Democracia, indigenismo e interculturalidad en Bolivia

Juan Pablo Marca para Boletín Metáfora, Cepad Bolivia

Este texto tiene la finalidad de introducir en la comprensión de los conceptos de democracia, indigenismo e interculturalidad en Bolivia. Conceptos de vital importancia para comprender las configuraciones de las relaciones políticas de dominación y las relaciones de convivencia social en nuestro país. Y a partir de ello poder interpretar los desafíos que tiene Bolivia en el campo político, social y cultural.

En este contexto, el objetivo es dar una mirada general e introductoria a elementos centrales para comprender la democracia, indigenismo e interculturalidad entendida en un sentido amplio en el contexto boliviano. Para lo cual, a partir de una revisión bibliográfica general, se realizó una definición de los conceptos mencionados, para luego poder indagar y detallar como estos conceptos se aterrizan en la realidad empírica política, social y cultural.



Las democracias en Bolivia y la preeminencia de la democracia liberal representativa

Según Rene Zavaleta Mercado, la democracia es una forma de representación de intereses de los sectores y clases de la sociedad civil en el Estado. En este sentido será una instancia estatal que sirve para reproducir y ampliar un modo de producción que se ha implantado produciendo la separación entre momento productivo, vida política y poder político estatal (Tapia, 2002)[1]. En este caso los límites de la democracia radican en la medida que esta represente únicamente los intereses de la clase dominante.

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Para Norberto Bobbio hablar de democracia, en singular, nos remite necesariamente al plano de las ideas. Pensar en un único concepto homogéneo de democracia, automáticamente nos distancia forzosamente del mundo de la política real[2]. Esto nos lleva a tener que hablar de sistemas democráticos o de formas de gobierno democráticas, cuando pensamos en ello.

El concepto de democracia adquiere determinado significado en la medida en que ellos toman una posi­ción frente al campo del poder en el país que estemos. En este sentido, “la democracia se convierte en un dispositivo dinámico de deconstrucción y recons­trucción de estructuras discursivas y simbólicas. Así, en el debate político y simbólico, la noción de democracia se encuentra vacía de contenido y adquiere sentido en la medida en que se articula a algún principio articulador o hegemónico particular” (Laclau, Mouffe, 1980, en Zegada et al., 2011)[3].

[1] Ver: Tapia. L. (2002). La producción del conocimiento local. Historia y política en la obra de Rene Zavaleta Mercado. La Paz, Bolivia: Muela del Diablo Editores.

[2] Cordova V., L. (s/a). La democracia ideal en el pensamiento de Norberto Bobbio y las democracias reales en América Latina. En: https://archivos.juridicas.unam.mx/www/bjv/libros/5/2198/6.pdf

[3] Hinojosa, M; Marca, J.P; Souza, I.; y Tuero, R. (2016) Interculturalidad, vivir bien y democracia en los pueblos indígenas de tierras bajas. La Paz: FES. En: http://library.fes.de/pdf-files/bueros/bolivien/13078.pdf

Siguiendo a Torrez (2022)[1] las nociones y las disputas que adquirió la democracia en Bolivia en el lapso 1979-2020 tiene los siguientes momentos: 1) momento de la “autodeterminación de las masas” (1978-1982), 2) momento de la “estabilización” democrática (1982-1985), 3) momento de la gobernabilidad democrática neoliberal (1985-2000), 4) momento del ciclo de protestas y cuestionamiento a la democracia (neo)liberal (2000-2005), 5) momento de la “democracia intercultural” (2005-2015) y, finalmente, 6) momento de la democracia en la polarización (2016-2021).

En los últimos años, la democracia adquirió la centralidad en el debate académico y político, y se ha convertido en un objeto de disputa ideológica, según Zegada (2016)[2], es posible agrupar en dos ejes o principios hegemónicos articuladores las interpelaciones democráticas que circulan en el espacio de la discursividad boliviana: uno asociado al esquema liberal representativo y de derechos individuales que remite a la defensa del Estado de derecho, a la legalidad y a la estabilidad del sistema representativo; y otro que deviene más bien de su crisis, parte del reconocimiento e incorporación de formas alternativas o complementarias de ejercicio político ancladas en la sociedad y las organizaciones, y del reconocimiento de los derechos colectivos y la profundización de la participación social en el Estado.

Sin embargo, para definir la actual forma de democracia en Bolivia desde lo jurídico político, implica acudir a su definición en la actual Constitución Política del Estado, donde se indica que Bolivia adopta para su gobierno la forma democrática participativa, representativa y comunitaria, con equivalencia de condiciones entre hombres y mujeres (Artículo 11).

