La influencia de Rusia en América Latina: estrategias para captar a las élites intelectuales

Armando Chaguaceda analiza las estrategias empleadas por Rusia para influir en las élites de América Latina, utilizando medios de comunicación, instituciones educativas y grupos de reflexión. Algunos de estos métodos, como la propaganda, tienen raíces en la era soviética, explica el historiador cubano.

Por: Asbel López

En previsión del desfile del 9 de mayo, la policía acordona el centro de Moscú el 7 de mayo de 2023.
En previsión del desfile del 9 de mayo, la policía acordona el centro de Moscú el 7 de mayo de 2023. © RFI/Anissa El Jabri
Fuente: rfi.fr

 



A comienzos de 2022, Rusia lanzó una guerra contra Ucrania. El presidente Macrón evocó un «regreso al imperialismo y a la era de las colonias». Se trata, en efecto, de un conflicto para ganar territorio. Más de dos años después, seguimos en esta guerra, la cual no tiene precedentes en Europa desde la segunda guerra mundial. Y, sin embargo, para Moscú se trata, hasta hoy, de una «operación militar especial».

«Esto es un ejemplo de la propaganda rusa», explica el historiador Armando Chaguaceda. Hay otros ejemplos, como justificar la invasión de Ucrania evocando un supuesto régimen nazi en Kiev. La propaganda es una de las herramientas que utiliza Rusia para influir en las elites de América Latina, según este profesor cubano, investigador principal en la ONG Análisis Gubernamental y Político (GAPAC).

=> Recibir por Whatsapp las noticias destacadas

El objetivo de Moscú es «promover sus narrativas y contrarrestar la influencia occidental, a menudo borrando los límites entre la auténtica diversidad intelectual y la captación de las élites», explica Chaguaceda en un articulo publicado por el Wilson Institute con Vladimir Rouvinski. Todo esto, que data de hace varios años, es particularmente preocupante en medio de la guerra lanzada por Rusia contra Ucrania.

«En América Latina opera mucho esta confusión de ver a Rusia al estilo de la (ex) Unión Soviética, considerando a ese país como un presunto actor contrahegemónico. Esto siempre me hace mucha gracia porque Rusia tal vez sea contrahegemónica respecto al peso de Occidente, pero el Estado ruso es muy hegemónico al interior de su propio país, en las regiones donde ejerce su peso y su poder», sostiene. Como ejemplo para ilustrar esta idea, Chaguaceda advierte que «no hay nada más hegemónico que un Estado autoritario que proscribe los movimientos LGBT», como es el ruso.

Otro aspecto que resalta el investigador es que «en América Latina, buena parte de la simpatía en el campo intelectual (hacia Rusia) proviene de sectores de izquierda. Es cierto que también hay sectores de la extrema derecha, pero buena parte, en el campo intelectual, son sobre todo de izquierda, los cuales no parecen tener la capacidad de reconocer que el Estado ruso es un actor con una agenda reaccionaria. Los rusos han dicho que ellos tienen una agenda que ellos mismos llaman ‘conservadora’, aunque yo diría ‘reaccionaria’. Esta agenda proscribe los elementos mínimos de una sociedad abierta», concluye Chaguaceda.