El país está en un laberinto originado por la decadencia de la industria de los hidrocarburos y el aumento del déficit fiscal. En paralelo, crece el descontento en la población por la falta de dólares y sus consecuencias
Gente camina en un mercado cerrado durante protestas por falta de liquidez y abastecimiento de combustible en Cochabamba, el 12 de agosto de 2024. REUTERS/Patricia Pinto
Fuente: infobae.com
En los últimos 15 años, Bolivia gozó del esplendor económico que le dio la explotación de los hidrocarburos y que le permitió crecer, tener liquidez y un tipo de cambio estable durante largos años. Esa bonanza mostró sus grietas a finales de marzo de 2023 y, a un año y medio de las primeras señales de alerta, la crisis económica es innegable y no parece tener una solución temprana.
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Cuando Evo Morales llegó al poder en 2006, una de sus primeras medidas fue la nacionalización de los hidrocarburos que llenó las arcas del Estado y logró que la economía se destacara por su estabilidad, su rápido crecimiento y su capacidad para contener la inflación. Durante casi toda su gestión (2006-2019), el ministro de Economía fue el actual presidente del país, Luis Arce Catacora, a quien se atribuyó la autoría intelectual del exitoso “milagro económico” que vivió Bolivia durante más de una década.
Sin embargo, la opulencia duró poco. La caída en la producción de los hidrocarburos y el aumento del déficit fiscal, marcado fuertemente por la subvención de los carburantes, ha mermado la liquidez del Estado en el último año. Para el analista económico, Gonzalo Chávez el origen de la crisis está en la “decadencia del sector del gas natural” que ha hecho que las rentas que recibía el Estado se desplomen, pasando de 5.489 millones de dólares al año (en 2014) a menos de 1.700 millones de dólares.
Entre marzo y abril de 2023, los importadores y la población en general empezaron a sentir el desabastecimiento de dólares: los bancos tenían dificultades para realizar giros internacionales, las comisiones crecían cada día y la provisión de dólares empezó a restringirse. En paralelo, surgió un mercado negro de dólares que llegó, en algún momento, a duplicar el tipo de cambio oficial.
Protesta por el incremento de precios y falta de dólares en La Paz, el 21 de agosto de 2024. REUTERS/Claudia Morales
Un mes antes, en febrero de 2023, el Banco Central de Bolivia (BCB) había dejado de publicar información sobre las reservas de divisas pero negaba cualquier indicio de crisis. Un letrero de la oficina del BCB decía que la economía era “fuerte, solvente y estable” y afirmaba que no habían problemas de liquidez. La misma línea discursiva la seguía el Gobierno, que atribuía a un “ataque especulativo” la escasez de dólares en las calles.
No fue hasta finales de mayo de 2024 que el presidente Luis Arce admitió “ciertas dificultades en la disponibilidad del dólar”. Según declaraciones recogidas por la prensa local, el jefe de Estado manifestó: “Como varios países, tenemos ciertas dificultades en la disponibilidad del dólar, pero no estamos en una crisis económica estructural como pretende posicionar la oposición para generar crisis política y acortar nuestro mandato.”
Pero para entonces la crisis ya no se podía disimular. La escasez de dólares derivó en el desabastecimiento periódico de combustible, que el Estado subvenciona y tiene dificultades para pagar, lo que ha ocasionado largas filas en las estaciones de servicio y protestas del sector del transporte. Tampoco era posible conseguir dólares al tipo de cambio oficial ni acceder a los dólares que las personas tenían en los bancos y aumentaban las restricciones del uso de tarjetas de crédito y débito en el exterior, además del incremento de los precios.
El domingo 8 de septiembre, el presidente Luis Arce habló por primera vez en detalle sobre la situación económica y planteó estrategias para reactivarla. A través de un mensaje televisado, el primer mandatario explicó que los orígenes de la crisis están en una mala gestión de la política hidrocarburífera y la falta de exploración de nuevos campos. “No se cuidó la nacionalización”, manifestó y mostró cifras de producción y exportación de hidrocarburos. También hizo referencia a la inflación global, al incremento en el precio de los combustibles, al cambio climático y al “bloqueo económico” de créditos internacionales en la Asamblea Legislativa.
El presidente de Bolivia, Luis Arce, dando una explicación sobre la crisis económica que enfrenta Bolivia el 8 de septiembre de 2024.
Foto: Facebook Luis Arce
De igual forma, indicó que tiene un plan estructural para resolver la crisis y que consiste en la exploración de pozos petroleros, producción de biodiésel, y apertura e incentivos para que el sector privado produzca biodiésel. También sostuvo que los 12 créditos, que hasta hace un par de días estaban estancados en el Órgano Legislativo, ayudarán a continuar con obras y proyectos. El jueves, el Senado aprobó un crédito de la Corporación Andina de Fomento por 223 millones de dólares para la construcción de un tramo carretero.
Sin embargo, hay otros 11 créditos a los que aún no se ha dado curso porque la Asamblea Legislativa está dividida y legisladores de la oposición creen que Arce debe responder “cómo va manejar esos recursos” antes de aprobarlos. El analista Carlos Saavedra, cree que puede haber una intención política detrás del rechazo a los préstamos internacionales y considera que si se los aprueba solo van a servir para “tapar algunos huecos”, priorizando el abastecimiento de combustible.
La crisis en el bolsillo de los bolivianos
La población siente desde hace meses el aumento de precios y la imposibilidad de conseguir dólares, incluso los propios que están en cuentas bancarias.
Gente caminando cerca de casas de cambio en La Paz, en marzo de 2023. REUTERS/ Claudia Morales/File Photo
Cuatro bancos consultados para esta nota, explicaron que solo se puede retirar los ahorros en dólares previos a mediados de 2023. Si después de ese periodo se recibieron o depositaron dólares, solo se pueden retirar en bolivianos a un tipo de cambio menor al de la calle. De igual forma, los pagos por internet y retiros en el exterior están restringidos a un promedio de 100 dólares semanales.
“Es una suerte de corralito porque las cosas se han dado así, no porque el Gobierno lo haya decretado. No puedes sacar los dólares simplemente porque no hay”, explicó el gerente de un banco que prefirió el anonimato.
En la calle, donde la mayoría de los comercios son informales, los precios suben sin regulación y “por si acaso”. Algunas vendedoras admiten haber subido los precios de productos que tenían en stock porque intuyen que la próxima vez que compren la misma mercadería tendrán que pagar un precio más alto o simplemente porque la ganancia de antes ya no les alcanza.