Definidas oficialmente ante el Órgano Electoral las alianzas políticas y los partidos que participarán en las elecciones generales de Bolivia el 17 de agosto de 2025, ha bajado momentáneamente la presión en los medios y las redes sociales luego que la intensidad virtual y mediática y la atención estuvieran centradas en la definición del candidato del bloque de unidad de los principales actores de la oposición en las dos últimas décadas de gobierno del Movimiento Al Socialismo.
Fuente: https://ideastextuales.com
Con un impacto real menor, hasta el momento, Jaime Dunn y José Carlos Sánchez Verzaín serían dos candidatos a la presidencia que postularían por primera vez desde el liberalismo y la derecha liberal conservadora, respectivamente.
La renovación generacional
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Además de Eva Copa, que ha constituido su propia agrupación política Morena con asiento en una de las ciudades más populosas del país, El Alto, básicamente, Andrónico Rodríguez y Luis Fernando Camacho son los dos actores de renovación que surgieron a partir de 2019 en el contexto político y aún no han definido su participación personal en el espectro electoral.
¿Será Andrónico la esperanza del MAS?
Largas y variadas son las especulaciones en torno al actual presidente del Senado, politólogo de profesión, formado políticamente en Cuba y en las bases sociales del movimiento cocalero en el Chapare, al mando de Evo Morales.
Hasta la fuga del país del ex presidente en noviembre de 2019, luego del fraude electoral, su renuncia y su decisión de asilarse en México y Argentina, Andrónico Rodríguez era visualizado como el delfín de Evo Morales. En las elecciones de 2020, los planes del prófugo de la justicia eran presentarse como candidato a senador de Cochabamba, designar a su ex ministro de Economía como candidato a la presidencia y retornar al poder a como dé lugar. Los hechos no se dieron como planificó. El Tribunal Electoral rechazó su participación como candidato parlamentario por encontrarse fuera del país, su lugar lo ocupó Andrónico en el Senado y Luis Arce Catacora ganó las elecciones ante una oposición encaprichada en pelear entre sí, presentarse dividida en varios frentes y perder el momento histórico que el fraude electoral de 2019 había propiciado para vencer a un adversario disminuido y con serias reconvenciones internas entre los huidos y los que se quedaron. Andrónico sostuvo una gestión sin mayores conflictos en el Senado y consolidó una imagen de perfil bajo alineado a la línea dura evista, que de a poco se convirtió en el principal opositor de su propio gobierno.
García Linera, el ex vicepresidente que huyó junto a Morales, a su retorno al país, en diversas entrevistas expuso su desinterés en volver a postular a un cargo político y su intención de recorrer Bolivia formando a nuevos cuadros en vistas a la renovación. La crisis económica que afronta la mayoría del pueblo boliviano, sometido a las políticas del modelo socialista del MAS y al fin de la bonanza adquirida por el Estado a finales del siglo XX y comienzos de los años 2000, ha arrastrado a Luis Arce Catacora a una popularidad que no supera el 5%, a la división del MAS en corrientes (como antes sucedió con el MNR) en seguidores del actual presidente, seguidores de Evo Morales y, de pronto, al surgimiento de una silenciosa tendencia interna a invocar que Andrónico Rodríguez asuma el liderazgo para optar a la continuidad del masismo en poder o, en su defecto, a perderlo por primera vez en 20 años el próximo mes de agosto.
Siguiendo la escuela garcialinerista, Andrónico Rodríguez se ha dejado ver con los principales referentes del socialismo del siglo XXI iberoamericano. Ha hecho caso omiso a las «instrucciones» de las siete federaciones cocaleras del Chapare a las que pertenece y lidera el «jefazo», que le ordenaron asistir a su ampliado y no dice ni si ni no… aún, a su inminente candidatura presidencial.
El efecto Camacho en el voto cruceño y la épica antimasista
Luis Fernando Camacho, abogado cruceño, junto a Marco Antonio Pumari, dirigente cívico potosino, fue el líder que abanderó la cruzada nacional contra el fraude del MAS en 2019. Como presidente del Comité Cívico pro Santa Cruz, desempeñó un rol épico nunca antes visto en la era del MAS. Su gesta, con sus luces y sus sombras, cautivó a los cruceños que no dudaron en apostarse espontánea y pacíficamente 21 días en las calles de las ciudades y los pueblos del departamento demandando respeto al voto violentado. Sin una estructura partidaria o planificación estructurada, trascendió las fronteras hacia el resto del país contagiando la esperanza de que la democracia sería recuperada y que el fraude no daría lugar a una cuarta presidencia de Evo Morales. Los hechos de 2019, la renuncia de Evo Morales y sus principales colaboradores, la sucesión constitucional y el acuerdo parlamentario (con 2/3 de diputados y senadores masistas que permanecieron en el país), dieron lugar a la anulación de las elecciones fraudulentas y a la convocatoria a nuevas en 2020. Aún con unos meses pendientes de gestión en la presidencia del Comité pro Santa Cruz, Camacho renunció al cargo y decidió postularse a la presidencia de Bolivia en un momento de popularidad personal extraordinaria en Santa Cruz y mal cálculo de la idiosincracia boliviana, tejida por multiplicidad de factores fundamentalmente culturales.
