Cada año se crean cinco colonias. El número de colonias menonitas en Bolivia aumentó desde 2015. Ya no solo toman el bosque cruceño, sino que van hacia zonas poco habituales para su expansión.
Fuente: Visión 360
“Silenciosa y brutal”, así describen al avance de la deforestación menonita en Santa Cruz. Y es que para sus cultivos, ellos no ocupan tierras ya trabajadas, sino áreas nuevas, boscosas y con alta fertilidad, es decir el bosque.
Desde 2001, solo en tres áreas de Santa Cruz donde se instalan sus colonias, han arrasado con 304.308 hectáreas de bosque cruceño. Pero su expansión va más allá, se estima que en el país, anualmente se crean hasta cinco nuevas colonias, que ya empiezan a tomar zonas poco habituales, como Beni y el Norte de La Paz.
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“El Gobierno no tiene un registro actualizado, trae muy poca información para entender este problema. Pero en los hechos, las colonias menonitas siempre son gigantescas, tienen un sistema productivo que es muy poco amigable con los ecosistemas naturales, que busca desmontar todo lo que pueden. En otras palabras, tienen una visión altamente productivista que busca sacarle todo el provecho posible a su tierra”, dijo el economista ambiental Stasiek Czaplicki Cabezas, principal investigador del informe “A fuego y mercurio”, publicado por Oxfam.
Avanzar hacia el bosque
De acuerdo con el investigador alemán Adalberto J. Kopp, la deforestación por parte de las colonias menonitas se caracteriza por seguir un patrón similar.
Seleccionan áreas boscosas con alta fertilidad de suelos; desmontan y preparan el terreno con métodos mecánicos o quemas para eliminar la vegetación nativa. Luego proceden a los cultivos extensivos que se caracterizan por ser monocultivos de soya, maíz y trigo.
Parte de su marca es el uso intensivo de agroquímicos y la expansión continua de la frontera agrícola.
Cuando ya está agotada la fertilidad del suelo o al enfrentar restricciones ambientales o sociales, las colonias buscan nuevas áreas de bosque para repetir el proceso.
En Bolivia ocurre el mismo desarrollo. De hecho, su participación en el negocio de las oleaginosas no es menor. Según una investigación realizada por Kopp, para la Fundación Tierra (2015), estas producían el 16% de la soya nacional. Lo generado, entonces, equivalía a 127 millones de dólares. Si ese porcentaje se mantiene, en 2022 debió haber superado los 261 millones.
Pese a que para este aporte su huella es visible, no existen datos oficiales sobre la cantidad de colonias menonitas en el territorio nacional. Algunas investigaciones identificaron 90, 100 y hasta 120. Aunque se desconoce el número exacto, lo que sí se conoce es su ubicación.
La mayoría de los asentamientos se localizan en tres de las principales zonas de deforestación, identificadas por la Fundación Tierra, en Santa Cruz. Estas son: el núcleo soyero, el Norte Integrado y la región del Chaco.
“Entre 2001 y la fecha actual, se ha registrado una pérdida de 304.308 hectáreas de bosque dentro de las áreas ocupadas por las colonias menonitas hasta 2019, representando más de un tercio del total de su extensión. Notablemente, el 44% de esta pérdida forestal ocurrió entre 2016 y 2022, lo que demuestra una aceleración significativa en la contribución de las colonias menonitas a la deforestación en los últimos años”, sostiene el informe “A fuego y mercurio”.
Explica que durante el período de 2016 a 2021, la deforestación en las colonias menonitas constituyó el 7,3% del total nacional. Esto sin incluir la expansión estimada de cinco nuevas colonias por año desde 2019 hasta 2021.
Dentro de las 304.308 hectáreas de bosque perdidas, 11.642 hectáreas se encontraban en zonas cuya función forestal las excluye de la deforestación, incluyendo parques nacionales o departamentales, bosques de protección, de uso forestal limitado, ríos y lagunas.
Aunque estas cifras no representan una proporción mayoritaria del total, el hecho de que la deforestación se haya producido en 16 colonias y que, en la mayoría de los casos, estas pérdidas se produjeron a lo largo de varios años, señalan un incumplimiento de las directrices de uso del suelo establecidas por el Plan de Uso del Suelo (Plus) departamental.
Cada vez son más
Los menonitas están en Bolivia desde 1954. Su presencia es notable, incluso desde una vista satelital, por la forma lineal de sus cultivos.
Desde su llegada, sus principales asentamientos se consolidaron en toda la zona destinada a la “expansión cruceña”. Esta es región que concentra más de dos tercios de las tierras cultivadas y donde predomina el modelo agroindustrial a gran escala destinada a la exportación.
Hasta 2019, dato más reciente, se identificó un total de 90 colonias menonitas en Bolivia. Estas lograron abarcar una extensión total de más de un millón de hectáreas, lo que representa la segunda mayor extensión después de Paraguay, según Yann le Polain de Waroux (2021).
