Lo que comenzó como un sueño compartido entre pioneros de la tecnología, hoy se ha transformado en una batalla legal que podría marcar el rumbo del desarrollo de la inteligencia artificial (IA). OpenAI, la empresa detrás de ChatGPT, ha demandado a Elon Musk, su antiguo cofundador, acusándolo de tácticas de mala fe con un objetivo claro: frenar su avance y tomar el control.
Y no es un simple desacuerdo corporativo. Esta disputa representa un enfrentamiento de visiones sobre quién debe guiar el destino de la IA más avanzada del mundo: ¿una comunidad abierta con fines altruistas, o un multimillonario con múltiples intereses empresariales?
¿Qué está pasando entre OpenAI y Elon Musk?
OpenAI presentó una contrademanda contra Elon Musk, alegando que ha intentado obstaculizar sus operaciones “sin descanso”. Según la compañía, Musk estaría utilizando su influencia mediática y legal para desacreditarla, desacelerar su crecimiento e influir en sus decisiones desde fuera, a pesar de haber abandonado la empresa en 2018.
El origen del conflicto está en la evolución del modelo de negocio de OpenAI. En sus inicios, fue fundada como una organización sin fines de lucro, con el propósito de desarrollar inteligencia artificial en beneficio de toda la humanidad. Musk fue parte clave de esa visión… hasta que dejó el proyecto.
=> Recibir por Whatsapp las noticias destacadas
Desde entonces, OpenAI ha cambiado su estructura y hoy opera también como una empresa con fines de lucro, bajo un modelo “capped-profit”, donde los beneficios están limitados pero existen inversores. Esta transformación no le gustó a Musk, quien ha argumentado que OpenAI se desvió de su misión original, lo cual —según él— constituye una violación de los acuerdos fundacionales.
Musk vs. Altman: una disputa con historia
Musk y Sam Altman, actual CEO de OpenAI, fundaron juntos la empresa en 2015. Pero sus caminos se separaron cuando Musk propuso tomar el control del proyecto, algo que fue rechazado por el resto del equipo. Años después, el magnate creó su propia empresa de IA, xAI, con el objetivo de competir directamente con OpenAI.
Pero en lugar de limitarse a competir, Musk ha ido más allá. Recientemente presentó una demanda contra Altman, tratando de impedir la transición de OpenAI hacia su nueva estructura de negocio. La justicia estadounidense, sin embargo, no le dio la razón en su intento de detener temporalmente el proceso, aunque sí fijó fecha para el juicio: marzo de 2026.
En respuesta, OpenAI presentó su contrademanda, afirmando que Musk está actuando por intereses personales y no por el bien común.
¿Qué se dice desde cada trinchera?
OpenAI fue tajante en su declaración pública: “Las acciones de Elon contra nosotros son tácticas de mala fe para frenar a OpenAI y tomar el control de la innovación en IA para su propio beneficio”.
Por su parte, Musk ha calificado a OpenAI de hipócrita, asegurando que su nueva estructura prioriza la rentabilidad y no el bien de la humanidad. Incluso hizo una oferta para comprar toda la empresa por 97.400 millones de dólares, a lo que Altman respondió con ironía: “no gracias, pero podemos comprarte Twitter por 9.740 millones si quieres”.
Musk también ha usado su red social X (antes Twitter) para difundir mensajes acusando a OpenAI de traicionar su misión original. Y el hecho de que xAI —su competidora directa— esté aún por detrás de OpenAI en desarrollo no hace más que intensificar la tensión.
¿Es una cuestión de misión… o de control?
Según el profesor Ari Lightman, de la Universidad Carnegie Mellon, lo que está en juego aquí no es solo una diferencia de opiniones filosóficas: “Esto es sobre control. Es sobre ingresos. Es, básicamente, una persona diciendo ‘quiero el control de esa startup’”.
La disputa ha distraído a ambos bandos del foco más importante: garantizar que la inteligencia artificial sea segura, ética y beneficiosa para todos.
Y es que mientras los abogados se preparan para el juicio y los ejecutivos cruzan declaraciones en redes sociales, la IA sigue avanzando a un ritmo acelerado. El verdadero riesgo es que el debate sobre su desarrollo quede en segundo plano, eclipsado por luchas de poder entre gigantes tecnológicos.
¿Qué significa esto para el futuro de la inteligencia artificial?
Este conflicto no solo enfrenta a dos personalidades influyentes. Representa un dilema más profundo sobre cómo deben gestionarse las tecnologías transformadoras: ¿debe la IA estar en manos de corporaciones privadas con fines lucrativos, o necesita un marco abierto y regulado que garantice su uso justo?
OpenAI defiende su modelo híbrido como una forma de atraer inversión sin abandonar su misión ética. Musk, por otro lado, exige transparencia y cuestiona que una empresa que nació como sin fines de lucro ahora persiga ingresos multimillonarios.
Ambos bandos tienen puntos válidos, pero sus motivaciones no están exentas de interés propio. Mientras tanto, millones de usuarios y empresas en todo el mundo dependen del desarrollo de modelos de lenguaje como ChatGPT, DALL·E y otros sistemas basados en IA.
Y si bien las demandas cruzadas no detendrán la innovación, sí podrían definir quién la lidera.
El factor X (literal)
Un detalle clave que agrava la disputa es el papel que juega la red social X (ex-Twitter) en esta historia. Musk ha integrado a X dentro de su nueva empresa de inteligencia artificial, xAI Holdings, que ya fue valorada en más de 100.000 millones de dólares.
Esta fusión le otorga a Musk una plataforma de difusión sin precedentes para su narrativa sobre la IA. Al controlar tanto el canal de comunicación como la empresa que compite con OpenAI, puede moldear la conversación pública a su favor.
OpenAI, por su parte, intenta mantener su enfoque en la tecnología, pero no puede evitar responder a las provocaciones.
¿Quién tiene razón?
La respuesta no es simple. Musk señala con razón que el cambio de rumbo de OpenAI puede ser cuestionable si contradice los principios con los que fue creada. Pero también es cierto que ha usado la situación para posicionar a su propia empresa.
Lo que sí queda claro es que esta disputa tiene el potencial de cambiar la manera en que se desarrollan y regulan las tecnologías más poderosas del siglo XXI.
Al final, no se trata solo de Musk o Altman. Se trata de quién define las reglas del juego en el futuro de la inteligencia artificial. Y todos, como usuarios, tenemos mucho en juego.
Fuente: Link