La semana pasada hemos conocido dos anuncios sobre incrementos en el salario mínimo en Latinoamérica. Primero, el gobierno argentino anunció que el salario mínimo vital y móvil se incrementará un 2,5% este mes (de $279 a $286), y que a este le seguirán incrementos escalonados de 2% en febrero y 1,5% en marzo. Después vimos un tuit de la presidente de México, Claudia Sheinbaum, celebrando que el salario mínimo mexicano había pasado del último al sexto lugar en Latinoamérica entre 2018 y 2025 (llegando a $415), y que este año se incrementará aún más hasta llegar a estar “tres veces por encima de la inflación.”
Aunque ambos anuncios iban en la misma dirección, hubo una fuerte y marcada diferencia entre ellos. La presidente de México celebró y se mostró orgullosa por el incremento en el salario mínimo, mientras que el portavoz presidencial argentino que hizo el anuncio, Manuel Adorni, casi que se disculpó por el mismo diciendo que el incremento era un “número razonable,” pero que, para el gobierno de Milei, “conceptualmente tener un salario mínimo es un error” y que esperaba que “cuando Argentina sea completamente normal… el salario mínimo deje de existir.”
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Adorni tiene razón y Shienbaum está equivocada. Mantener un salario mínimo (y encima incrementarlo) es una política muy perjudicial. Argentina lo mantiene por razones políticas, pero las declaraciones de Adorni muestran que el gobierno de Milei tiene el norte claro. No se puede decir lo mismo de México o del resto de los países de la región que siguen pensando que incrementos en el salario mínimo son un requisito para el desarrollo… como si los países se pudieran desarrollar, decretando que los trabajadores ganen más… Nosotros mismos sufrimos de esa miopía cada año a medida que nos acercamos al primero de mayo.
¿Por qué es tan perverso el salario mínimo? Fundamentalmente, porque causa desempleo e informalidad. Piénselo. ¿Qué pasa si sube el precio de los zapatos? Compramos menos zapatos. Pues lo mismo pasa con trabajadores. ¿Qué pasa si sube el precio de contratar porque las empresas deben pagar un salario mínimo? Las empresas contratarán menos trabajadores generando desempleo o se verán obligadas a pasar al sector informal. En el sector informal pueden escapar de la norma y contratar por debajo del salario mínimo, pero a costa de renunciar a existir formalmente y, por lo tanto, a crecer y desarrollar economías de escala.
Súmele a la legislación sobre salario mínimo las regulaciones sobre aguinaldo, doble aguinaldo, vacaciones, seguridad social, justificación de despido, licencias, bonos, etc., y lo que tenemos es un sistema que hace que contratar personal en el país cueste un ojo de la cara. Esta es una de las razones que hacen que exista muy poco emprendimiento en Bolivia y que el 85% de la actividad económica esté en el sector informal. No se tiene que ser un connotado economista para entenderlo.
¿Cuál es, entonces, la mejor política para crear empleo formal? La ausencia de una política de empleo, vale decir, la desregulación del mercado laboral. Si queremos que se contrate más tenemos que hacer que contratar sea más fácil y barato. Esto se logra sacando al Estado del medio y dejando que sean las libres fuerzas de la oferta y la demanda las que determinen el salario en lugar de que lo hagan unos burócratas bajo presión de sindicatos y objetivos políticos.
La izquierda critica esta postura diciendo que la desregulación del mercado laboral “desprotege” a los trabajadores cuando es exactamente al revés. Son las regulaciones laborales, diseñadas en teoría para protegerlos, las que los dejan desamparados sin empleo o con un empleo informal e ilegal. La presidente de México haría bien en dejar de presumir que el salario mínimo en ese país se está incrementando porque eso solo condena a más jóvenes mexicanos al desempleo, la informalidad, la migración ilegal o, lo que es peor, la violencia del narco y los carteles.
Antonio Saravia es PhD en economía (Twitter: @tufisaravia)