En este caso, los tres tipos de democracia en Bolivia se conocen como la democracia intercultural, o la democracia compuesta[3], que se sustenta en el ejercicio complementario y en igualdad de condiciones, de tres formas de democracia: directa y participativa, representativa y comunitaria, en el marco de lo dispuesto por la Constitución Política del Estado y las leyes en materia electoral (Artículo 6, Ley de Régimen Electoral N° 026).  Veamos su definición a continuación:

La democracia directa y participativa.  Según la Constitución este tipo de democracia se ejerce a través del referendo, la iniciativa legislativa ciudadana, la revocatoria de mandato, la asamblea, el cabildo y la consulta previa. Las asambleas y cabildos tendrán carácter deliberativo conforme a ley (Artículo 11, numeral 1). Sin embargo, la Ley de Régimen Electoral menciona que la democracia directa y participativa se ejerce mediante la participación ciudadana en la formulación y decisión de políticas públicas,  la iniciativa popular, el control social sobre la gestión pública y la deliberación democrática, según mecanismos de consulta popular (Artículo 8).

[1] Torrez, Y. F. (2022). “Recorridos por la disputa de la democracia en Bolivia (1979-2020)”. Bitácora Intercultural. Nueva Epoca, año 3, n° 3, pp. 3-38. Disponible en  https://www.undp.org/sites/g/files/zskgke326/files/2023-02/Revista%203%20BITACORA.pdf

[2] Zegada, M. T. (2016). “(Re) significaciones de la democracia. En Bolivia en el siglo XXI”. L’Âge d’or, 9, 2016. Disponible en https://journals.openedition.org/agedor/1151

[3] Ver: Exeni, J.L. (s/a). Entre el proceso constituyente y la refundación del Estado: Andamios de la demodiversidad en Bolivia. En: http://www.auschwitzinstitute.org/wp-content/uploads/2015/05/M27aandamios-de-la-demodiversidad-en-Bolivia.pdf

La democracia representativa.  Según la Constitución este tipo de democracia se ejerce por medio de la elección de representantes por voto universal, directo y secreto, conforme al Artículo 11, numeral 2. La Ley de Régimen Electoral menciona que la democracia representativa se ejerce mediante la elección de autoridades y representantes, en los diferentes niveles del Estado Plurinacional, según los principios del sufragio universal (Artículo 9). En este tipo de democracia tiene la centralidad la democracia intercultural en el país donde los partidos y agrupaciones políticas tienen el monopolio de la disputa por el poder en los diferentes niveles de gobierno para el poder ejecutivo y el legislativo.

La democracia comunitaria. Según la Constitución este tipo de democracia se ejerce por medio de la elección, designación o nominación de autoridades y representantes por normas y procedimientos propios de las naciones y pueblos indígena originario campesinos, entre otros, conforme a ley (Artículo 11, numeral 3). La democracia comunitaria se ejerce mediante el autogobierno, la deliberación, la representación cualitativa y el ejercicio de derechos colectivos, según normas y procedimientos propios de las naciones y pueblos indígena originario campesinos (Artículo 10).

Sin embargo en la práctica, a nivel nacional y departamental, se puede evidenciar que en la relación de los actores de la democracia representativa y los actores de la democracia comunitaria en el ámbito legislativo nacional y departamental, debido a la crisis orgánica que atraviesan la mayoría de las organización indígenas sobre todo en tierras bajas que se traduce en los paralelismos existentes al interior de las organizaciones indígenas y por la injerencia de los partidos políticos en los procesos de elección tanto de los representantes indígenas para la asamblea legislativa plurinacional y las asambleas departamentales, existe una absorción de los actores, prácticas y lógicas de la democracia comunitaria por los actores de la democracia representativa (partidos políticos)[1].

Es posible afirmar que esto pasa incluso en el caso de la elección de las autoridades de las autonomías indígenas en Bolivia, con la complicidad del Tribunal Supremo Electoral, donde existe la hegemonía de los mecanismos y lógicas de la democracia liberal representativa, lo que lleva evidenciar en estos espacios una democracia hibrida que recoge elementos de la democracia comunitaria y la democracia liberal. Aspecto que se evidenció en la elección de las autoridades del Gobierno Indígena Autónomo del TIM que sé realizo el 23, 24 y 25 de julio de 2023 en la comunidad de San José del Cabito en el departamento del Beni[2].

