El café peligra en Guatemala: cuando los jóvenes deciden emigrar antes que sembrar


Los pequeños productores guatemaltecos de café sufren una serie de amenazas que les impide seguir cultivando y teniendo ganancias favorables para su comunidad con la siembra y venta de este codiciado oro negro. En la última década todo ha sido cuesta arriba para poder seguir exportando y trasladando el conocimiento a nuevas generaciones de cafetaleros porque los jóvenes prefieren emigrar a Estados Unidos.

(Foto de Ilustración) Un hombre transporta troncos a través de una plantación de café en la aldea de Aguijotes, departamento de Jalapa, 112 km al este de Ciudad de Guatemala, el 17 de julio de 2019. La caída del precio del café en el mercado internacional está obligando a muchos guatemaltecos que trabajan en el sector a emigrar ilegalmente a Estados Unidos. (Foto de Johan ORDONEZ / AFP)
(Foto de Ilustración) Un hombre transporta troncos a través de una plantación de café en la aldea de Aguijotes, departamento de Jalapa, 112 km al este de Ciudad de Guatemala, el 17 de julio de 2019. La caída del precio del café en el mercado internacional está obligando a muchos guatemaltecos que trabajan en el sector a emigrar ilegalmente a Estados Unidos. (Foto de Johan ORDONEZ / AFP) AFP – JOHAN ORDONEZ
Fuente: rfi.fr
Por: Diana Fuentes (Guatemala)

“Yo preferiría tener un negocio porque la agricultura te salva la vida, te da de comer y todo eso, pero a veces necesitamos dinero también”, explica el joven Pedro Guzmán desde Nebaj, Quiché, en el noroccidente de Guatemala, a seis horas de ruta de la capital.

El camino nos lleva a un lugar prestigiado por su ubicación y microclima ideal para la siembra del café, una región de cafetaleros desde hace décadas. Los pequeños productores en esta región han sabido aprovechar y producir algunas de las variedades más destacadas y populares del mundo. Según la Organización Internacional del Café, Guatemala está entre los más destacados de América Central y ocupa el décimo puesto a nivel mundial, además de Costa Rica y Honduras.



Pedro Guzmán considera que las oportunidades siguen siendo escasas en su pueblo y aunque no lo tiene muy claro, se plantea emigrar a Estados Unidos, como muchos jóvenes de la región, incluyendo sus primos. ‘Yo sí me alegro de que mis primos que están en Estados Unidos ahora ya tengan sus casas, nosotros aquí vamos superando la situación poco a poco, pero al menos estamos en nuestro país”, reconoce Pedro, que a sus 17 años tiene una peluquería en Nebaj pero le genera pocos ingresos y las exigencias generacionales con sus padres y sociedad son muy fuertes, nos dice.

Sin relevo generacional

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La emigración masiva de jóvenes hacia el norte está provocando un nuevo problema en el campo guatemalteco: no hay relevo generacional y esto pone en peligro la exportación del café. Este producto, tan codiciado, intenta sobrevivir a esta crisis que nunca antes había vivido.

”Algunos ya tienen hijos en Estados Unidos, así que los productores prefieren recibir las remesas fáciles y abandonan el café. Actualmente, de los 977 productores que tenemos, el rango de edad supera los 50 años”, asegura Romualdo Pérez, gerente de la Asociación Chajulense, del noroccidente del país, en Chajul, Quiché, a 45 minutos de Nebaj, una de las zonas más afectadas por este fenómeno de deserción.

Los compradores de café guatemalteco están presionando a los productores para que promuevan el relevo generacional y así mantener la producción, pero según los pequeños productores, la mayoría prefiere irse a EE.UU. que seguir cultivando café con su familia.

“Lo que nos está afectando a nosotros es que no tenemos gente para cortar el café desde hace cinco o seis años, hay muchas personas que se están movilizando”, explica Pedro Caba de 52 años, cultivador de café y presidente de la Junta directiva Chajulense.

