La nueva era del cine boliviano va a los Oscar, Goya y Tribeca

2024 nos sorprende con largometrajes «hechos en Bolivia» de gran nivel. Aquí presentamos tres películas que llaman a verlas en las salas de cine del país.

Las dos primeras ya están en los cines y la tercera se estrena en octubre. Anoten en su agenda que no se las pueden perder.



Fuente: https://ideastextuales.com

Mano propia

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(en cartelera en Bolivia y postulada al premio Oscar)

Mano Propia (2024) dirigida por Gory Patino ha entrado directamente a la lista de películas imprescindibles del cine boliviano. Un clásico inmediato. En la línea de Truman Capote y “Sangre fría”, la historia desmenuza un trágico suceso desde la mirada de 3 sujetos, víctimas de un sistema podrido desde adentro.

En un país acostumbrado a la polarización y al maniqueísmo del “bueno-malo”, “ellos-nosotros”, “culpables-inocentes”, aquí, el espejo que refleja nuestra realidad, se vuelve un dodecaedro, donde existen decenas de tonos de gris entre el blanco y el negro, cada una cargando una porción de verdad, en un escenario donde la impotencia transita de forma paralela, con la violencia, para hacer “justicia” a mano propia.

Aunque no hay origen claro, se piensa que David Lynch ( juez estadounidense que en 1780 ordenó la ejecución de un grupo de personas sin juicio previo) es quien dio origen al término “linchamiento”. Sí, que lo sepas. La “justicia comunitaria” ha convertido a Bolivia en el país con mayor cantidad de casos en la región. Y de eso se trata esta película. De una maldición de Caín donde se exploran los orígenes mismos de la violencia, al hecho de fluctuar entre esas dos pulsiones freudianas de vida y muerte, al momento en que el sujeto barrado de Lacan se convierte en un colectivo, el yo en nosotros, para diluir las culpas y las individualidades legales en un colectivo impune. No es casual, que los barrios de Bolivia, tengan muñecos colgados bajo amenaza de «ladrón pillado será…».

El público asistente, después de un silencio profundo, se deshizo en aplausos. Para Alejandro Marañón quien carga con una magistral actuación protagónica (si no lo conocías, ponlo en tu radar), para los chicos de Cuestión de hermanos Producciones, que me alegra tanto verlos triunfar de esta manera.

Aplausos a la Fundación Samuel Doria Medina A. por la producción y apoyo al proyecto. Lo propio para Cergio Prudencio , que ha puesto las notas precisas, con el dolor en la justa medida que musicaliza esta dura historia.

Por supuesto a Gory, que nos ha regalado una obra de arte. Visualmente, el uso de la luz, el movimiento, los detalles exquisitos como un bus cruzando un puente que se vuelven postales. Y sobre todo, extraer y remover emociones en sus actores. El llanto del padre (Freddy Chipana) es el punto de inflexión para una pieza magnifica.

Pero dejé para el final, a Roberto Navia Gabriel, periodista e investigador, quien escribió el reportaje “Tribus de la inquisición” en 2013 y que fue ganando sendos premios con esta pieza como los Goya en 2016. En efecto, esta película está basada en hechos reales. Aplausos de pie para este trabajo.

¿Quiénes deben verla de forma obligatoria? Menciones aleatorias: periodistas, estudiantes de Comunicación y Audiovisual, de cajón, todos los asisten a Ciencias Sociales. Abogados, estudiantes de Derecho y todos los que trabajaban en el tema de Justicia. Por supuesto, toda la Asamblea Legislativa (senadores y diputados), todo el Ministerio de Justica, las Fiscalías y por qué no, la Policía Nacional, que juega un rol particular en esta historia.

Y también ustedes, nosotros, “público en general” que somos asistentes en primera fila al linchamiento digital en redes sociales de quienes «se lo merecen». Una colega le preguntaba a Mónica si podía llevar a su hijo al estreno. “Es menor de edad” le dijo. Y Mónica le respondió «que venga, será de gran aprendizaje, no verá nada qué no haya visto antes en las noticias».

