están involucrados todos los actores con propiedades agrícolas, desde pequeños hasta grandes.
El director del INRA, Eulogio Nuñez, expuso en una entrevista con Bolivia TV datos actualizados de la superficie quemada durante los últimos años y por tipo de tenencia de la tierra.
Por ejemplo, en 2019 los incendios forestales provocaron la quema de 5,2 millones de hectáreas (5.215.587); en 2020, de otras 4,9 millones de hectáreas (4.914.527); en 2021, de 4,1 millones de hectáreas (4.162.416) y en 2022, de 4,4 millones de hectáreas (4.426.737).
El 2023 fue el año cuando se batió récord, porque la superficie quemada alcanzó a 6,2 millones de hectáreas (6.295.149). Y en lo que va del año, hasta el mes de agosto, la extensión de territorio quemado llegó a 3,8 millones de hectáreas (3.831.966).
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En 2019 en la propiedad mediana y empresarial se quemó el 36,9%; en 2020, el 38%; en 2021, el 38%; en 2022, el 45%; en 2023, el 40% y este año, el 46%, de acuerdo con los datos del INRA.
En la tierra fiscal en 2019 se quemó el 40%, más que en los predios empresariales; en 2020 el 35%, en 2021 el 39%; en 2022, el 26%; en 2023, el 28% y 2024, el 34%. En el resto de propiedades los porcentajes son inferiores, pero en todos los predios hubo incendios (Ver cuadro).
Superficie quemada por departamento
En 2019 en Santa Cruz se quemaron 3,4 millones de hectáreas (66%), en 2020 un total de 2,1 millones de hectáreas (44%); en 2021, otras 2,3 millones de hectáreas (56%) y 1,5 millones de hectáreas al año siguiente (36%). En 2023 la quema llegó a un millón de hectáreas (17%) y este año a 2,3 millones de hectáreas (59%), equivalente a todo lo que se incendió en 2021.
De las 5,2 millones de hectáreas que se incendiaron en 2019, el 28% estuvo en Beni; el 5%, en La Paz y el 1%, en Cochabamba.
De las 4,9 millones de hectáreas de 2020, el 50% de los incendios estuvo en Beni, incluso superando a Santa Cruz; el 3%, en La Paz; el 1%, en Cochabamba y el 1%, Chuquisaca. El 2021, de las 4,4 millones de hectáreas que ardieron, el 38% estuvo en Beni; el 5%, en La Paz y el 1%, en Cochabamba.
Mientras que de las 4,4 millones de hectáreas quemadas en 2022, el 54% se registró en Beni, por encima de Santa Cruz; La Paz, 5%; Cochabamba, 3%; Chuquisaca, 1%; Tarija, 1% y Pando, 1%. En 2023, de las 6,3 millones de hectáreas que fueron incendiadas, en Beni se reportó el 70%, superando de lejos a Santa Cruz, en La Paz llegó al 9% y en Cochabamba sumó el 2%.
Este año, de las 3,8 millones de hectáreas que se han quemado hasta agosto, Beni ocupa el segundo lugar con 38% y La Paz registra el 2%, según los datos del INRA.
Se debe cambiar prácticas
El director del INRA, Eulogio Núñez, sostuvo que las estadísticas desde 2019 muestran que los mayores porcentajes de quemas se dan en Santa Cruz y Beni, pero el fuego también ha llegado al norte de La Paz y a Cochabamba por el lado del Tipnis. Según la autoridad, esta información debe servir para la toma de decisiones de prevención.
“Por tipo de propiedad, cruzando la información histórica, siempre la mayor parte de las quemas están en la mediana y empresarial, luego están las tierras fiscales, luego las TCO, comunitarias y pequeñas”, precisó Núñez.
Si se observan las cicatrices que ha dejado el fuego, es decir las zonas que han perdido toda o una parte de la vegetación por la acción del fuego, se registran 3,8 millones de hectáreas. De este total, el 46% están en los predios empresariales o medianos; el 25%, en tierras fiscales y en tierras fiscales no disponibles; el 9% se encuentran en tierras fiscales disponibles y el 12%, en las TCO y TIOC. Finalmente, el 4% están en tierras comunitarias.
Además, Núñez detalló que de las 3,8 millones de hectáreas que se incendiaron, un 40% corresponden a bosques y un 60% a pastizales.
“Son los efectos del cambio climático, necesitamos un cambio en la forma de pensar, ver temas preventivos. Se debe incluir en la currícula educativa el cuidado del medioambiente y la Madre Tierra. También necesitamos cambiar está práctica tradicional de usar el fuego para producir”, precisó.
Según la autoridad, el fuego mal utilizado genera incendios con una gran pérdida en la producción y con efectos negativos en la biodiversidad. “Existen formas de hacer otro tipo de agricultura y ganadería”, remarcó el director del INRA.