(Foto de ilustración) Un trabajador limpia la tierra alrededor de las plantas en una plantación de café en la aldea de Aguijotes, departamento de Jalapa, 112 km al este de Ciudad de Guatemala, el 17 de julio de 2019. (Foto de Johan ORDONEZ / AFP)
(Foto de ilustración) Un trabajador limpia la tierra alrededor de las plantas en una plantación de café en la aldea de Aguijotes, departamento de Jalapa, 112 km al este de Ciudad de Guatemala, el 17 de julio de 2019. (Foto de Johan ORDONEZ / AFP) AFP – JOHAN ORDONEZ

Considera que el alza del precio del café no es culpa de los productores, ni del comprador, sino de la migración.

Desde el 31 de enero hasta diciembre del 2024, 54.056 mil jóvenes en edades comprendidas entre los 19 y los 35 años han sido retornados procedentes de Estados Unidos y México.

De enero a febrero del 2025, casi 3.000 jóvenes han regresado engrilletados de manos y pies, según información del Instituto Guatemalteco de Migración.

Estados Unidos endurece las leyes, pero los jóvenes no se resignan a a quedarse

Aunque las leyes estadounidenses sean cada vez más rigurosas contra los inmigrantes, los jóvenes sin opciones siguen arriesgando su vida para llegar a Estados Unidos. Abandonan el país, como lo hicieron sus padres. Consideran que ahora es su turno de irse y mandar dinero a sus padres o familias.

“Yo creo que a la mayoría de la gente ya no le interesa la agricultura. En esta área creo que más del 70% han emigrado a diferentes países y lo único que ha traído es la construcción de enormes casas y la agricultura ya se está quedando abandonada”, denuncia Genaro Simalaj, agricultor de Sololá que empezó a trabajar la tierra a los cinco años sembrando maíz y frijol.

Romualdo Pérez, de la Asociación Chajulense, cuenta que los jóvenes que consiguen llega a Estados Unidos logran obtener algunas cosas materiales, pero si su estadía fue muy rápida y son deportados, regresan endeudados y sin terrenos para sembrar, así que de igual forma tienen que seguir trabajando para subsistir en Guatemala. El fenómeno también afecta a menores.

El Instituto Guatemalteco de Migración (IGM) asegura que desde enero del 2024 hasta octubre del mismo año retornaron a Guatemala vía aérea y terrestre 21.757 mil menores en edades de 14 a 18 años, provenientes de Estados Unidos y México.

Foto difundida por el Instituto Guatemalteco de Migración muestra a migrantes guatemaltecos descendiendo de un avión militar estadounidense después de ser deportados de Estados Unidos en la Base de la Fuerza Aérea Guatemalteca en Ciudad de Guatemala el 24 de enero de 2025.
Foto difundida por el Instituto Guatemalteco de Migración muestra a migrantes guatemaltecos descendiendo de un avión militar estadounidense después de ser deportados de Estados Unidos en la Base de la Fuerza Aérea Guatemalteca en Ciudad de Guatemala el 24 de enero de 2025. AFP – HANDOUT

Una crisis que se compara a la de la roya

Los problemas financieros y crisis de la organización se comparan con la que se vivió en el 2012 y la llegada de la roya, una enfermedad fúngica que se caracteriza por la aparición de hinchazones rojizas o naranjas en las hojas y tallos de las plantas. Una especie de hongos parásitos que necesitan plantas vivas para sobrevivir.

“Cuando vino el problema de la roya, los productores perdieron casi el 100% de la cosecha durante dos o tres años. En el 2011, logramos exportar 48 contenedores de café, pero ya en el 2012, cuando empezó la roya, de 48 bajamos a 28 contenedores, al tercer año después de la roya, bajamos a 11 contenedores”, recuerda Romualdo Pérez de la Asociación Chajulense. “Cuando la gente vio estas bajas en la producción, su única opción fue emigrar”, agrega.