Y me quedé con esa frase. Porque hemos normalizado la violencia. Y esta película te pondrá otra vez en perspectiva.

Marcelo Durán Vazquez, editor de Valor Agregado

La lengua desnuda (Anatomía de la verdad)

(en cartelera en Bolivia)

El cine está de fiesta, de esas pocas que solemos disfrutar en nuestro país. Tenemos una nueva película cruceña: La lengua desnuda, del director y guionista Jorge Sierra. Un director que confirma que entra, sin lugar a dudas, a esos territorios cinematográficos de niveles superiores.

La lengua desnuda es una película hecha en Santa Cruz, que bien puede ser considerada que está filmada en otra ciudad o país, un plus para su comercialización dentro y fuera del país.

La historia trata de Bárbara y Victoria, dos mujeres que, aunque con posiciones diferentes frente a la vida, se contraponen a los estereotipos de una sociedad actual para enfrentarse a cánones que rigen la industria del entretenimiento, buscan un espacio de trabajo en un mundo lejos de sus ideales. Mariana Sueldo y Mel Quintas son las actrices que dan vida a las protagonistas, y están acompañadas por grandes actores como Cristian Mercado, Luis Bedrow y Julio Kempff.

La experiencia de Jorge Sierra como productor de varias películas, como El asesor de Tomás Bascopé, o su transitar como director en trabajos cortos y largometrajes, lo han puesto a jugar en grandes ligas del cine boliviano. Es difícil desmerecer el trabajo serio, riguroso y profesional de la obra.

La lengua desnuda empezó como toda película, como un sueño del director; en su camino encontró productoras que se unieron a este proyecto, convirtiéndose en una coproducción internacional de Bolivia, Colombia, Estados Unidos y México. Este es otro plus de la película, que asegura su proyección en estos países.

Es una película que transita entre la fantasía, el cuento y la realidad. El guion cierra con todas las tramas que va presentando a lo largo de la película, aunque al inicio los diálogos metaforizados de Victoria y Bárbara principalmente, parafraseando escritores y filósofos conocidos, parecen ser demasiado, aunque resultan necesarios para desarrollar cada conflicto propuesto; por eso se ve un final con tantos finales. Nada queda en el aire. Un acierto que, de entre todas las tramas, termine con el encuentro del padre y la hija. La lengua desnuda es un drama que juega con el realismo mágico.

Llama la atención el scouting. Aunque los que vivimos en Santa Cruz de la Sierra al final reconocemos dónde fue rodada, para otros estas locaciones pudieran corresponder a cualquier ciudad de Latinoamérica; otro acierto. La cafetería “El lobo estepario” cumple su función para este realismo mágico que propone la película.

La actuación de Mariana Sueldo y Mel Quintas no desentonan, por su experiencia en el teatro y la literatura, además de por la intención del director de una “puesta en escena teatral” en varios momentos de la película, si bien se nota en varias escenas la falta de recorrido frente a cámara de las actrices, a comparación de Cristian Mercado, Luis Bedrow y Julio Kempff, que tienen mucho metraje en el cine.

El montaje rápido y los colores vivos, con una paleta de colores claramente propuesta, dan pie a un montaje donde Jorge Sierra juega con claridad al filo de lo excesivo frente a la trama de las escenas. Un Ytalo Cabruja al frente del equipo de fotografía aporta a la estética visual del filme.

La lengua desnuda es una película que invita a ser vista; no pretende grandes premios, sino el único que nosotros podemos darle: ir al cine y disfrutarla de manera libre y distendida, sin prejuicios. Es una propuesta de un cine actual, fresca y divertida. Podemos no estar de acuerdo con su narrativa o la temática, pero el tiempo dedicado a este trabajo profesional, cuidadoso, planificado es un acierto que supera con creces las dudas sobre un cine boliviano que desde Santa Cruz busca este tipo de historias. Jorge Sierra, después de muchos años de transitar por el cine, encontró y abrió su camino, y ahora le toca transitar y darnos nuevas historias. ¡Larga vida al cine boliviano!

