El 2024 el país ha sido afectado por el “contrabando a la inversa”, provocando el desabastecimiento.
Ligia Portillo
Fuente: Red Uno
Bolivia, históricamente afectada por el contrabando, enfrenta una grave amenaza económica debido a la falta de autosuficiencia industrial. En un contexto de crisis económica global, los países vecinos aprovechan la situación para inundar el mercado boliviano con productos a precios más bajos, dañando así la producción local y generando un desabastecimiento de productos esenciales.
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El contrabando, definido como la entrada, salida o comercialización ilegal de mercancías sin el debido pago de impuestos o sin respetar las leyes aduaneras, afecta principalmente a los productores nacionales, sobre todo aquellos dedicados a la agricultura. La venta de productos a precios irregulares, como aceite, arroz, azúcar y ganado, erosiona las industrias locales y empobrece a los pequeños comerciantes.
En 2024, la crisis económica exacerbó la situación, lo que dio paso al fenómeno del «contrabando a la inversa». Con la escasez de dólares, los productos nacionales comenzaron a ser exportados ilegalmente a países vecinos, como Perú, Brasil y Argentina, lo que contribuyó aún más al desabastecimiento dentro del país.
El viceministro de Defensa del Consumidor, Jorge Silva, señaló que Bolivia no solo abastece su mercado interno, sino que también alimenta a ciudades fronterizas de países vecinos. De acuerdo a la autoridad, a Brasil se lleva “cualquier cantidad” de ganado.
Argentina, el arroz y el azúcar. Al Perú, casi todos los productos, vale decir arroz, aceite, huevos y otros. Llegan especialmente a Lima, Arequipa, Puno, Desaguadero y otros puntos fronterizos. Lo mismo ocurre Brasil, donde los alimentos del contrabando no llegan a las grandes ciudades, sino a ciudades en fronteras.
Ante esta crisis, el Gobierno implementó medidas urgentes, como la militarización de las fronteras, especialmente con Perú, para frenar el contrabando.
Sin embargo, la escasez de productos esenciales, como el aceite de cocina, llevó a una decisión drástica: el 5 de diciembre, el Gobierno suspendió temporalmente la exportación de aceite comestible para garantizar el abastecimiento interno.
La prohibición de exportación fue un golpe a la industria nacional, especialmente a un sector que genera divisas para el país. Mario Herrera, director de Comunicación de Cainco, señaló que esta medida resultó en una restricción innecesaria de la salida de productos que aportaban dólares a la economía boliviana.
Ante la falta de resultados, el gobierno restableció la exportación de aceite y reforzó el control en las fronteras, donde se identificaron 190 puntos, de los cuales 150 son clandestinos, facilitando el contrabando.
El viceministro Silva destacó que la diferencia de precios entre Bolivia y sus países vecinos incentiva el contrabando, ya que los especuladores venden productos bolivianos a precios internacionales. El arroz, por ejemplo, supera los 400 bolivianos en mercados internacionales, mientras que en Bolivia se comercializa a precios más bajos.
En las zonas cercanas a Argentina, como en Aguas Blancas, las autoridades argentinas han lanzado el Plan Güemes para frenar este tipo de actividades ilegales, aunque los enfrentamientos entre contrabandistas y gendarmería han aumentado.
En respuesta, el presidente Luis Arce ha reforzado las inspecciones en la frontera con Perú, buscando frenar la salida ilegal de productos y proteger la economía boliviana.