Partidos políticos y candidatos


Mgr. Fernando Berríos Ayala / Politólogo

La primera etapa en la carrera electoral se ha cumplido y las cartas están mostradas, organizaciones políticas y posibles candidatos han manifestado su intención de participar en las elecciones del venidero agosto (si llegamos a tener elecciones). En este contexto, hablar de democracia parece que todo se reduce a participación electoral, se reduce al diseño de la formalidad de la condición de ciudadanos y su participación en elecciones y por medio de aquello a quien quiere ser elegido o a quien se elige. Lastimosamente con ello, se pierde buena parte de la legitimidad de una democracia que sólo mantiene las puertas abiertas a los ritos formales e institucionales, donde se consolida, con crecientes deficiencias, el modelo de democracia por elecciones, donde el ciudadano, entre una elección y otra, queda al margen de las decisiones sobre política y asuntos públicos y la gran mayoría de la población queda excluida de la participación en las decisiones inherentes a sus intereses cotidianos.



Es cierto que dentro los temas de representación política no se ha inventado mejor forma de gobierno que la democracia, pero es común confundir el hecho de que votar es la integridad de la democracia. El voto es un medio, pero no es el fin. Por tanto, la regla de la mayoría sería una condición necesaria, aunque no suficiente para que esta decisión pueda ser considerada democrática. Hablar de verdadera democracia no se reduce al derecho a participar -directa o indirectamente- en la toma de decisiones colectivas por el conglomerado ciudadano y que de allí se imponga la regla de la mayoría, sino que se ha hecho indispensable que entre aquellos que estamos llamados a elegir a quienes deberán ser los escogidos, sea en base a alternativas reales y que represente y atienda las demandas insatisfechas de la sociedad en su conjunto. A partir de ahora todo será un acto de fe, se renovarán esperanzas y se construirán alianzas en espera de que las promesas puedan volverse realidades, se trata de creer y confiar en que mi apuesta no sea defraudada, es el complemento de la democracia representativa con la democracia participativa como el camino para profundizar la democracia. Habrá que añadir la democracia deliberativa.

En este sentido, se hablará de evidencias de que hay políticas públicas que no responden a la realidad social y económica de nuestra comunidad, que hay personajes (candidatos) que están solo para cumplir sus objetivos individuales, u otros que actúan en función de intereses personales o de grupo, o que responden a líneas corporativas internacionales, o que la mayoría de las organizaciones y/o partidos políticos solo están en el mercado para ser alquilados (Aparte del MAS, Unidad Nacional UN y Sumate, nadie presenta un candidato propio), influye en la calidad de la representación aunque todos comparten el mismo interés de postular candidatos y ganar elecciones.

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Uno de los fines principales que persiguen las organizaciones políticas consiste en seleccionar candidatos y ayudarles a ganar un cargo, el candidato seleccionado debería ser el que cuente con el mayor apoyo del partido (aquí es al revés, el candidato esta primero y el decide quienes van con él. La excepción fue el Bloque de Unidad). No deberían volver los días en que el candidato, los jefes de partidos políticos o los pequeños grupos elitistas dentro del partido o alianza seleccionan a los demás candidatos, esto también puede aplicarse a los donadores principales de fondos para los partidos que pueden intentar «comprar» candidatos. La premisa se rige en que las organizaciones políticas y los candidatos participen llevando a cabo una campaña para persuadir a los electores de que voten por ellos el día de la elección. Celebrar una campaña electoral limpia ayuda a que los partidos mantengan su integridad y la del proceso. Una campaña limpia implica la participación justa y el cumplimiento con los reglamentos que la rigen. Aunque se supone que la contienda electoral debe ser un proceso pacífico, las campañas están diseñadas para motivar a los electores y crear asociaciones entre los candidatos y algunas causas específicas. Puesto que nadie está seguro de que los electores votaran a favor o en contra de alguno de los candidatos, éstos recurren con frecuencia a medidas de ataque, ojalá se pueda erradicar esa estrategia de campaña. No debería ser el enfoque en los aspectos negativos de los otros candidatos y en los motivos por los cuales creen que dichos candidatos no están calificados para ser líderes, mucho menos exponer la vida personal y los defectos personales de otros candidatos, la deliberación y la apuesta debe girar alrededor de un programa y proyecto país, en lugar de atacar sus posturas personales y/o políticas.

Si se confirman las 5 alianzas y los 11 partidos políticos que se registraron para las elecciones de agosto, el abanico es de más o menos 8 candidaturas: Tuto Quiroga que parece haber alcanzado su techo electoral y que deberá debatir si el Frente Revolucionario de Izquierda (FRI) y el liberalismo radical pueden ser compatibles. Samuel Doria Medina que ha quedado a cargo de representar al Bloque de Unidad, se ha fortalecido y crecido con el apoyo de Vicente Cuellar y de Fernando Camacho para incluir al oriente en la nomenclatura política nacional. Manfred Reyes Villa que tiene problemas para consolidar su presencia a nivel nacional y para presentar un programa de gobierno. Chi Hyun Chung que entra y sale del escenario político sin la seriedad que la ocasión exige. Jaime Dunn que se inició como el outsider interesante, parece tropezar a la hora de tomar posturas políticas que no corresponden a su especialidad: la economía. Jhonny Fernández que, si no alcanza a negociar una candidatura por fuera del partido, se verá obligado a ser candidato. Evo Morales que insiste en ser candidato (otra cosa será que lo habiliten) y por último el MAS con Andrónico Rodríguez por un lado y Luis Arce por el otro, el primero si obtiene el permiso del “jefazo” y el segundo será candidato sólo si Andrónico no corre (es el candidato del descarte). Sobre los planes y programas de gobierno, Tuto y Samuel han hecho conocer propuestas a lo urgente (del resto poco o nada se conoce), el empresario allí tiene ventaja. De las/los candidatos a la vicepresidencia el único visible y mejor proyectado es Vicente Cuellar, es la mejor apuesta.

Fuente: eju.tv


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