La psicología criminal, en su intersección con los nuevos paradigmas sociales en Bolivia, ofrece un campo fértil para la reflexión. A medida que el país enfrenta desafíos y transformaciones significativas, se torna esencial analizar cómo estas dinámicas influyen en la conducta delictiva y en la percepción del crimen.
Desde una perspectiva filosófica, podemos explorar la noción de identidad y su relación con el delito. En sociedades en transformación, donde se entrelazan culturas, valores y desigualdades, surge la pregunta: ¿cómo se forja la identidad de un individuo en un contexto de exclusión? Las teorías de la identidad social sugieren que los individuos pueden adoptar comportamientos delictivos como una forma de resistencia o búsqueda de pertenencia. Así, el delito puede ser visto no solo como un acto individual, sino como una respuesta a las narrativas sociales que constriñen las oportunidades.
Jurídicamente, Bolivia ha intentado adaptarse a estas realidades a través de reformas que buscan despenalizar ciertas conductas. Este cambio no es solo una respuesta a la saturación del sistema penal, sino una oportunidad para repensar el concepto de justicia. La justicia restaurativa, que se enfoca en la reparación del daño y la rehabilitación, puede servir como un puente entre el individuo y la comunidad. Al abordar las causas del delito, esta perspectiva se alinea con un enfoque más humano y menos punitivo, buscando integrar al ofensor en lugar de aislarlo.
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En el ámbito criminológico, la globalización y el avance tecnológico han modificado las formas en que se manifiestan las conductas delictivas. El auge del cibercrimen, por ejemplo, revela nuevas vulnerabilidades en una sociedad que aún lidia con profundas desigualdades. Aquí, la psicología criminal debe expandir su enfoque para incluir las variables sociales, culturales y tecnológicas que influyen en la conducta delictiva. Esto implica un entendimiento más amplio de los factores que propician el crimen, que va más allá de las características individuales.
Finalmente, innovar en la psicología criminal en Bolivia significa adoptar enfoques integrales que aborden las raíces del problema. Los programas comunitarios de prevención del delito, que fomentan la inclusión y la educación, son ejemplos de cómo es posible cambiar la narrativa del delincuente. En lugar de ser un paria social, el individuo puede convertirse en un agente de cambio en su comunidad.
En resumen, la psicología criminal en el contexto boliviano debe ir más allá del enfoque tradicional. Al considerar las realidades sociales, culturales y tecnológicas, podemos construir un sistema de justicia más inclusivo y restaurativo, que no solo busque castigar, sino también comprender y sanar. Este enfoque no solo es necesario; es una oportunidad para redefinir nuestras nociones de justicia y comunidad en un mundo en constante cambio.
Carlos Pol Limpias, Abogado, Doctor en Derecho Constitucional