Cultura asistencialista, en plena transición de ciudadanos demócratas a siervos populistas


 

El populismo crónico de los países latinoamericanos y la falta de seguridad jurídica y garantías efectivas para realizar y atraer inversiones frenan su crecimiento”. Pukymon.



En muchos países se aplica la receta populista y socialista, y pese a que la misma ha venido sistemáticamente generando tiranía, miseria y pobreza, los políticos de esta ideología ofrecen felicidad y una buena vida a sus súbditos. Y la gente les cree.

Con la Democracia liberal, se pretende que el pueblo libre y responsable se labre su bienestar en paz y con seguridad. Un pueblo educado e informado, el que mediante elecciones libres pueda elegir a los mejores ciudadanos para que administren el patrimonio de todos y les garanticen su vida, su propiedad y su libertad. La expectativa es que las elecciones libres, permitan que el pueblo ratifique a quienes hacen un trabajo efectivo como funcionario público y destituya inmediatamente a quien no cumple con sus obligaciones.

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El problema es que estos Servidores Públicos, una vez elegidos y no por mérito, se apoderan del aparato del Estado para su propio beneficio y crean un mecanismo, como las elecciones truchas para continuar manteniendo su poder omnímodo y seguir lucrando de manera indefinida, y esto lo hacen aprovechando que por lo general la población es indolente y tiene una propensión a vivir del asistencialismo.

El Gobierno populista subordina y amansa al pueblo y este dócilmente acepta que los Servidores Públicos empoderados, sean los dueños y señores de todo: Del Gobierno, de las leyes, de la justicia, de las tierras, de la economía y si algún ciudadano requieren algo que le pertenece, tiene que ir sumisamente y pedirles a estos presuntos servidores públicos, ahora dueños de todo, que los ayude y de paso agradecerles por permitirle vivir en su propio país, en su propia casa, de su propio trabajo y poder comer algo cada día.

Una parte de la población para lograr ese “vivir bien” que le ofrecen los populistas decide adherirse al socialismo, al populismo y les ofrecen que utilizando el Estado solucionara todos sus problemas. Ellos apoyan al Líder, al Jefazo, el mismo que ávido de poder y de riqueza les quita todo a los grupos productivos, a los propietarios, a los empresarios (Exprópiese ordenaba Chávez), establece una economía colectiva y distribuye algunos recursos a esa parte del pueblo que los apoya y que espera “vivir de la manga” y feliz.
Esto dura hasta que la plata se acaba y cuando los populistas fracasan, les echan la culpa a los otros, al Imperialismo, a los opositores, a Jeannine, etc. Es lo que se llama Justicia Social.

En el Gobierno el Jefe populista decide todo: el que producir y donde hacerlo. Se establece un Sistema centralista y autoritario que elimina la propiedad privada y el sistema de precios.
Los precios que, en una economía capitalista y de libre mercado, son el mecanismo de información que orienta a los productores privados, de cuando y donde producir y vender, lo que hace avanzar la economía de manera competitiva y mejorando la productividad gracias a la permanente innovación.

Los burócratas populistas como el Lucho Arce, jugando a inversionistas y constructores de industria, siempre fracasan y no aprenden de sus errores porque lo hacen con el dinero ajeno, el de los ciudadanos contribuyentes y sin enfrentar riesgos de quiebra. Sus negocios son las comisiones y sobreprecios por la compra de estas industrias.

Que hacer.

Los dirigentes populistas gozan de esta su dictadura y tienen convencidas a sus bases que son imprescindibles y necesarios. Estas bases satisfechas con sus pegas públicas y libertades para manejar su coca y contrabando, mientras les dure el negocio los apoyan y defienden.
El Régimen populista, para los Interculturales en Bolivia como para los Colectivos en Venezuela, significa además asegurar el control sobre economías ilícitas y territorios clave para estos delitos.

El Movimiento al Socialismo cosechó y vivió de los beneficios de las reformas económicas de libre mercado de los años 80 y 90. Y ahora cuando toda esta herencia se acabó, le toca al pueblo boliviano recoger los frutos amargos de dieciocho años de masismo: dictadura, crisis, miseria y decadencia.

Nuestra única opción es: Luego de quitarles el poder a los masistas, cambiar sus recetas y adoptar la Democracia Liberal y el Capitalismo, lo que implica responsabilidad, libertad, producción, exportación, ahorro e inversión.

Esto lo que sabemos todos, pero los ciudadanos que no nos beneficiamos del modelo populista y creemos en la democracia, no nos animamos a defender nuestro futuro, unirnos y  enfrentarlos.

Fuente: ovidioroca.wordpress.com


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