Hace 200 años, el 14 de febrero de 1825, el patriota José Manuel «el Colorado» Mercado ingresaba a la Plaza de Armas de Santa Cruz de la Sierra proclamando la independencia cruceña, luego de 15 años de guerra con batallas cruentas, en una de las cuales, en El Pari, el gobernador y comandante de las fuerzas patriotas, Ignacio Warnes, perdió la vida.
Fuente: https://ideastextuales.com
Desde su fundación, en 1561, Santa Cruz de la Sierra ha sido una gesta de autosuperación por la fortaleza y la resiliencia de sus hijos con la mirada puesta en el ejercicio de su libertad, su cultura y su emprendimiento.
Y también una lucha de resistencia ante el gobierno central de Bolivia, el nuevo país que se constituyó al norte de las Provincias Unidas del Sur, al oeste del Perú y al este de Brasil, seis meses después de aquella dura conquista de independencia.
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Larga es la historia como la lista de propuestas y demandas de Santa Cruz, como las vejaciones a su derecho a la libertad y la autodeterminación dentro de la historia boliviana. Perdió de dos terceras partes de su territorio por antojo del gobierno nacional de turno, perdió mujeres y hombres en guerras y luchas fratricidas que no promovió, perdió la autonomía con la que nació, deliberó y decidió, a través de sus Cabildos, perdió la tuición sobre sus tierras encantadas, perdió la potestad sobre sus recursos de regalías y coparticipación, mermados y reasignados a gastos del gobierno central en competencias que el propio centralismo nacional decidió que fueran privativas de su nivel de administración.
200 años después, contra los vientos oscurantistas y las mareas centralistas, Santa Cruz crece en población y en economía como ningún otro sitio del país, recibe miles de migrantes del interior y del exterior en busca del Kandiré y a insuflarse del mítico Iyambae, las legendarias fuerzas que -como cruzar el Piraí- hacen de los cruceños una nación que vive su libertad sin esperar nada de nadie.
Desde el altiplano y también en las voces cruceñas críticas, le han observado en tono de reclamo en distintas épocas su falta de ambición política nacional para ganar el espacio de poder que la libere de las necias recetas de la esquina de la Plaza Murillo que la condenan – como cada uno de los otros 8 departamentos del país – a absurdas legislaciones nacionales como si Santa Cruz tuviera las necesidades de Pando o de Oruro y estos las características de Chuquisaca o de Potosí o de Tarija. Gracias a Santa Cruz arremetiendo democráticamente por su autonomía plena contra la embestida del neocentralismo secante de principios del siglo XXI, más temprano que tarde los otros 8 departamentos se sumaron a elegirla como forma de gobierno de cada uno de ellos.
Fue así que casi dos siglos después de la independencia cruceña, Santa Cruz eligió y reeligió a su primer Gobernador por voto popular y dos años atrás, eligió a su segundo Gobernador también por mayoría absoluta.
Hoy, 14 de febrero de 2025 las autoridades y las instituciones cruceñas exigieron al gobierno centralista nacional que fuera feriado en conmemoración a aquella gesta iniciada en 1810 que culminó con el ingreso victorioso del Colorao Mercado a la Plaza de Armas vitoreando «¡Santa Cruz libre!». Lo exigieron porque la autonomía lograda fue obligada a adecuarse a la Constitución centralista de 2009 y entre las grandes tajadas cercenadas en las potestades más fundamentales inherentes a la esencia cruceña también se llevaron la minucia del poder de declarar feriado una fecha identitaria regional.
Pero feriado o no feriado, los 200 años de independencia cruceña se cumplen hoy -porque no hay fecha que no llegue en el tiempo- y entre actos conmemorativos, condecoraciones, puestas en escena y canciones, extrañé que las banderas no se izaran a media asta; que las bandas y los programas oficiales no establecieran un alto de protesta; que el sillón vacío de Warnes, de Ibáñez, de Costas y de Camacho, con una banda cuidadosamente planchada recostada sobre su respaldar, faltara en el Tedeum, en las ofrendas florales, en las testeras, en las butacas teatrales, en los brindis alusivos.
La gesta de Warnes y del Colorao Mercado contra la Corona española, salvando la diferencia de las épocas y sus medios de confrontación, tiene en la gesta de los 21 días de 2019 contra el intento vitalicio del régimen centralista y opresor de Evo Morales a un líder indiscutible como lo fue Luis Fernando Camacho, donde los peros caen bajo el peso de su arrojo, su determinación y su conducción, que guió y sostuvo a millones de cruceños (y de bolivianos) en las calles y las plazas del país defendiendo el voto que pretendía ser usurpado por el tirano.
Evo Morales nunca más fue el mismo después de octubre de 2019. Un cívico, abogado y empresario de la clase media alta cruceña lo había enfrentado, apoyado en Cabildos autoconvocados por centenares de miles de cruceños al pie del Cristo Redentor, pidiéndole la renuncia tras el fraude electoral a favor de sí mismo, tal como pública y oficialmente lo denunciaran la Organización de Estados Americanos y la OEA. Santa Cruz, la que el Occidente nacional apunta como incapaz de tener espalda para la política nacional, otra vez había puesto el pecho y la garra para recuperar la democracia.
Y Santa Cruz eligió por voto popular como Gobernador a Luis Fernando Camacho. Y Santa Cruz, perpleja y espantada, vio como -sin casualidad que medie- un 28 de diciembre el gobierno neocentralista secante nacional dirigido por el delfín de Evo Morales secuestraba en sus calles, con perversidad, alevosía y fines de aleccionamiento, a su Gobernador.
Hoy, 14 de febrero de 2025, el régimen otorgó a Santa Cruz el feriado que reclamaba y le negó la libertad a su Gobernador electo y preso en una cárcel de máxima seguridad a 4.000 m.s.n.m. y a 1000 km. de su tierra.
Camacho, solo y enmanillado para dar quince pasos entre el vehículo que lo transportó desde Chonchocoro hasta la puerta del juzgado que lo sigue condenando a defenderse encarcelado, rodeado de decenas de policías pertrechados como para realizar un operativo antinarcóticos como el que no se animan y postergan de efectuar en el Chapare para detener al fraudulento y prófugo de la justicia, era el Gobernador con la bandera verde, blanco y verde cruzada en el pecho honrando el honor de la investidura de la autoridad electa en la fecha de la libertad de los cruceños.
Hoy, a 200 años, mi bandera a media asta flamea en la puerta de la casa del mango, mi corazón grita: ¡Siempre libres! y mi espíritu resiste a pesar de tanta anomia alrededor, porque Santa Cruz hoy es menos libre que nunca, y su Gobernador, preso con la bandera en el pecho, es el ícono más trágico del Bicentenario cruceño.
Por Gabriela Ichaso.