¿Qué está haciendo Eduardo del Castillo?


El ministro de Gobierno ha sido clave en la ruptura del MAS, pero las dudas en la aprehensión de Morales y los escándalos del narcotráfico le castigan

Miguel V. de Torres

¿Qué está haciendo Eduardo del Castillo?



La Mano del Moto

Fuente: https://elpais.bo

En todo el proceso de deterioro de las relaciones en el Movimiento Al Socialismo (MAS), que ha acabado con la destrucción total del núcleo, el ministro de Gobierno Eduardo del Castillo ha jugado un rol fundamental y desencadenante junto al exministro de Justicia, Iván Lima, que ya fue “sacrificado” en una de esas últimas mediaciones gestionadas desde el Grupo de Puebla y que detuvo la marcha de Evo Morales hasta plaza Murillo.

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Fue en septiembre de 2024, empezaba a escasear el combustible y el gobierno estaba contra la pared, pero por alguna razón el evismo se replegó al Chapare donde instaló bloqueos que, a la larga, sirvieron para culparles de esa escasez. Fue el momento álgido de Eduardo del Castillo, que coordinó el operativo con el que ingresó al Chapare y fue levantando los bloqueos y provocando una crisis interna en el evismo que todavía perdura, pues los enfrentamientos entre los que resistieron y los que pidieron “viáticos” fue notoria.

En paralelo, el día que Lima salió del gabinete advirtió que se reactivaría la denuncia por los vínculos de Morales con el estupro y así fue. La Fiscal de Tarija, Sandra Gutiérrez instruyó un proceso contiguo por trata de menores y aunque la orden rápida fue abortada, el proceso largo dejó una orden de aprehensión contra Morales, confirmada judicialmente desde enero, que todavía está vigente.

La desaparición

Poco después de aquello, Del Castillo se pidió unos días libres por un “asunto personal”, y los más osados especularon con que andaba coordinando al fin el operativo de aprehensión de Evo Morales, que él mismo describió como su misión de vida, pero no. Probablemente simplemente estuvo de vacaciones en algún lugar exótico. O calculando sus opciones electorales.

Del Castillo fue la primera cabeza solicitada desde el evismo, y aquello se convirtió en un pulso personal. Del Castillo había llegado al gabinete medrando desde la Asamblea Plurinacional de la mano de Adriana Salvatierra, acreditada evista, pero no dudó en cambiar de bando en cuanto las cosas se pusieron complicadas.

El evismo le acusó directamente de tener vínculos con el narcotráfico, lo que suponía una escalada en la hostilidad muy seria. Morales llegó a mostrar unos audios de la Umopar donde aparentemente se le atribuían instrucciones para proteger a ciertos grupos. La Asamblea intentó censurarlo dos veces, y a la tercera, por un asunto de legalización de autos chutos, lo logró, pero Arce hizo la de Áñez, y solo unas horas después de ser destituido, fue posesionado de nuevo por el presidente en la Casa Grande del Pueblo, y en su discurso descargó toda la furia contra Morales. Era junio de 2023. Apenas un mes después huyó de un operativo uno de los narcotraficantes sudamericanos más buscados del continente, Sebastián Marset, que desde hacía años disfrutaba de una vida semipública en Santa Cruz.

Hoy sigue prófugo y Del Castillo bajó el nivel de exposición, pero su entorno siguió trabajando en lo que parecía un imposible: la candidatura presidencial. En mayo lanzó una Ley “Lo ajeno no se toca” que pretendía asimilar a su figura alguna de las “cualidades” que algunos grupos le reconocen a Nayib Bukele, como la mano dura, etc., sin embargo, la imposibilidad de las cárceles auguraba nuevo fiasco.

Lo que quedó en evidencia fue su aspiración y el camino elegido: tensionar el MAS al máximo y acabar con Evo Morales, convirtiéndolo en el tóxico del proceso de cambio y el culpable de su descarrilamiento por egoísmos personales. Ha habido momentos en los que el tema ha estado bien situado, pero nadie más se ha atrevido a cargar contra Morales y, al parecer, a él mismo le han temblado las piernas.

Las encuestadoras han medido su nombre sin demasiado éxito y se montó el globo sonda sobre un supuesto ticket electoral con Andrónico Presidente y Del Castillo Vicepresidente, pero tampoco funcionó. Haber elevado las expectativas de la aprehensión de Morales sin que luego cumpla le ha restado credibilidad, y por si fuera poco, el narco sigue golpeando con fuerza: el último asesinato de sicarios, el del capitán Aldunate en pleno Santa Cruz, ha alimentado aún más los rumores y desconfianzas, y aunque bailó en el carnaval de Oruro mientras las carreteras se llenaban de cadáveres por accidentes de flota, Del Castillo ha vuelto a la segunda fila desde aquel incidente, como el de Marset, irresuelto.

Del Castillo no aparece, pero está.


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