“Si uno revisa las cifras de nuevas colonias que se han podido identificar, en períodos de cinco años, en base al estudio de Yann le Polain de Waroux, entre 2015 y 2019 se establecieron 16 nuevas colonias, por encima de tres colonias por año. Pero al mismo tiempo sabemos que ese mapeo está incompleto; ya hay una data que está en proceso de verificación que nos habla de muchas más colonias, que ya están por encima de las 120”, detalló Czaplicki.
De acuerdo con los datos de Le Polain de Waroux, en los años 60, en el país se creó una colonia menonita, mientras que para el quinquenio del 64 al 69, hubo cuatro nuevas. Entre el 89 y 94, el número de colonias nuevas llegó a siete y para el quinquenio de 2004 a 2009, fueron 15. Entre el 2014 y el 2019, los nuevos asentamientos llegaron a 16.
Al ver estos datos se establece que las colonias se van creando a razón de tres a cinco nuevas, especialmente en los últimos años. Esa información nos muestra que hay un recambio demográfico.
“Los hijos de los miembros de las colonias establecidas hace varios años ya están llegando a la madurez y, como adultos, necesitan y buscan nuevos predios. Esto hace que se formen nuevas colonias. Además, posiblemente, estas ya tengan tierras con extensiones menores que en los primeros años, pero eso no quiere decir que sean pocas”, añadió el investigador.
Por su vocación agraria y su alta tasa de fecundidad, para constituir una nueva colonia, los menonitas buscan terrenos contiguos, preferentemente en ubicaciones alejadas y predominantemente forestales. Estas áreas varían en tamaño, entre las 4.000 y 16.000 hectáreas.
Sin embargo, las colonias establecidas en la última década tienden a ser más pequeñas en comparación con períodos anteriores, lo que sugiere una tendencia hacia la formación de colonias de menor extensión. Esto podría deberse a la creciente dificultad para adquirir terrenos que cumplan con los requisitos deseados.
“Posiblemente esto tenga que ver, no tanto con la ausencia para ellos, sino, con la ausencia de tierras legales con superficies mayores a las 10 mil hectáreas y que sean forestales. Porque los menonitas siempre compran bosque y ellos mismos deforestan”, acotó Czaplicki.
Si bien Bolivia continúa como un destino preferente para los menonitas migrantes, procedentes de otras naciones, en los últimos años se ha convertido en país de origen. Desde Bolivia diferentes grupos han partido hacia países como el Perú o Surinam, según las investigaciones del periodista Fernando Soria (2024) y Brehaut, I. (2023).
Asimismo, debido a esta necesidad de tierras, también migran dentro del país. Ya no solo se mueven dentro de Santa Cruz, ya se tienen datos de colonias en Beni y en el Norte de La Paz, dos regiones poco habituales para sus asentamientos.
Una conflictiva relación con los menonitas
El pasado martes, una marcha indígena salió de la Chiquitania, Alto y Bajo Paraguá, en rechazo a los asentamientos ilegales, no solo de las comunidades interculturales, sino de las colonias menonitas. Afirmaron que desde hace años sostienen un conflicto por los avasallamientos, desmontes y daño a la fauna en áreas protegidas que protagonizan estos sectores.
“No estamos en contra de la actividad productiva privada, son una fuente de dinamismo económico, pero es importante que sus actividades se adecúen y consideren criterios ambientales y sociales, de tal manera que no generen daño al ecosistema y a la biodiversidad, al agua, a la salud de las comunidades; que se adopten criterios de agroecología, ganadería sostenible, pastoreos y otras actividades sostenibles con la naturaleza”, afirmó Lordy Suárez, cacique de la comunidad San Simón.
En 2022, la construcción de un puente sobre el río Parapetí fue para beneficio de las colonias menonitas. Esta obra, descubierta por un reportaje de la revista Nómadas, rompió la barrera natural del parque Kaa Iya en la que había avistamientos de pueblos no contactados.
En otro conflicto, las colonias empezaron a construir pozos y a deforestar en todo el entorno de la laguna Concepción. No importó que los bofedales del lugar fueran importantes para la subsistencia de todo el espejo natural.
Pero la disputa no solo es con los indígenas. En 2022 se intentó la recuperación de tierras de una comunidad menonita que estaba asentada en un predio fiscal. Sin embargo, la acción estaba impulsada por un grupo de interculturales (afines al Gobierno del MAS) que solicitaban la tierra para establecer su comunidad.
También se han visto en medio de denuncias de tráfico de tierras y hasta como víctimas de extorsión por parte de las autoridades bolivianas.
En 2010, el entonces viceministro de Régimen Interior fue acusado por un grupo de menonitas, y por el Ministro de la Presidencia, de conformar una red de extorsión a esta población. En 2013, un ciudadano menonita afirmó tener las pruebas para denunciar a una fiscal, que años antes trabajó en el Inra y que pidió a varios menonitas miles de dólares. Dijo que había varias autoridades del Ejecutivo involucradas.
En 2018, el senador Yerko Núñez denunció que tres ministros incumplieron la orden de recuperación de tierras que estaban en manos de menonitas. Ese mismo año, el hermano de un ministro fue enviado a la cárcel por estafar a una de estas colonias.