 

[1] Marca, J. P. (2023). Participación y representación política de los pueblos indígenas en el departamento de Santa Cruz en el periodo 2021-2022. Rev. aportes de la comunicación. 2023, n.34, pp.17-34. Disponible en: http://www.scielo.org.bo/pdf/racc/n34/n34_a03.pdf

[2] Marca, J. P. (18 de julio de 2023). Entre lo comunitario y lo liberal: el concepto hibrido de democracia comunitaria en el TIM. CEJIS. Observatorio de derechos de los pueblos indígenas, Bolivia. Disponible en https://odpib.org/articulos-de-opinion/entre-lo-comunitario-y-lo-liberal-el-concepto-hibrido-de-democracia-comunitaria-en-el-tim/

En síntesis, es posible afirmar a nivel general que la actual forma de democracia en el país, conocida como la democracia intercultural, no ha incorporado los intereses de todas las clases (o la mayoría) a los intereses de la clase dirigente en el poder y la clase dominante. Esta cuestión permite plantear el problema de la relación entre democracia y la sociedad abigarrada.

El indigenismo y sus variantes en el discurso político en Bolivia

El proceso de dominación colonial en América Latina y Bolivia dio origen a un orden social donde las diferenciaciones jerárquicas estaban condicionadas por la distinción entre colonizador (español) y colonizado (este último denominado como indio). Según Portugal y Makusaya (s/a), la división jerárquica colonial tenía un elemento ideológico importante: la racialización. Tal orden no fue vivido con resignación, sino que ocasionó movimientos de resistencia y de emancipación. Siendo que esas relaciones racializadas no fueran trastocadas en lo sustancial ni por la Independencia ni por “Revolución Nacional”, esos movimientos de resistencia y de emancipación se manifestaron a lo largo de la historia de Bolivia.

Desde que el indianismo emergió, dio lugar a la formación de organizaciones políticas y otro tipo de agrupaciones, e incluso penetró en el sindicalismo. Puede decirse que el Congreso Nacional de la Confederación Nacional de Trabajadores Campesinos de Bolivia (CNTCB), en 1971, fue el escenario en el que el indianismo –con el impulso de Raymundo Tambo–, en su etapa inicial, ejerció su influencia más clara en el movimiento sindical campesino.

Otra etapa similar se da a fines de la década de los noventa e inicios de la siguiente, cuando Felipe Quispe dirige la Confederación Sindical Única de Trabajadores Campesinos de Bolivia (CSUTCB).

En esa primera etapa, el golpe de Banzer pone fin al desarrollo del indianismo inicial en el ámbito sindical, pero lo impulsa en lo político. A finales de los años 60, la formación de la primera asociación de profesionales indígenas, Centro de Promoción y Coordinación Campesina (MINK’A), permitió que en sus instalaciones se vaya gestando lo que después serian el indianismo y el katarismo: el indianismo, expresado en el Movimiento Indio Túpac Katari (MITKA), y el katarismo, en el Movimiento Revolucionario Túpac Katari (MRTK)[1].

Para tener una conceptualización de las variantes del indigenismo en Bolivia distinguiéremos los siguientes conceptos y discursos a partir de los documentos revisados[2]:

El indigenismo. Es una corriente ideológica que intenta valorar al extremo la cultura indígena, pero al mismo tiempo ignora e intenta negar a los indígenas existentes: desarrollada en el siglo XX tiene su auge entre 1920-1970.  Es un movimiento sobre todo cultural emprendido por personajes no indígenas que reivindican los derechos de los indígenas, que tiene como uno de sus antecedentes los Siete Ensayos de Interpretación de la Realidad Peruana, Libro de

José Carlos Mariátegui. En Bolivia se destacaron como sus representantes Franz Tamayo (Creación de la Pedagogía nacional), Alcides Arguedas (Raza de bronce), que romantizaron e idealizaron la pureza de los indígenas. Sus críticos la consideran como una visión de colonización e integración del indígena en la sociedad boliviana convirtiéndolos en campesinos, como intentó implementarlo el MNR. Es un discurso para implementar políticas paternalistas: educar, asimilar, incorporar e incluir. Al mismo tiempo es el objeto de estudio desviado, que debe responder como el investigador quiere que se mueva este indígena[1].

[1] KONRAD ADENAUER STIFTUNG (KAS) (2012). Reflexiones sobre la temática indígena en la Bolivia de hoy. La Paz-Bolivia. Ver: www.kas.decdocument_libraryget_fileuuid=538bcf87-3cc6-305b-f45c-6a22dd0c9c0d&groupId=252038.

