Los amigos de Branko Marinkovic


En el Comité Cívico o en el gabinete de Áñez, Branko siempre ha dejado su sello por donde ha pasado y hoy es el más cercano a los círculos conservadores que lideran los Bolsonaro y Milei en el continente

Los amigos de Branko Marinkovic
Los amigos de Branko

 

Fuente: El País.bo



El nombre de la semana es Branko Marinkovic: magnate del aceite, expresidente cívico cruceño, exministro de Planificación primero y de Economía después con Jeanine Áñez entre otras cosas.

Branko se autonombró candidato a la presidencia en la exclusiva Conferencia de Acción Política Conservadora (CPAC) que reunió en Santa Catalina, Brasil, a lo más granado de la derecha conservadora del continente, entre ellos la familia de Jair Bolsonaro y los grandes nombres alrededor de Javier Milei. Ellos son, hoy por hoy, los principales amigos de un hombre que ha generado polémica a su alrededor siempre.

=> Recibir por Whatsapp las noticias destacadas

Al Comité Cívico cruceño siempre se le ha acusado de trabajar al servicio de los grandes poderes económicos de Santa Cruz, pero pocas veces un primer espada, como Branko Marinkovic, había asumido la responsabilidad en primera persona, algo que da cuenta de su carácter.

En aquella época Santa Cruz lideraba la lucha autonómica, un pulso que además escondía intereses profundos sobre el control de la tierra y que de alguna forma hacía las veces de único pulso con opciones para resistir el avance del proyecto hegemónico del MAS, que ya sumaba grandes mayorías políticas.

Marinkovic hizo binomio con Rubén Costas, que postuló a la Gobernación. Ambos administraban la acción política pero nunca hubo buena sintonía: unos lo atribuyeron a la pertenencia a logias distintas, otros a un asunto de personalidad. Como fuere, la relación se rompió a partir del caso del Hotel Las Américas, que investigaba la creación de una cédula terrorista para partir el país. Marinkovic optó por el exilio, Costas se quedó en Bolivia y al frente de la Gobernación por 14 años, el desacuerdo era evidente.

Durante todos los años que duró el exilio, Marinkovic administró con cautela sus apariciones. Bolivia “iba bien” y Brasil le ofrecía otras posibilidades. Hasta que los hechos extraordinarios de 2019 acabaron con Evo Morales exiliado en México y Jeanine Áñez en la presidencia contra todo pronóstico.

Áñez era la opción que más “se acercaba a lo dispuesto en la Constitución” y por ella apostaron Carlos Mesa y Tuto Quiroga, los dos expresidentes representados en aquella mesa de contacto de la zona sur de La Paz donde se pactó la transición. Camacho, el hombre clave en la caída de Morales, optaba por crear “una junta de notables”, pero al final lograron convencerle de que parecería demasiado un golpe de Estado.

La decisión tenía una pata cruceña que se volvió rápidamente compleja. Áñez era de los Demócratas del Beni y Costas la había apartado de cualquier posibilidad de reelegirse en esa elección, por lo que amistad precisamente no había. Además, Costas y su candidato Óscar Ortiz habían hecho una desastrosa campaña quedando cuartos por detrás del outsider Chi Hyun Chung incluso en Santa Cruz por lo que no había precisamente fortaleza institucional para decidir nada.

Las buenas gestiones de Ortiz, que seguía siendo senador, para pacificar el país les dio cierto margen de coordinación y se aceptó a Parada como ministro de Economía por su amplia experiencia en esas burocracias y unos meses después el propio Ortiz se incorporó al gabinete, pero la relación con Costas ya estaba deteriorada.

La dinámica cambio a finales de diciembre: Samuel Doria Medina, que había colocado a Arturo Murillo en el ministerio de Gobierno, fue tomando posiciones y ganando influencia. El plan era dar por finalizada la transición e iniciar una campaña electoral para aprovechar el supuesto tirón de Jeanine Áñez. Nadie hablaba de pandemia. Áñez liquidó a los cuadros de Luis Fernando Camacho y se protegió con los suyos. El día del Estado Plurinacional saltó la noticia de su inminente candidatura.

La pandemia se llevó por delante la fecha de las elecciones, pero la intención de voto nunca creció. Los escándalos se sucedieron. Parada renunció el 7 de julio, Marinkovic entró en el Ministerio de Planificación el 5 de agosto. El régimen transitorio con aspiraciones ya se tambaleaba. A finales de agosto Áñez tumbó su candidatura dejando de nuevo a Doria Medina y a los Demócratas sin bancadas. El 28 de septiembre Marinkovic asumió el ministerio de Economía. El 13 de noviembre Luis Arce Catacora ganó las elecciones con amplia mayoría cerrando un experimento que acabó en desastre. Marinkovic, de nuevo, no sacó un solo amigo de aquella etapa.

El retorno

Nadie sabe muy bien dónde vive Marinkovic, pero las últimas sentencias del TCP le habilitan como candidato, y aunque no tiene sigla, ha entrado con todo a la batalla, sobre todo en redes, donde ha cuestionado la unidad de Tuto Quiroga, Carlos Mesa y Samuel Doria Medina por una supuesta complicidad con el MAS. Marinkovic ha importado parte del vocabulario mileista y habla de “zurdos” e incluso “casta”.

A Marinkovic lo acusan también de haber sido agraciado con la restitución de miles de hectáreas por el mismo binomio del TCP que ha favorecido a Luis Arce de forma recurrente con sus decisiones. La sombra de la sospecha de para quién juega cada cual siempre aparece en estas lides de la oposición.

De momento no hay encuestas que hayan medido a Branko Marinkovic, o si las hay, ha pasado desapercibido. Su discurso y perfil es de nicho, apto para las redes que actúan como caja de resonancia y que sirven para objetivos a corto plazo. De momento ha hecho ruido, veremos las nueces.

Fuente: El País.bo


×