Una expedición científica noruega, que la AFP pudo acompañar, realizó en abril las primeras biopsias de tejidos grasos de osos polares en Svalbard, en el Ártico, para evaluar el impacto de los contaminantes en su salud.
Noruega (AFP) – Desde un helicóptero, el veterinario Rolf Arne Olden dispara con un rifle de aire comprimido un dardo anestésico que paraliza a un oso que corría sobre el hielo asustado por el ruido del aparato.
El helicóptero aterriza cerca del oso dormido, los científicos bajan y proceden a extraer delgadas tiras del tejido graso del animal y tomar muestras de sangre.
«La idea es reproducir lo más fielmente posible cómo viven los osos en la naturaleza, pero en un laboratorio», explica a AFP Laura Pirard, toxicóloga belga.
«Para ello tomamos su tejido, lo cortamos en rebanadas muy finas y lo exponemos a las mismas presiones que enfrentan, es decir, contaminantes y hormonas del estrés», añade Pirard, quien desarrolló el método.
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Los investigadores mantienen vivas las muestras durante algunos días en el barco de la expedición, sometiéndolas a contaminantes y hormonas.
Luego se congelan para ser analizadas en un laboratorio una vez que el equipo regrese a tierra.
Además del veterinario encargado de anestesiar a los osos, un par de científicos trabajan sobre los animales para realizar con cuidado las biopsias, tomar muestras de sangre y colocarles collares electrónicos de rastreo.
Sólo las osas polares pueden llevar estos collares, debido a la forma de su cuello.
Los primeros dispositivos de «registro de salud», pequeños cilindros que registran su pulso y temperatura, fueron colocados el año pasado en cinco hembras.
Esa información, junto con los datos GPS de los collares, proporciona a los científicos una imagen del estilo de vida y los desplazamientos de los osos a lo largo del año.
Alimentación terrestre
El Instituto Polar Noruego lidera el programa de investigación sobre osos polares en Svalbard desde hace 40 años.
Este año el equipo estuvo compuesto por ocho investigadores: el jefe de misión Jon Aars, su adjunto, un experto en comportamiento espacial, un veterinario y cuatro toxicólogos especializados en ambientes marinos.
Los ocho se desplazaron al archipiélago ártico en un buque de investigación de 100 metros, el rompehielos Kronprins Haakon.
«Tuvimos una buena temporada… Capturamos 53 osos, incluidas 10 hembras con oseznos o crías de un año, y colocamos 17 collares», detalla Aars a AFP.
Amenazados por la caza hasta 1976, cuando entró en vigor un acuerdo de protección, los osos polares sufren los efectos del calentamiento global ya que el hielo marino, su hábitat natural, se derrite rápidamente.
El Ártico se está calentando cuatro veces más rápido que el resto del planeta desde 1979, según un estudio publicado en la revista estadounidense Nature.
Los osos polares de Svalbard ahora «consumen más alimentos terrestres, en lugar de focas y cosas por el estilo. Todavía cazan focas, pero también comen renos, huevos e incluso hierba, aunque eso no les proporciona energía», indica Aars.
«Si tienen muy poco hielo marino, necesariamente deben estar en tierra», agrega, señalando que pasan «mucho más tiempo en tierra que antes… hace 20 o 30 años».
No obstante, la población de osos polares en Svalbard aumentó ligeramente en la última década, señala.
© 2025 AFP