Julio Córdova y Paul Antonio Coca hablan sobre cómo la inflación, junto a la escasez de dólares y combustibles, está modificando rápidamente las percepciones de la ciudadanía boliviana en un año electoral.
Por Pablo Deheza
Fuente: La Razón
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La situación política en Bolivia se encuentra en un momento de transición crítica, marcada por una profunda crisis económica que ha derivado en un malestar social. Este escenario contrasta con el ciclo electoral de 2019 y 2020, donde la polarización política y social era el eje central del debate. En una entrevista exclusiva con Animal Político, de La Razón, Julio Córdova, investigador social y director ejecutivo de Diagnosis, y con Paul Antonio Coca, abogado y consultor, se analizan los principales factores que están moldeando el panorama político actual, con miras a las elecciones presidenciales de agosto de 2025.
La crisis económica es, sin duda, el factor más determinante en el escenario político actual. Según Julio Córdova, en 2019 y 2020 la insatisfacción no estaba centrada en la economía, sino en la polarización política y social. Sin embargo, en 2025, la situación es radicalmente diferente. «En la actual coyuntura, la polarización, aunque existe, se ha debilitado profundamente, ya no es el elemento central para entender el nuevo escenario político», afirma Córdova.
Crisis y consecuencias en las elecciones 2025
La economía boliviana ha experimentado un deterioro significativo en los últimos años. Paul Antonio Coca destaca que «la ausencia de dólares, la subida de precios, la escasez de carburantes y la inflación han generado un descontento generalizado». Este malestar se ha traducido en una caída drástica en la aprobación del gobierno de Luis Arce. Córdova señala que «si a finales del 2023 la aprobación de la gestión de Arce rondaba por el 42%, a finales del 2024 la aprobación de Arce estaba en menos del 10%, incluso en algunas encuestas estaba en menos del 5%». Esta vertiginosa caída refleja el profundo descontento de la población con la situación económica.
La crisis económica ha generado una demanda de renovación en los actores políticos que se manifiesta este 2025. Córdova explica que «ahora la gente, mucha gente está esperando una renovación de actores políticos, porque resulta que los actores políticos de ahora parecen una fotografía envejecida del escenario que vivió el país en los años 90». Esta demanda de renovación es un factor que está reconfigurando el panorama político boliviano.
La situación del MAS
El Movimiento al Socialismo (MAS), que ha dominado la política boliviana durante casi dos décadas, enfrenta un momento de debilidad. La crisis económica ha erosionado su base de apoyo, especialmente entre los sectores populares que históricamente lo han respaldado. Córdova señala que «los sectores de clases bajas que han tenido una mejora en sus condiciones de vida durante los años dorados del ciclo rosa de América Latina y que han accedido sobre todo a la educación superior, a la universidad, y han tenido una economía más estable, han dejado de tener una cultura sindical, una cultura popular, de movilización gremial, y han asumido valores de clase media de superación individual a partir de la educación superior».
Este cambio en los valores y aspiraciones de los sectores populares ha debilitado la base social y electoral del MAS. Además, la falta de movilización de los jóvenes de clases bajas durante la crisis de principios de la década también ha contribuido a esta debilidad. Córdova explica que «en la coyuntura del 2019 y 2020, los jóvenes de clases bajas no se han movilizado, ni siquiera durante el paro nacional de julio y agosto del 2020, para presionar que se realicen las elecciones. Se movilizaron los clásicos sindicatos, que han parado el país, pero no los jóvenes de clases bajas que han accedido a la universidad».
Dudas oficialistas
Dentro del MAS, también hay un debate interno sobre el futuro del partido. Andrónico Rodríguez, una figura emergente dentro del partido oficialista, ha comenzado a distanciarse del discurso tradicional del MAS, adoptando un enfoque más liberal en algunos aspectos. Paul Antonio Coca destaca que «Andrónico Rodríguez viene de la ciudad de Santa Cruz de la Sierra y directamente lo que hace él es dar un discurso que es un guiño al empresariado, al emprendedor; a esos sectores que el MAS no ha potenciado». Este giro en el discurso de Rodríguez, explica el abogado, refleja la necesidad del MAS de adaptarse a un nuevo escenario político y económico.