[1] Ver:  Portugal Mollinedo, P.  y Macusaya Cruz, C. (s/a). El indianismo katarista. Una mirada crítica. La Paz: FES. En: http://library.fes.de/pdf-files/bueros/bolivien/12424.pdf

[2] Ver: 1) Pensamiento político Indígena I: Indianismo e Indigenismo (2016). En: https://www.youtube.com/watch?v=5Ed8h_vrzlg. 2) Pensamiento político Indígena II: Indianismo y Katarismo (2026).  En: https://www.youtube.com/watch?v=7bN1EwKTx3Q. 3) Entrevista a Carlos Macusaya (2015). En: https://www.youtube.com/watch?v=MkP4vv7Q1mI.

 

El Indianismo. Es un movimiento político y filosófico elaborado por los indígenas que plantea la reivindicación societal de los indígenas aimaras y quechuas en Bolivia. Uno de sus principales exponentes es Fausto Reinaga con el libro “La Revolución India”, publicado el año 1970. Luciano Tapia, Raymundo Tambo, Constantino Lima, German Choquehuanca, Ramiro (Wankar) Reinaga, Pedro Portugal y Felipe Quispe, entre otros, son sus seguidores. En lo cronológico surge en la segunda mitad del siglo XX. Uno de sus principales postulados es la conformación de una sociedad india y la instauración del Collasuyo, posicionando el discurso de las dos Bolivia, poniendo un fuerte énfasis en lo étnico y en el ser indio. Esta ideología permitió el surgimiento de diferentes partidos políticos, tales como: el Movimiento Indio Tupaj Katari (MITKA) y el Movimiento Revolucionario Tupaj Katari (MRTK). Manejan el discurso de las dos Bolivia, una india y otra colonial, que resume la siguiente idea: “nos han dicho indios y como indios nos liberaremos”; por ejemplo, don Constantino Lima, siguiendo las lecciones de Fausto Reynaga representa el mundo como la oposición entre occidente y la civilización india, en el que la “india” es la perfecta y la más humana, etc.

 

El Katarismo. Es una tendencia política en Bolivia que recibe el nombre del dirigente indígena del siglo XVIII Túpac Katari. Su planteamiento, sumado al indianismo, son el sustento ideológico y organizativo de los procesos de emergencia indígena desarrollados desde la década de 1970.

El katarismo logró un importante avance político a finales de 1970 a través del rol que jugaron sus líderes en la Confederación Sindical Única de Trabajadores Campesinos de Bolivia (CSUTCB).

Los kataristas empujaron al sindicato a comprometerse más con el indigenismo. Finalmente se produjo una división de los kataristas en dos grupos: el primero, más reformista, fue dirigido por Víctor Hugo Cárdenas, quien más tarde fue vicepresidente de Gonzalo Sánchez de Lozada, encabezando los esfuerzos por institucionalizar un multiculturalismo dirigido por el Estado; un segundo grupo articuló el camino del nacionalismo aimara creando la rama política del Movimiento Revolucionario Tupaj Katari (MRTK). Esta corriente radical del katarismo ha estado representada por Felipe Quispe (alias el Mallku), quien participó en la fundación de la guerrilla Ejército Guerrillero Tupac Katari en los años 1980.

Entre sus representantes se encuentran Victor Hugo Cárdenas con una posición más multicultural en el sentido de la participación política, Simon Yampara que habla de las matrices civilizatorias y Fernando Untoja que plantea la conformación de una burguesía aimara. En síntesis, “el katarismo es una filosofía, es una concepción del mundo, es el elemento que nos permite pensar en el tiempo y en el espacio y fundamentalmente es el elemento que expresa mejor lo que es la vida en su complejidad.

La palabra “Katari” parece una cosita simple, pero no; es más bien un mundo complejo, esa complejidad es la que nos permite comprender y acercarnos de varios lados y esa complejidad también es su riqueza, pues cada aymara y quechua vive del Katari, vive el Katari, vive para el Katari y vive en el Katari. Y es esta fuerza que hace que los aymara sigamos siendo aymara, sigamos en las luchas políticas, de identidad, luchas económicas, pues muchos siguen, sin decirlo, como kataristas forjan riqueza y poder en todo el país”[1].

[1] Ibíd.

[1] KONRAD ADENAUER STIFTUNG (KAS) (2012). Reflexiones sobre la temática indígena en la Bolivia de hoy. La Paz-Bolivia. Ver: www.kas.decdocument_libraryget_fileuuid=538bcf87-3cc6-305b-f45c-6a22dd0c9c0d&groupId=252038.

Pachamamismo. Es un término que se generó a inicios de los años 2000 entre observadores políticos de las corrientes indianistas y kataristas para definir la ideología del naciente grupo político MAS, que se caracterizaba por recuperar la simbología y propuestas políticas indianistas a través de un discurso culturalista inédito hasta ese momento.