Perdidas las elecciones nacionales, Camacho consiguió instalar en la Asamblea Legislativa a la bancada opositora de Creemos, la alianza que participó unida a la sigla de un partido político nacional vigente (UCS), la cual ha sufrido disidencias desde el primer día de asunción de funciones. En 2021, ganó las elecciones departamentales y asumió como Gobernador de Santa Cruz. Su posición política fue de encarnizada confrontación contra el MAS pero también contra los demás políticos opositores cruceños, al punto de generar fricciones fuertes y desgastantes. La reconocida consigna «Aquí no se mueve un cepe» (hormiga, en lenguaje cruceño), de pronto se convirtió en una sentencia para cualquier voz que no se alineara con él. Los camachistas se encargaron de tachar de traidores a cualquiera que se atreviera a disentir con su líder.
Secuestrada y encarcelada el 13 de marzo de 2021 la ex presidente constitucional Jeanine Añez por el régimen del MAS, a título de sindicarla de cómplice de los delitos de terrorismo, sedición y conspiración por la interpretación a conveniencia de Evo Morales de los sucesos de 2019, Camacho creyó estar a salvo de las garras de los prófugos vueltos al poder. En diciembre de 2022, el gobernador fue también secuestrado y trasladado a La Paz imputado por los mismos delitos que la ex presidente.
Desde entonces, es -como ella- un preso político, cuya situación indigna a sus seguidores y a la población. Más allá de sus aciertos y desaciertos, Camacho ha quedado grabado en la memoria de los cruceños, como uno de los grandes héroes de una historia republicana plagada de resistencia y constante demanda de atención debida hacia un centralismo secante gubernamental anquilosado en la sede del poder político nacional.
En la prolongada incertidumbre frente a la consolidación de un frente nacional de unidad opositora que gane al partido de gobierno y sus divisiones en agosto de 2025, Camacho finalmente inclinó el apoyo de la agrupación Creemos a la candidatura de Samuel Doria Medina. Sin embargo, queda aún la expectativa de si será parte del binomio como vicepresidenciable o acompañará, desde la solitaria, lejana e inhóspita cárcel de seguridad de Chonchocoro en el altiplano paceño, a una renovada y fuerte apuesta parlamentaria encabezada por sus mejores representantes, bajo su mando y su propia voz en campaña, que acompañe a un gobierno encabezado por el empresario.
Está por verse el efecto Camacho en la intención de voto, especialmente en Santa Cruz que por primera vez tendrá igual cantidad de diputados que el departamento de La Paz. Ningún líder regional actual tiene el peso del gobernador electo y preso político del gobierno nacional masista, por lo que las encuestas próximas seguramente tendrán una nueva configuración de fuerzas y pesos específicos, en relación a las realizadas antes de la convocatoria oficial a elecciones generales.
Si Camacho y sus correligionarios aceptan la autocrítica y retoman la narrativa veraz de la aspiración de una sociedad hastiada de corrupción, burocracia, crisis, incertidumbre, escasez, empobrecimiento y ausencia de oportunidades regidas para iguales ante la ley, tendría la oportunidad de reconstruir desde las ruinas una gesta truncada donde quienes lo idolatraron, lo admiraron o, simplemente, le confiaron la capacidad de abrir un camino de libertad y convivencia pacífica, le devuelvan la libertad a él, a todos los presos políticos y a todos los presos de un modelo que se cae a pedazos arrastrando consigo a las grandes mayorías del país.
Ante la planificación socialista masista y su experiencia de 20 años en el poder, la improvisación y la fuerza narcisista de los afectos y los desafectos opositores, de persistir, podrían conducir a la derrota, algo que la mayoría de los bolivianos -según los datos de todos los sondeos- hoy señalan que debe ser al régimen y no a la oposición.
Por Gabriela Ichaso Elcuaz.