La situación de las oposiciones en 2025
Las oposiciones en Bolivia enfrentan un desafío similar al del MAS: la necesidad de renovación. Sin embargo, según Córdova, algunos candidatos opositores parecen estar anclados en el pasado. «Parecería que algunos candidatos opositores todavía se han quedado en el escenario del 2019 y 2020. Están estructurando su proyecto, su discurso electoral en esa oposición radical con el MAS”, afirma.
Paul Antonio Coca coincide en que la oposición ha tenido dificultades para presentar propuestas sólidas y atractivas para la población. «Uno de los motivos de tantas derrotas por 20 años era que en todo ese tiempo solo hacían críticas al gobierno y nunca daban una propuesta seria y sólida y que la gente entienda», señala. Sin embargo, en esta elección, algunos candidatos opositores están intentando presentar soluciones a la crisis económica. Coca cita como ejemplo a Samuel Doria Medina, quien ha prometido que en 100 días habrá dólares disponibles, una propuesta que busca atraer a un electorado descontento con la escasez de divisas.
Chi Hyun Chung y Manfred Reyes Villa
Dos figuras que han ganado relevancia en este nuevo escenario político son Chi Hyun Chung y Manfred Reyes Villa. Ambos representan a sectores descontentos con el MAS y las oposiciones tradicionales, pero con enfoques diferentes.
Chi Hyun Chung, un candidato de origen coreano, ha logrado captar el apoyo de los sectores más pobres y precarizados de la sociedad boliviana. Córdova explica que «Chi es más peligroso para el MAS porque, según las encuestas de Diagnosis, el apoyo electoral a Chi son estratos más pobres, es decir, estratos típicamente de la clase baja y algunos estratos de pobreza». Estos sectores, que antes apoyaban al MAS, ahora buscan una alternativa que les ofrezca esperanza de cambio. «Si es que durante la gestión de Evo Morales y de Arce su vida no ha cambiado, y peor aún, si es que en el último año de gestión de Arce su vida ha empeorado en estos sectores vulnerables, entonces hay una tendencia a apostar por alguien completamente nuevo, hasta exótico, con la esperanza de que ese nuevo signifique para ellos algo diferente a partir del 2025», agrega Córdova.
Por otro lado, Manfred Reyes Villa, un político con una larga trayectoria en Bolivia, busca posicionarse como una opción intermedia entre el MAS y las oposiciones tradicionales. Córdova señala que «Manfred está en la frontera y por lo tanto no es tan peligroso para el MAS como Chi». Reyes Villa ha logrado atraer a segmentos de la clase media-baja y a algunos sectores de la clase baja ascendente, que buscan un cambio, pero no un giro radical.
Santa Cruz
Santa Cruz, el departamento más poblado y productivo del país, enfrenta una paradoja: a pesar de su creciente importancia no ha logrado generar un liderazgo político que refleje su peso en la política nacional. «¿Por qué si Santa Cruz es la locomotora económica de Bolivia y por qué si Santa Cruz es la síntesis de toda Bolivia a partir de la migración que ha habido durante décadas, no surge un liderazgo político que pueda reflejar esta realidad económica y social de Santa Cruz?», se pregunta Córdova.
La élite cruceña, que lideró las movilizaciones regionales entre 2007 y 2009, ha perdido influencia política. Córdova señala que «esta élite tradicional de Santa Cruz tuvo una derrota histórica de la cual no se ha recuperado». Figuras como Branco Marinkovic y Luis Fernando Camacho, que en su momento fueron líderes regionales prominentes, han visto disminuir su influencia. Camacho, en particular, ha perdido apoyo tras una gestión sin resultados relevantes como gobernador de Santa Cruz. «Después de las elecciones para gobernador tuvo una gestión desastrosa desde mi punto de vista y perdió liderazgo, según muestran las encuestas de Diagnosis, desde el 2023», afirma Córdova. Esto apunta a las consecuencias del paro de los 36 días entre octubre y noviembre de 2023, un hecho que marcó un antes y un después en la política cruceña.