Se utilizó ese término en sentido despectivo, para señalar la instrumentalización de la Pachamama en provecho de estrechos interés partidarios.

Ese término se popularizó el año 2010, cuando el periodista argentino Pablo Stefanoni lo utilizó como critica a la deriva del MAS en el tratamiento de las reivindicaciones indígenas y medioambientalistas[1].

De manera provocativa, la tesis de Stefanoni apuntaba contra la vaciedad del discurso sobre la Madre Tierra al sostener que “el proceso de cambio era demasiado importante para dejarlo en manos de los pachamamicos”.

Con el concepto de pachamámico, Stefanoni aludía a “una cosmovisión andina de salón”, esto es, cierta “pose de autenticidad ancestral” en la que se negaban los discursos no indígenas y discursos indígenas, que realizaban desde su perspectiva[2].

El concepto también fue desarrollado por Pedro Portugal, activista del movimiento indianista y director del periódico Pukara, en su libro: “El MAS y la degradación de la Pachamama en pachamamismo”, donde describe las contradicciones este discurso político del que David Choquehuanca es uno de sus principales representantes.

La interculturalidad y la falsa dicotomía de lo mestizo y lo indígena en Bolivia.

En el libro “Interculturalidad, vivir bien y democracia en los pueblos indígenas de tierras bajas”, Marisel Hinojosa, tomando en cuenta a Bonifaz (2011), menciona que la interculturalidad es más que sólo el hecho de una diversidad cultural, pues hace referencia a la interacción entre las culturas. De igual manera Xavier Albo define la interculturalidad como la relación entre personas y grupos sociales de diversa cultura; o, desde otro ángulo, la relación entre personas y grupos de personas con identidades culturales distintas. Entonces el concepto describe las relaciones interpersonales y grupales, así como las actitudes, conductas e intercambios que estas relaciones puedan suscitar[3].

Un punto importante para recalcar en el contexto de la definición del concepto de interculturalidad es lo que plantea Luis Tapia (2006) en el debate intelectual boliviano sobre la necesidad de descolonizar el Estado y las relaciones sociales como condición de posibilidad para una construcción inter­cultural.

[1] Urgente.bo (11 de abril de 2024). Pedro Portugal: El pachamamismo es un timo intelectual y no representa ningún proyecto político. Disponible en https://www.urgente.bo/noticia/pedro-portugal-el-pachamamismo-es-un-timo-intelectual-y-no-representa-ning%C3%BAn-proyecto

[2] Svampa, M (2016). Debates latinoamericanos. Indianismo, desarrollo, dependencia, populismo. Cochabamba, Bolivia: CEDIB.

[3] ALBÓ, X. (s/a). Interculturalidad y formación política para América Latina. En: http://babaluverde.blogspot.com/2011/10/xavier-albo-interculturalidad-y.html

En ese sentido, según Tapia, lo intercultural pasaría por desmontar las relaciones de dominación cultural[1], contrario a la concepción liberal del reconocimien­to cultural que sostiene que la cultura política liberal tendría las condiciones para crear el marco neutral para integrar a las otras culturas y crear condi­ciones de convivencia, con un reconocimiento multicultural de las diferencias, pero sobre la base de sostener la superioridad de una cultura particular a través del mantenimiento de sus instituciones.

Para el autor “Un mul­ticulturalismo democrático o más igualitario, tendría que abandonar la idea de que hay un conjunto de instituciones o derechos universales supuestamente neutrales (el constitucionalismo moderno universal) porque son en realidad, el reflejo de una cultura particular a partir del cual, el reconocimiento se vuelve jerárquico”[2].

En varias de sus obras Tapia plantea una modalidad de intercul­turalismo, que consiste en un diálogo intersubjetivo entre la diversi­dad cultural del país para una construcción deliberada de institucio­nes interculturales; la nueva institucionalidad intercultural sintetiza­ría elementos de las varias culturas dialogantes, y en ese sentido cabría hablar de un proceso de transformación de las culturas en la medida en que el diálogo intercultural implica un proceso que Tapia denomina conocimiento a partir de la “fusión de horizontes cultura­les” y “trans-crítica intercultural” (Tapia, 2006).

En ese sentido diría Tapia: “El desafío de la interculturalidad es la descolonización y la democratización intercultural, superar las relaciones de desigualdad intra e intercultural”. La forma que se diseñe fuera de este momento político siempre será unilateral y sub política, ya que no resulta del encuentro dialógico de la pluralidad de sujetos políticos, que implica conflictos y posibles acuerdos.

