Fuente: https://la-razon.com

Diana Yamba sonríe sentada en el patio de su casa sobre un asiento largo hecho de madera, rodeada de un paisaje lleno de verde, humedad y un cielo cargado de nubes que anuncian un aguacero sobre la Comunidad de Santa Ana del Municipio de Urubichá. Tiene veinte años y se dedica a la venta de empanadas, gelatina y somó, entre otros productos. Pero seis meses atrás la situación era totalmente distinta, su comunidad estaba siendo azotada por los incendios forestales y un humo espeso cubría el ambiente, enfermando principalmente a niños, niñas y personas mayores.



2024 fue un año de horror para el país, diez millones de hectáreas de bosque y pastizales totalmente calcinados. Santa Cruz fue el departamento más afectado. Cientos de personas trabajando para apagar las llamas y una declaratoria de desastre nacional dejaron una huella de carbón y cenizas de la que poco o nada se habla, pero, sin embargo, es una etapa en que se suman voluntades para realizar acciones concretas y preventivas para devolverle la esperanza -y un aire limpio- a las comunidades afectadas. Diana fue una de las mujeres más jóvenes en sumarse a los equipos voluntarios para emprender tareas de recuperación tras el fuego.

Ella recuerda que el mayor miedo que tenían sus vecinos era perder sus casas y que los techos de palmera se quemaran con facilidad, como lamentablemente pasó con la mayoría de los alimentos que sembraron. En los momentos más difíciles del incendio Diana se concentró en ayudar y socorrer a los ancianos de su comunidad, además, a través de diversos proyectos de capacitación, fue una de las primeras jóvenes en aprender a clorar el agua, un proceso de desinfección para potabilizar este importante recurso natural y eliminar microorganismos, deteniendo la diseminación de enfermedades transmitidas por beber agua contaminada. «Ahora tomamos agua más saludable, más sana» dice Diana.

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La vida tranquila del campo, el aprecio por la naturaleza, la época de siembra, el cultivo y jugar al fútbol con sus amigas es lo que más le gusta de vivir en comunidad. Ella se encarga de capacitar a otros jóvenes en acciones de prevención de incendios y tareas básicas de gran importancia como: chaquear con cuidado y control, respetar el medio ambiente y desinfectar el agua. Sus acciones dejan un testimonio real de cómo las comunidades campesinas se comprometen y se apoyan para seguir adelante luego de que las llamas se apagan, pero dejan un largo camino de recuperación y desafíos futuros.

Ricardo Procchio Eguez es Presidente de la OTB Comunidad El Carmen, un hombre alegre y amable que ama su trabajo, dedicado a enseñar la materia de Lenguaje a jóvenes chiquitanos. El año pasado, cuando el desastre se encontraba en su pico más alto, el profe tuvo que dejar sus actividades regulares y pasar a la primera línea de acción para contener el fuego y proteger la riqueza de la reserva natural que se encuentra en su comunidad, donde habitan árboles importantes como el Copaibo, el Almendro y las tan apreciadas Orquídeas, consideradas un emblema de Concepción.

Esta flor se ve amenazada en las épocas de incendios y con ella la economía de las comunidades, el Festival de la Orquídea no tuvo edición 2024.

«El Carmen sufre» a consecuencia de los incendios, nos cuenta el profesor Ricardo, quien ha experimentado afectaciones en su salud, ardor en los ojos y dificultades para respirar, ya que muchas veces ha encabezado las tareas de combate al siniestro sin ningún equipo de protección especializada.

Cada vez que Santa Cruz experimenta estas catástrofes, las secuelas son evidentes, dejando sequías en el suelo, en las norias y las quebradas. El trabajo de recuperación de los recursos hídricos es arduo.

Según explica el Profe, el equipamiento de bomberos, extintores en cada propiedad, capacitación constante, manos voluntarias, alerta y respuesta inmediata, forman parte de la estrategia que El Carmen implementa cada año para evitar que el fuego cause mayores consecuencias, son una muestra de resiliencia y acción colectiva para afrontar el desastre y conservar la belleza del territorio que es altamente visitado por turistas nacionales y extranjeros. Este 2025 tienen previsto que el Festival de la Orquídea vuelva con más fuerza y alegre la vida de los concepcioneños, guardianes de esta flor ícono que la toman como inspiración para generar conciencia en el cuidado del medioambiente y la naturaleza.

Las alianzas entre instituciones públicas y la cooperación Internacional, en coordinación con autoridades indígenas y diversas comunidades, han sido claves en las acciones de recuperación luego de los incendios. Por ejemplo, el proyecto de Atención y recuperación a la emergencia por Incendios Forestales en la Chiquitanía, fruto del esfuerzo de los Gobiernos Autónomos Municipales de Ascensión de Guarayos, El Puente, Urubichá, San Ignacio de Velasco y Concepción, junto a la Cooperación Internacional de Suiza – COSUDE desde el Hub Regional Lima, Helvetas Swiss Intercooperation, Solidar Suiza Bolivia y el Consorcio de Agencias Humanitarias en Bolivia.

El proyecto de Atención y recuperación a la emergencia por Incendios Forestales en la Chiquitanía se encuentra en el marco del acuerdo de cooperación bilateral en ayuda humanitaria de los gobiernos de Suiza y Bolivia.