La Paz. La caminata puede durar hasta tres días o en algunos casos más, todo depende del estado de salud del peregrino. Cada peregrino tiene su propio pedido y milagro por cumplir. Hay historias de curaciones que ni los médicos pudieron explicar.
Fuente: Unitel
En medio de la carretera que conduce al lago Titicaca se tejen historias de fe y de muchos “milagros”. Todas tienen como protagonista a la Virgen de Copacabana, cuyo santuario se yergue a orillas de ese espejo lacustre.
Hasta ese lugar llegan desde el jueves los fieles católicos que aprovechan la Semana Santa para emprender una extensa caminata de 140 kilómetros.
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La familia Trujillo hace este recorrido hace varios años para vivir experiencias inolvidables.
El padre cumple este año tres décadas de esta tradición junto a su esposa. Su hija mayor, que vive en España, llega en esta fecha para acompañar a su familia, mientras que el hijo menor retorna a esta travesía tras ausentarse por la pandemia.
El único pedido de esta familia es que no les falte salud. Cada peregrino tiene su propio pedido y milagro por cumplir. Hay historias de curaciones que ni los médicos pudieron explicar.
La caminata puede durar hasta tres días o en algunos casos más, todo depende del estado de salud del peregrino y las condiciones del clima,. o único que importa es llegar a los pies de la “Mamita de Copacabana”.
Otros optan por un viaje en bicicleta, que tampoco es sencillo.
[Foto Heidy Tarqui- Unitel.] / Un grupo de peregrinos camina en la ruta que conduce a Copacabana.
Algunos pasarán la noche en Peñas, luego en Tiquina y el viernes, en el último tramo que incluye el paso por el poblado fronterizo de Tito Yupanqui, los peregrinos treparán el último cerro para divisar el Santuario.
Lo que queda de un camino precolombino conduce hasta Copacabana, que se emplaza a 3.800 metros sobre el nivel del mar, a orillas del lago sagrado de los Incas.
La Policía ha movilizado cerca de 500 uniformados a lo largo de al ruta de la peregrinación.
Unas cinco estaciones de Bomberos curan las heridas de los pies a los peregrinos. No importa el frío ni el sol y menos la distancia, todo es cuestión de fe.