Alejandro Fuentes Arze, cineasta boliviano.

El ladrón de perros

(Estreno el 17 de octubre de 2024 en Bolivia. Postulada a los Premios Goya)

Ocho años después del estreno de su primer largometraje, El fumigador (codirigido con Francisco Hevia), el guionista y director chileno Vinko Tomičić Salinas ha presentado su ópera prima en solitario, El ladrón de perros [+], en el Festival de Tribeca 2024. Protagonizada por otro personaje marginal, la película de Tomičic Salinas nos lleva a La Paz (Bolivia), donde retrata a uno de los miles de niños y jóvenes perdidos entre las grietas del capitalismo global. El trabajo de limpiabotas se hizo común en la ciudad en la década de los 80, cuando muchos miembros de comunidades indígenas emigraron al centro urbano en busca de oportunidades económicas, ganándose la vida a duras penas lustrando los zapatos de las élites más privilegiadas. El ladrón de perros se estrenó recientemente en la competición internacional de narrativa del encuentro estadounidense.

Martín (Franklin Aro) es un niño huérfano de 13 años que se gana la vida como limpiabotas y acude esporádicamente a la escuela, donde es víctima de un acoso brutal por parte de sus compañeros. El joven vive en casa de una anciana adinerada, la señora Ambrosia (Ninón Dávalos), porque está al cuidado de  Gladys (María Luque), una amiga de su difunta madre. Como limpiabotas, su cliente más atento es el señor Novoa (Alfredo Castro), un hombre mayor que se gana la vida como sastre y cuida a su premiado pastor alemán, Astor, como a un hijo. Martín y sus amigos planean robar a Astor para que Novoa les ofrezca una recompensa por recuperar a su perro. Sin embargo, tras convertirse en una especie de hijo adoptivo en ausencia de Astor, Martín debe decidir si reclamar el dinero o seguir disfrutando de la bondad y los consejos paternales de Novoa.

Martín es uno de los muchos trabajadores invisibles de La Paz, donde los limpiabotas cubren sus rostros con pasamontañas para evitar ser discriminados. Ese momento llega cuando varios de sus compañeros lo reconocen y comienzan a acosarlo por ser un “humilde” limpiabotas, por lo que el joven debe huir del lugar. Un desguace se convierte en su principal patio de recreo mientras se esfuerza por llegar a fin de mes. Aro transmite una soledad comedida en la piel de Martín, reflejada en un rostro apagado que apenas cambia a lo largo de la película. Podríamos echar en falta algo más de expresividad, pero lo cierto es que esto encaja con el personaje: su rostro se ha endurecido tras años de trabajo en la calle, mientras que los que le rodean ocupan posiciones más privilegiadas que les permiten expresarse libremente.

El guion de Tomičic Salinas parece deambular por momentos, pero nunca sin rumbo: es más una instantánea de este momento concreto en la vida de Martín que el viaje de un héroe. El director de fotografía Sergio Armstrong filma La Paz como si fuera la ciudad más vibrante del mundo, rebosante de personalidad. En cierto modo, podría serlo, con sus coloridas paredes desconchadas llenas de arte callejero y su rica variedad de estilos arquitectónicos que conforman casas estrechas y dispuestas en patrones teselados en un altiplano de los Andes. Sin embargo, en la capital administrativa de Bolivia, los disparos también perforan y resuenan en el silencio. Los elementos sonoros son obra del diseñador de sonido Federico Moreira y del compositor Wissam Hojeij, que destacan el sonido ambiente para capturar la atmósfera de la ciudad. La dirección artística de Valeria Wilde Monasterios también aporta un encantador nivel de detalle a las minucias del mundo de la película, desde la sastrería de Novoa hasta la casa cuidadosamente adornada de Ambrosia.

El ladrón de perros es una coproducción entre Easy Riders Films (Francia), Movimento Film (Italia), Color Monster (Bolivia), Calamar Cine (Chile), Zafiro Cinema (México) y Aguacero Cine (Ecuador). Luxbox se ocupa de las ventas internacionales.

Olivia Popp en Cineuropa