Ahora bien, para comprender el tejido social de las relaciones de convivencia y/o dominación cultural en el país es preciso definir otros conceptos, tales como mestizaje, diversidad cultural, hegemonía cultural, entre otros:

El mestizaje.  Es el cruce biológico y cultural de individuos provenientes de distintas culturas y etnias, dando nacimiento a nuevas culturas, etnias y nuevos genotipos. Por eso, hoy en día más bien hablamos del mestizaje cuando se produce una combinación a nivel biológico (material genético) y cultural (costumbres, tradiciones, creencias, etc.) entre individuos pertenecientes a distintas etnias. De esta mezcla resulta un nuevo individuo llamado mestizo. Así, pues, la combinación de etnias distintas da origen a una nueva etnia mestiza, que se identifica con elementos de una y otra etnia, aunque en ocasiones una de ellas predomina sobre la otra[3].

[1] En otras palabras, según Ricardo Salas: “La interculturalidad es «una nueva toma de conciencia cada vez más nítida de que todas las culturas están en un proceso de gestación de sus propios universos de sentido, y que no existe la posibilidad teórica de subsumir completamente al otro en mi sistema de interpretación» (Apuntes facilitados por Silvana Moldes Alvarado).

[2] Tapia Mealla, L. (2006). La invención del núcleo común. Ciudadanía y gobierno multisocietal. La Paz, Bolivia: CIDES-UMSA, Postgrado en Ciencias del Desarrollo.

[3] Ver: www.significados.com/mestizaje. Ver también: Mestizaje en América (s/a). Razón Histórica, en: www.youtube.com/watch?v=65DRRuLfFBE&t=586s

Según los textos de historia, desde un punto de vista general, el mestizo nace de la mezcla del indio y del español, fenómeno social dado a partir del descubrimiento de América, donde no solo se dio una mezcla racial (humana), sino también fue una mezcla cultural, puesto que la presencia de la religión católica desplazó a los ritos y costumbres (no en su totalidad) de los indios.

Una historia que ha establecido su referencia a partir de finales del siglo XV dejando atrás el origen de las civilizaciones y el mestizaje: así, por ejemplo, antes de 1942 los primitivos americanos llegaron de otros continentes entendiéndose que se trata de una raza transmigrada. Esta conjetura se apoya con el hallazgo de rasgos antropológicos y rasgos arqueológicos. Sobre todo, lo importante es reconocer que esas culturas y civilizaciones se relacionaron entre sí, dando paso desde ese entonces al mestizaje entre culturas primitivas[1].

Entonces el concepto hace referencia de manera general al encuentro cultural de dos o más culturas, dando nacimiento a nuevas culturas o identidades. Sin embargo, se debe indicar que ningún mestizaje es neutral, al contrario, todo mestizaje es una heterogeneidad jerarquizada, articulada en torno a un núcleo dominante, a un idioma que niega otros idiomas, a unos héroes que esconden a otros héroes, a unas prácticas culturales que niegan otras prácticas culturales[2].  Además, se debe indicar en el fondo que esta categoría busca, una homogeneización cultural del país y un ocultamiento de las identidades de los pueblos indígenas, como paso en la segunda mitad del siglo pasado.

Por otro lado, también se debe mencionar que, desde el punto de vista de las ciencias sociales, es difícil pensar que alguien no tenga algo de mestizo. Porque básicamente no existen culturas puras en el sentido cultural y porque además el mestizaje cultural está presente en mayor o menor medida en la mayoría de los pueblos y culturas del mundo. En el caso de Bolivia se pueden identificar como mestizos a los que se consideran como indígenas y a los que no se consideran como indígenas[3].

La diversidad cultural. Es un principio que reconoce y legitima las diferencias culturales entre diversos grupos humanos, así como la existencia, convivencia e interacción entre diferentes culturas dentro de un mismo espacio geográfico. A través de la diversidad cultural se pueden apreciar las diferentes expresiones culturales propias de un pueblo, país o región que, a su vez, han sido modificadas o afectadas por las expresiones culturales provenientes de otros territorios gracias a diversos factores. La Declaración Universal de la Unesco sobre la Diversidad Cultural, adoptada en noviembre del 2007, se refiere a la diversidad cultural en una amplia variedad de contextos. De igual manera el proyecto de Convención sobre la Diversidad Cultural elaborado por la Red Internacional de Políticas Culturales, en conjunto con entidades como ENCATC y diferentes representantes de diversos continentes, prevén la cooperación entre las partes en un número de dichos asuntos.

[1] Santos F., T (2017). “El mestizaje, identidad que construye ciudadanía en el Estado Plurinacional”. Rev. Jur. Der. vol.6 no.7 La Paz jun. 2017. En: www.scielo.org.bo/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S2413-28102017000200003&lng=es&nrm=iso.