Actualmente, la Asociación Chajulense está pagando 1.300 quetzales (unos 170 dólares) por un quintal 100 Kg de café, pero eso no compensa a los agricultores para mantener a sus familias y la producción anual porque la mayoría son muy pequeños, algunos generan cinco quintales, otros diez y otros 20.

(Imagen de archivo) Una planta de café en proceso de maduración tomada en una plantación en la aldea de Aguijotes, departamento de Jalapa, 112 km al este de Ciudad de Guatemala, el 17 de julio de 2019.
(Imagen de archivo) Una planta de café en proceso de maduración tomada en una plantación en la aldea de Aguijotes, departamento de Jalapa, 112 km al este de Ciudad de Guatemala, el 17 de julio de 2019. AFP – JOHAN ORDONEZ

La experiencia estadounidense puede convertirse en una pesadilla

En los últimos años existen grupos de estafadores que engañan a los agricultores ofreciéndoles visas de trabajo para hacer mayores ganancias y pagos mucho más atractivos si van a trabajar la tierra a Estados Unidos, pero al llegar al lugar se encuentran en fincas, hacinados, con poca alimentación, en climas extremos y al final no les pagan lo prometido, lo cual les obliga regresar sin dinero con muchos traumas por la forma en que son explotados.

“Todo el mundo debe enterarse de cómo los jóvenes viven en estas fincas, maltratados y engañados. Yo fui por necesidad, pero estoy arrepentido, sufrí. Al ver que no pagaban, decidí organizar a los jóvenes para que nos dieran nuestro dinero y al final nos regresamos con deudas”, no explica Edgar Ixcaya, un agricultor del occidente de San Marcos la Laguna, Atitlán.

Los departamentos desde donde viaja la mayor cantidad de menores no acompañados, en su mayoría indígenas, son de Huehuetenango, San Marcos y Quiché, según el Instituto Guatemalteco de Migración.

Sin embargo, existen miembros de la asociación Chajulense que promueven e incentivan a sus hijos a seguir con la compra de terreno en Guatemala para sembrar café, es el caso de Daniel Carrillo de 56 años, es de los socios más antiguos.

“Yo les enseñé a sembrar café y cardamomo, ahora ya tienen su plantación, ya les di sus herencias y siguen sembrando”, explica. Carrillo que motiva a otros jóvenes, a pesar de las dificultades, a que trabajen sus tierras y sigan comprando más terrenos.

“Este muchacho lleva como tres años trabajando conmigo, quiso emigrar también, pero yo le he dicho que no, que trabaje aquí, porque allá no es fácil, y aquí nos quedamos sin gente”, deplora.

La importancia de invertir en tierras desde EE.UU.

En su aldea los jóvenes siguen viajando a Estados Unidos. En ese caso, los incentiva para que aprovechen el tiempo y que realicen el viaje con metas claras. Y si vuelven, tendrán un pedazo de tierra para sembrar para sobrevivir.

 “Yo siempre les he dicho que, si se van a ir, pues no tirarse a los vicios, sino que compren terrenos y luego regresen a trabajarlos”, aconseja Carrillo.

Daniel cuenta que muchos jóvenes no regresan porque logran adaptarse a un sistema bastante difícil, pero prefieren eso a volver a su tierra y dedicarse a la agricultura. Incluso él mismo intentó viajar cuando era joven, pero fue deportado. Su hijo, sin embargo, logró irse, a pesar de que Daniel intentó impedírselo.

“Le dije que era muy duro el camino, que ahí lo tratan como se le dé la gana a uno y ¿qué tal si no llegas? “, le preguntó. Pero su hijo no tiró la toalla. “Gracias a Dios pues a él sí le fue bien, a los diez días que él salió de aquí ya estaba en migración, él tenía 23 años, pero lo bajamos a 17.  Gracias a Dios la migración no se dio cuenta”, confiesa.

Su hijo ya lleva tres años viviendo en Estados Unidos y no quiere regresar, pero Carillo no pierde la esperanza de que su hijo regrese algún día para seguir cultivando café.


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