Muerto heroicamente el coronel Ignacio Warnes en la sangrienta batalla de El Pari, dos hombres cubrieron el escenario militar de Santa Cruz durante nueve años de guerra: el coronel patriota José Manuel Mercado, conocido como el “Colorao”, y el brigadier realista Francisco Javier Aguilera, el “feroz”, ambos cruceños, y, además, jurados enemigos.
Mercado, al decir de varios estudiosos, se había formado en los ejércitos reales en Cochabamba, que, durante algunos años, en la larga guerra emancipadora, fue la capital de nuestro actual Departamento. Luego pasó a La Paz y participó en la revuelta del 16 de julio de 1809 encabezada por Murillo. Aplastada la sedición por el implacable Goyeneche, ejecutados sus principales inspiradores, el “Colorao” fugó al Perú y lo volvimos a encontrar en Buenos Aires, donde se integró al ejército platense o Ejército del Norte. No existe una documentación precisa sobre Mercado en esos años, pero afirman los historiadores que en Buenos Aires conoció a Ignacio Warnes y que conformó las huestes del brigadier Rondeau en el cerco a Montevideo y que también acompañó a las tropas del general Belgrano en su incursión a Paraguay. Incorporado plenamente en el Ejército del Norte combatió a órdenes de Belgrano en las victoriosas batallas de Tucumán y Salta. Sin embargo, estando en Potosí, Belgrano destinó a Warnes como gobernador de Santa Cruz y con él se fue Mercado, con lo que ambos se libraron de sufrir o morir en las derrotas de Vilcapugio y Ayohuma.
El «Colorao” tuvo una destacada participación al mando de una parte de la caballería patriota en la batalla de La Florida, bajo las órdenes de Arenales y Warnes. La victoria de La Florida el 25 de mayo de 1814, donde Warnes remató a sablazos al jefe español coronel Blanco que había caído de su caballo, hizo que los ejércitos del Rey desistieran de su propósito de tomar las Provincias Unidas del Rio de La Plata, al extremo que, en Buenos Aires, sabedores del triunfo de La Florida, los ciudadanos echaron campanas al aire y se produjeron escenas de franca alegría.
Luego vino la campaña de Chiquitos cuando Warnes marchó en persecución de los españoles Udaeta y Altolaguirre y dejó a Mercado para resguardar Santa Cruz. Warnes obtuvo la gran victoria de Santa Bárbara que eliminó el peligro de que los portugueses (los brasileños) se apoderaran de las tierras chiquitanas. Fue un rotundo triunfo del coronel Warnes en el que murió el jefe español Udaeta.
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Pero el peligro rondaba como un tigre al asecho, para mal de los patriotas: un camba de buena cepa, el brigadier Francisco Javier Aguilera, iniciado como religioso en el Seminario de Charcas, había tomado las armas incorporándose al ejército realista, con fervor. Algunos cruceños abrazaron la causa del Rey, así como muchos otros, la independencia. Aguilera fue enviado por el victorioso general Goyeneche para que apaciguase las “republiquetas” de Camargo, Padilla y Warnes. El “feroz” brigadier se deshizo de Camargo y derrotó a Padilla en La Laguna, haciéndole cortar la cabeza como escarmiento. Luego partió hacia Santa Cruz, su tierra, donde tenía cuentas que ajustar.
Apareció sorpresivamente por donde no se lo esperaba y hubo que enfrentarlo abiertamente. Se dio la batalla de El Pari el 21 de noviembre de 1816, en la que Aguilera venció alentado porque Warnes fue muerto en combate y pese a que el “Colorao” Mercado, había desbaratado y perseguido a la caballería realista hasta las proximidades de Peji. A partir de ese momento, cuando la cabeza cortada de Warnes fue exhibida en la plaza de Santa Cruz, se acabó el Ejército Cruceño, y con los restos de las tropas derrotadas y el apoyo de indios guaraníes, Mercado se instaló en la región de Saipurú, actual provincia de Cordillera, y desde allí le hizo una guerrilla perpetua al brigadier Aguilera, osando en alguna oportunidad, como en la noche de Navidad de 1819, retomar por algunas horas la ciudad.
Fue Mercado quien el 14 de febrero de 1825, derrotados los ejércitos españoles por Bolívar y Sucre, entró con sus hombres en nuestro cálido y polvoriento pueblo sin necesidad de combatir, siendo designado como gobernador, cargo muy justo, pero que, en poco tiempo, le fue retirado por órdenes de Sucre. Desde entonces, a partir de esa fecha histórica, hasta hoy, Santa Cruz sería gobernada desde Chuquisaca o La Paz.
Mercado, poco entusiasta con los ejércitos colombianos y haciendo su propia guerra durante años, no entró en los planes de las nuevas autoridades criollas, muchas de las cuales no habían luchado contra Aguilera y, peor, habían sido sus partidarios. Algunos afirman que murió abandonado y pobre, lo que pudo suceder. Aunque René Moreno en su estudio “Nicomedes Antelo”, narra que murió en su casa de esta forma:
- ¿Qué deseáis, qué os gustaría, mi oro y mi rey? – le dijo con ternura al oído el viejo sirviente del solar en momentos que advertía en su amo un desasosiego indecible, que era la agonía.
- Que me saques de aquí a este par de collas – balbuceó el moribundo, señalando al prefecto y al deán de la catedral, que eran cochabambinos.
Hecho, recitó el militar unos cuántos latines y se murió tranquilo.