[2] García L., A. (2014). Identidad boliviana. Nación, mestizaje y plurinacionalidad. La Paz-Bolivia: Vicepresidencia del Estado Plurinacional de Bolivia.

[3] Marca, J. P. (28 de abril de 2022). Censo: ¿identidad étnica vs identidad cultural? ANF, en: https://www.noticiasfides.com/opinion/juan-pablo-marca/censo-identidad-etnica-vs-identidad-cultural-

Por ello, se puede afirmar que la diversidad cultural posee la cualidad de aceptar y compartir, de manera recíproca, características propias de una u otra cultura en un espacio geográfico en particular. Por tanto, el concepto de diversidad cultural está íntimamente relacionado con los significados de identidad cultural, interculturalidad y multiculturalidad, que implican el contacto entre diversas lenguas, etnias, religiones, expresiones artísticas, valores, gastronomías, cosmovisiones, entre otros.

En este contexto es preciso hacer referencia a los siguientes artículos de la Constitución: Bolivia se constituye en un Estado Unitario Social de Derecho Plurinacional Comunitario, libre, independiente, soberano, democrático, intercultural, descentralizado y con autonomías. Bolivia se funda en la pluralidad y el pluralismo político, económico, jurídico, cultural y lingüístico, dentro del proceso integrador del país (Artículo 1).

La nación boliviana está conformada por la totalidad de las bolivianas y los bolivianos, las naciones y pueblos indígena originario campesinos, y las comunidades interculturales y afrobolivianas que en conjunto constituyen el pueblo boliviano (Artículo 3).

Son idiomas oficiales del Estado el castellano y todos los idiomas de las naciones y pueblos indígena originario campesinos, que son el aymara, araona, baure, bésiro, canichana, cavineño, cayubaba, chácobo, chimán, ese ejja, guaraní, guarasu’we, guarayu, itonama, leco, machajuyai-kallawaya, machineri, maropa, mojeño-trinitario, mojeño-ignaciano, moré, mosetén, movima, pacawara, puquina, quechua, sirionó, tacana, tapiete, toromona, uru-chipaya, weenhayek, yaminawa, yuki, yuracaré y zamuco (Artículo 5, numeral 1).

El falso debate de la identidad étnica vs identidad cultural en el contexto del Censo. El concepto de identidad étnica, de manera general, se refiere al sentido de pertenencia e identificación a un determinado grupo o pueblo indígena.

En el caso de nuestro país el concepto hace referencia al sentido de pertenencia con alguna de las naciones y pueblos indígenas, aspecto que es necesario precisar de manera específica en el Censo 2024 para la planificación de las políticas públicas, sobre todo para las poblaciones indígenas más vulnerables del país, como, por ejemplo, los T’simanes y Mosetenes de La Paz, los Yuquis de Cochabamba y los Ayoreos de Santa Cruz.

Entonces, si bien la identidad étnica también, toma en cuenta los elementos culturales, no se remite necesariamente a la cultura en general de un departamento o un país, sino a la cultura específica de un pueblo indígena en el contexto del Estado Plurinacional. Sin embargo, cuando se habla del concepto de identidad cultural, se refiere al sentido de pertenencia a un conjunto de los rasgos distintivos, espirituales, materiales y afectivos que caracterizan una sociedad o grupo social.

Ella engloba, además de las artes y las letras, los modos de vida, los derechos fundamentales del ser humano, los sistemas de valores, creencias y tradiciones. En el caso de nuestro país este concepto en el contexto de las sociedades interculturales hace referencia al sentido de pertenencia a lo cruceño, paceño, chapaco, cochalo, colla, camba, etc.

Aspecto que no es necesario contraponer al concepto de identidad étnica en el contexto del Censo 2024, para la planificación de las políticas públicas de las poblaciones urbanas, siendo que hay otras preguntas en la boleta censal que permitirán conocer la situación social y económica de los habitantes de cada departamento[1].

A esto se debe añadir que los bolivianos tenemos una identidad compuesta, por vivir en un departamento podemos ser cruceños, paceños, orureños, etc., también por asumir ciertos rasgos culturales, podemos asumirnos como collas, cambas, etc., pero también, por nuestros orígenes y ancestros, podemos asumir que somos, aymaras, mojeños, guaraníes, tsimanes, esse ejas, chacobós, cavineños, yaminahuas, etc., identidades regionales, culturales y étnicas que no necesariamente son excluyentes.

La hegemonía cultural. La hegemonía[2] cultural es un concepto desarrollado por Antonio Gramsci que se refiere al predominio del modelo o patrón cultural de la clase dominante frente a las otras clases sociales, cuya cosmovisión —creencias, moral, explicaciones, percepciones, instituciones, valores o costumbres— se convierte en la norma cultural aceptada y en la ideología dominante de un país.