Desafíos de los actores políticos, 2025 y más allá
Los actores políticos en Bolivia enfrentan varios desafíos de cara a las elecciones de 2025. En primer lugar, deben presentar propuestas concretas y atractivas para un electorado descontento y cansado de la polarización. Paul Antonio Coca destaca que «la gente quiere a alguien que le facilite la vida y la ayude a mejorar». Esto implica no solo ofrecer soluciones técnicas a la crisis económica, sino también comunicarlas de manera clara y accesible.
En segundo lugar, los candidatos deben lidiar con un marco constitucional que limita las posibilidades de ajustes estructurales. Coca señala que «muchos de estos cambios pueden pasar por modificar la Constitución Política del Estado y no se sabe si estarán en condiciones de hacerlo. Además, el último que quiso modificar la Constitución fue Evo Morales y ya sabemos cómo terminó esta historia». Esto plantea un desafío para aquellos candidatos que prometen transformaciones de fondo en el modelo económico y político del país.
Ambos analistas coinciden en que los actores políticos deben enfrentar en 2025 la demanda de renovación que surge de un electorado que busca nuevas caras y propuestas. Tanto el MAS como las oposiciones tradicionales tendrán que adaptarse a este nuevo escenario si quieren mantenerse relevantes en la política boliviana.
EL ESQUEMA DE LOS TRES GRUPOS SOCIALES
La política boliviana ha experimentado una profunda transformación en las últimas décadas, marcada por la polarización, la movilización social y la emergencia de nuevos actores políticos. Julio Córdova observa que el campo político boliviano se ha estructurado en torno a tres grupos sociales principales: las clases medias, las clases bajas y un sector intermedio. Este esquema, que Córdova denomina «los tres tercios», resulta esclarecedor para entender la dinámica política del país desde principios de los años 2000 hasta la actualidad, con miras a las elecciones de 2025.
Córdova explica que el campo político boliviano se ha dividido en las últimas décadas en tres grupos sociales, cada uno con sus propias características y preferencias electorales. Este esquema, explica, se configuró con claridad en las elecciones de 2002, cuando Bolivia experimentó un triple empate entre tres candidatos: Gonzalo Sánchez de Lozada (Goni), Manfred Reyes Villa y Evo Morales.
El tercio superior: las clases medias
Este grupo está compuesto por las clases medias urbanas, que tradicionalmente han apoyado políticas de ajuste estructural y reformas económicas de corte neoliberal. En 2002, este sector se decantó por Gonzalo Sánchez de Lozada, quien representaba una continuidad con las políticas económicas implementadas en los años 90. «El primer espacio son las clases medias, que apoyaron en su momento, en gran parte, la propuesta de ajuste estructural de los años 90», explica Córdova. Este grupo ha mantenido una postura fuertemente antimasista, rechazando el proyecto político del actual oficialismo y apoyando a candidatos de oposición como Samuel Doria Medina y Jorge Quiroga.
El tercio inferior: las clases bajas
Este grupo está conformado por los sectores populares e indígenas y las clases bajas, que históricamente han rechazado las políticas de ajuste estructural y han buscado una mayor inclusión social y económica. En 2002, este sector apoyó masivamente a Evo Morales, quien obtuvo alrededor del 22% de los votos. «El segundo espacio, de los sectores populares, de clases bajas, que siempre estuvo rechazando las políticas de ajuste estructural, aún en los años 90, y que durante los esos años se expresó en votos por Condepa (Carlos Palenque) y la UCS (Max Fernández), se expresó en el año 2002 en el apoyo a Evo Morales», señala Córdova. Este grupo ha sido la base electoral del MAS durante casi dos décadas, aunque en los últimos años ha mostrado signos de descontento.
El tercio intermedio: la clase media-baja
Este grupo, que Córdova describe como un «escenario intermedio», no se identifica plenamente ni con las clases medias ni con las clases bajas. Está compuesto por sectores de la clase media-baja y algunos segmentos de la clase baja ascendente. En 2002, este sector apoyó a Manfred Reyes Villa, quien representaba una opción intermedia entre el neoliberalismo de Goni y el populismo de Evo Morales. «El tercer espacio, que podría ser un escenario intermedio, que ni corresponde plenamente a las clases medias, que apoyaron a Goni, ni corresponde totalmente a las clases bajas, que apoyaron a Evo Morales, sino está asociado a la clase media-baja y un poco en grupos superiores de la clase baja», explica Córdova.
