En su mensaje a la Asamblea General de la Pontificia Academia para la Vida, firmado en el Policlínico Gemelli, Francisco analiza la actualidad en la que se entrecruzan guerras, epidemias, cambio climático y riesgos de las nuevas tecnologías: «No será la tecnocracia la que nos salve». Constata la «progresiva irrelevancia de los organismos internacionales» y denuncia la «ley del más fuerte» como deshumanizadora.
Edoardo Giribaldi – Ciudad del Vaticano
Fuente: Vatican News.va
Los múltiples matices de una «policrisis» global en la que se entrecruzan conflictos, cambio climático, cuestiones energéticas, epidemias, fenómenos migratorios e innovación tecnológica. La respuesta a estos desafíos es cada vez más compleja en un mundo que asiste a la «progresiva irrelevancia» de los organismos internacionales, a menudo cegados por dinámicas políticas «cambiantes» destinadas a promover «intereses particulares y nacionales». Un contexto dominado por la «ley del más fuerte», que «deshumaniza». En su mensaje a la Asamblea General de la Pontificia Academia para la Vida, el Pontífice hace una «instantánea» ideal de la condición de la comunidad mundial. Desde la décima planta del Hospital Gemelli de Roma, donde se encuentra hospitalizado desde el 14 de febrero y desde donde firma el mensaje difundido el lunes 3 de marzo, el Papa constata la «profunda resistencia al cambio, como individuos y como sociedad». En este contexto, invita a reflexionar sobre la pandemia del Covid, calificándola de oportunidad «desperdiciada», por no haber propiciado una verdadera «transformación de las conciencias y de las prácticas sociales», como pide la exhortación apostólica Laudate Deum.
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Revisar los parámetros de la cultura y la antropología
Para progresar y «no permanecer inmóviles, anclados en nuestras certezas, hábitos y temores», se hace indispensable prestar oídos a la voz de la ciencia. Un tema «decisivo», el de la escucha, promovido también a través de la última Asamblea de los Obispos, dedicada precisamente al tema de la sinodalidad.
“»En el encuentro con las personas y sus historias y en la escucha del saber científico, nos damos cuenta de hasta qué punto nuestros parámetros sobre la antropología y las culturas requieren una profunda revisión».”
«Este fue también el origen de la intuición de los grupos de estudio sobre algunos temas que surgieron durante el camino sinodal», escribe el Papa, diciendo que es consciente de que algunos miembros de la PAV forman parte de ella, valorando el trabajo realizado por la Academia en años pasados. «Un trabajo por el que estoy muy agradecido».
La visión amplia de la ciencia
La ciencia, lejos de ser un saber árido, ofrece una visión «dinámica» de la naturaleza entendida como una «creación continua» que debe interpretarse no con mentalidad tecnocrática: «Nuestra manera de entender la ‘creación continua’ debe ser reelaborada, sabiendo que la tecnocracia no nos salvará: seguir una desregulación planetaria utilitarista y neoliberal significa imponer la ley del más fuerte como única regla; y es una ley que deshumaniza».
Un enfoque transdisciplinar que el filósofo y jesuita Pierre Teilhard de Chardin resumió con esta reflexión: «Me pregunto si no es necesario que alguien tire la piedra en el estanque -es más, que acabe siendo ‘asesinado’- para abrir el camino». Una reflexión que pone «en el centro la categoría de relación e interdependencia entre todas las cosas, situando al homo sapiens en estrecha conexión con todo el sistema de lo viviente».
Impulso hacia la «verdadera vida»
Un camino, un viaje de hecho, que no puede prescindir de la esperanza, entendida no como «resignación» sino como impulso hacia «la vida verdadera, que lleva mucho más allá del estrecho perímetro individual».
“Como nos ha recordado el Papa Benedicto XVI, la esperanza está ligada a la unión existencial con un «pueblo» y sólo puede realizarse para cada individuo dentro de este «nosotros» (Spe salvi).”
Promover el «multilateralismo» para el «bien común»
También por esta «dimensión comunitaria de la esperanza», ante «una crisis compleja y planetaria», subraya el Papa Francisco, «estamos urgidos a valorar los instrumentos de alcance global». También ante «una progresiva irrelevancia de los organismos internacionales, que también se ven minados por actitudes miopes, preocupadas por proteger intereses particulares y nacionales». Por ello, es necesario luchar «con determinación» por «organizaciones mundiales más eficaces, dotadas de autoridad para asegurar el bien común global, la erradicación del hambre y la miseria, y la defensa cierta de los derechos humanos fundamentales».
“Esto promueve un multilateralismo que no dependa de las cambiantes circunstancias políticas o de los intereses de unos pocos y que tenga una eficacia estable.”
«Se trata -concluye el Papa- de una tarea urgente que concierne a toda la humanidad».
Fuente: Vatican News.va