Cabe precisar que el modelo o patrón cultural según Tapia no equivale a una concepción de la cultura o a un modelo analítico sobre la cultura y las culturas en general, sino que es un recorte y una composición orientada a pensar la intervención de la cultura en la organización y reproducción de la dominación y en la acumulación[3].

Entonces un patrón cultural se caracterizará por un modo de articulación del Estado con la economía, con procesos de producción y de reproducción social. En términos de las distinciones analíticas aquí propuestas, se trata de un modo de articular un régimen de acumulación, un régimen de reproducción social y un régimen de dominación, aunque no de manera exclusiva. Cabe introducir facetas espe­cíficas de una concepción del mundo que da las pautas de la articulación entre producción, reproducción y forma de gobierno[4].

Un patrón cultural también se articula en torno a un conjunto de principios y fines que or­ganizan las relaciones sociales, los procesos productivos, la vida política. Un patrón cultural contiene un conjunto de formas aparentes y discursos de legitimación, es decir, un conjunto de representaciones sobre lo que sería el tipo de economía, el Estado y la sociedad en que se vive; un conjunto de justificaciones de los principios organizadores en estos ámbitos; y una historia de acumulación y reforma cognitiva que opera en cada uno de estos ámbitos o dimensiones y en la forma de articularlos[1].

En Bolivia a pesar de que la Constitución y el Estado Plurinacional pregonan el vivir bien y el respeto a la madre tierra, vivimos la hegemonía cultural del modelo civilizatorio occidental y la vigencia del modelo económico capitalista extractivista que no respeta la naturaleza o la madre tierra.

[1] Ibíd.

[1] Marca, J. P. (28 de abril de 2022). Censo: ¿identidad étnica vs identidad cultural? ANF, en: https://www.noticiasfides.com/opinion/juan-pablo-marca/censo-identidad-etnica-vs-identidad-cultural-

[2] La hegemonía, es un dispositivo no visible en el que las visiones de la sociedad siempre están definidas por sujetos de la clase dominante, por lo general con la aprobación de los sometidos.

Las concepciones de la clase gobernante son postulados por los intelectuales a su servicio, a menudo sin ser consientes sobre ello, como los periodistas; la exhibición prolongada de estas percepciones sobre el mundo tiene como objetivo que las clases dominadas las experimente y acepten como cosas naturales e inevitables de tal manera que puedan convencerse de sus posiciones en el mundo como mandatos externos de sus acciones, las ideas hegemónicas por tanto modelan el pensamiento de todas las clases sociales (Ver: HEGEMONÍA CULTURAL según ANTONIO GRAMSCI | un antropominuto (s/a). www.youtube.com/watch?v=7o2iXmzvskQ).

[3] Tapia, L. y Chavez, M. (2019). Producción y reproducción de desigualdades Organización social y poder político. La Paz: Centro de Estudios para el Desarrollo Laboral y Agrario.

[4] Ibíd.

 

𝗗𝗲𝗺𝗼𝗰𝗿𝗮𝗰𝗶𝗮, 𝗶𝗻𝗱𝗶𝗴𝗲𝗻𝗶𝘀𝗺𝗼 𝗲 𝗶𝗻𝘁𝗲𝗿𝗰𝘂𝗹𝘁𝘂𝗿𝗮𝗹𝗶𝗱𝗮𝗱 𝗲𝗻 𝗕𝗼𝗹𝗶𝘃𝗶𝗮

Para descargar de forma gratuita: Pablo Marca para Boletín Metáfora, Cepad Bolivia Democracia-Indigenismo

En esta edición No. 9 del 𝗕𝗼𝗹𝗲𝘁í𝗻 𝗠𝗲𝘁á𝗳𝗼𝗿𝗮 𝟮𝟬𝟮𝟰, Juan Pablo Marca, investigador en el Centro de Estudios Jurídicos e Investigación Social (CEJIS), nos presenta un ensayo que tiene la finalidad de introducir en la comprensión de los conceptos de democracia, indigenismo e interculturalidad en Bolivia. Conceptos de vital importancia para comprender las configuraciones de las relaciones políticas y las relaciones de convivencia social en nuestro país. Y a partir de ello poder interpretar los desafíos que tiene Bolivia en el campo político, social y cultural. En este contexto, a partir de una revisión bibliográfica general, se realizó una definición de los conceptos mencionados, para luego poder indagar y detallar como estos se aterrizan en la realidad empírica política, social y cultural.