La ruptura del esquema de los tres tercios (2005-2014)
A partir de 2005, con la llegada de Evo Morales al poder, el esquema de los tres tercios comenzó a romperse. Morales logró consolidar una base electoral que incluía no solo a las clases bajas, sino también a una parte significativa del tercio intermedio. Córdova señala que «desde el referéndum revocatorio de mandato del 2008 hasta el 2014, casi dos tercios votaron por él». Este periodo marcó la hegemonía electoral del MAS, que logró atraer a sectores que antes apoyaban a candidatos como Manfred Reyes Villa.
Sin embargo, esta hegemonía comenzó a debilitarse después del referéndum constitucional de 2016, cuando el apoyo al MAS empezó a disminuir. Córdova explica que «después del referéndum del 2016, se tendió a romper esa hegemonía electoral del MAS, que alcanzaba los dos tercios, y poco a poco ha ido disminuyendo». Este debilitamiento se debe, en parte, a la movilidad social ascendente de los sectores populares, que han adoptado valores de clase media y han dejado de identificarse plenamente con el discurso dirigido a los pobres del MAS.
El regreso al esquema de los tres tercios en 2025
Para las elecciones de 2025, Córdova plantea que Bolivia ha vuelto al esquema de los tres tercios, aunque con algunas diferencias respecto al escenario de 2002. «Ahora hemos vuelto un poco al escenario de los tres tercios del que partimos en el 2002», afirma. Sin embargo, la polarización entre los extremos no es la misma, y hay un mayor espacio para candidatos que buscan representar a los sectores descontentos con el MAS y las oposiciones tradicionales.
Las clases medias antimasistas. Este grupo sigue siendo fuertemente contrario al MAS y apoya a candidatos de oposición como Samuel Doria Medina y Jorge Quiroga. Sin embargo, su influencia electoral ha disminuido en comparación con años anteriores, debido a la creciente fragmentación del campo opositor y la emergencia de nuevas figuras políticas.
Las clases bajas y el voto duro del MAS. Aunque el MAS sigue contando con un «voto duro» de alrededor del 20%, este sector ha mostrado signos de descontento, especialmente entre los jóvenes de clases bajas que han accedido a la educación superior. «Los jóvenes de clases bajas ya no tienen esa actitud antipitita, antineoliberal, sino están dispuestos a apoyar a un mejor candidato que les parezca bien», explica Córdova. Este cambio en las preferencias electorales de los sectores populares ha debilitado la base social del MAS.
Desacoplamiento en 2025
El tercio intermedio, los descontentos. Este grupo, que no se identifica plenamente ni con el MAS ni con las oposiciones tradicionales, ha ganado relevancia en el escenario político actual. Córdova señala que «en ese espacio intermedio no polarizado, se ubican Manfred Reyes Villa y Chi Hyun Chung». Estos candidatos representan a sectores que buscan un cambio, pero no necesariamente un giro radical. Manfred Reyes Villa, en particular, ha logrado atraer a segmentos de la clase media-baja y a algunos sectores de la clase baja ascendente, mientras que Chi Hyun Chung ha captado el apoyo de los sectores más pobres y precarizados.
La evolución del campo político boliviano, explicada por Julio Córdova a través del esquema de los tres tercios, refleja los cambios sociales, económicos y políticos que ha experimentado el país en las últimas décadas. Desde el triple empate de 2002 hasta la hegemonía del MAS y su posterior debilitamiento, el esquema que plantea el director ejecutivo de Diagnosis es clave para entender la dinámica electoral en Bolivia. En 2025, el regreso al esquema de los tres tercios, aunque con matices, sugiere un escenario político más fragmentado y diverso, donde las demandas de renovación y cambio serán centrales en la contienda electoral.
Fuente: La Razón