Bolivia oficializa candidatura de Choquehuanca como candidato para Secretario General de la ONU


La nominación boliviana es prematura dicen dos especialistas. No se pueden reconocer oficialmente candidaturas para el cargo de secretario general de la ONU hasta que se inicie formalmente el proceso.

David Choquehuanca/APG

Fuente: Brújula Digital



Gabriela Keseberg Dávalos y Ben Donaldson

La delegación de Bolivia ante las Naciones Unidas envió una carta a todos los Estados miembros anunciando la nominación del vicepresidente del país, David Choquehuanca, como candidato para suceder a António Guterres como secretario general de la ONU. El mandato de Guterres finaliza recién el 31 de diciembre de 2026.

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La nominación es una iniciativa del Pacto de Unidad, alianza social y política de Bolivia, que representa a organizaciones indígenas, trabajadores rurales y sindicatos. Esta alianza es también una fuerza importante dentro del Movimiento al Socialismo (MAS). Con el MAS perdiendo apoyo debido a divisiones internas y una grave crisis económica en el país, el partido se encuentra a la defensiva frente a las elecciones de agosto de 2025.

La nominación fue difundida por la misión permanente de Bolivia ante la ONU a todos los Estados miembros. La carta utiliza papel con membrete de la Cancillería (pero no figura en la página web de la Cancillería).

A pesar de las peculiaridades de esta situación, la colaboración entre el Pacto de Unidad –una entidad no estatal– y el gobierno, para presentar a un candidato, demuestra creatividad en la búsqueda global de postulantes. Esto está en línea con una reciente resolución de la Asamblea General que alienta a los Estados a trabajar con la sociedad civil y otros actores para identificar posibles postulantes.

Empero, la nominación boliviana es prematura. No se pueden reconocer oficialmente candidaturas para el cargo de secretario general de la ONU hasta que se inicie formalmente el proceso. Éste requiere que los presidentes de la Asamblea General y del Consejo de Seguridad (cargo rotativo) envíen una carta conjunta a todos los Estados miembros solicitando aspirantes. Se espera que esta carta sea enviada en el último trimestre de este año. Para que una candidatura sea oficial, deben cumplirse dos pasos: el candidato debe ser nominado mediante una carta enviada a los presidentes conjuntos por uno o más Estados miembros; y los presidentes deben luego circular dicha carta entre todos los Estados miembros.

Este proceso fue establecido con gran algarabía antes del nombramiento del actual secretario general en 2016. Fue entonces cuando por primera vez se publicó una lista pública de candidatos, y desde entonces ha sido tema de debate en la Asamblea General.

Entonces, ¿por qué Bolivia se adelanta? Puede que busque dar visibilidad anticipada a Choquehuanca –y a las causas por las que aboga–, o puede ser una táctica para impulsar el perfil internacional de un político que probablemente no tendrá un rol en el próximo gobierno. Si es esto último, no sería la primera vez que un Estado miembro intenta usar a la ONU como escenario para su política interna y para promover a políticos en apuros.

En cualquier caso, este episodio plantea varios temas relevantes para el próximo proceso de selección. Primero, la falta de reglas claras deja a los presidentes de la Asamblea General y del Consejo de Seguridad en una posición débil para manejar transiciones de poder y las cambiantes decisiones de los Estados nominadores. Los Estados miembros de la ONU tienen en los próximos meses una oportunidad única para resolver este problema. Pueden hacerlo, por ejemplo, aclarando cómo y cuándo deben retirarse candidaturas de la contienda.

El proceso de 2016 entró en terreno incierto cuando, hacia el final, el gobierno búlgaro sorprendió a los Estados miembros con la presentación de una segunda candidata en último momento, aparentemente estando insatisfechos con el desempeño de la primera. El primer ministro búlgaro acabó deseándoles “buena suerte” a ambas candidatas, quienes siguieron en carrera durante las deliberaciones del Consejo.

Una guía sobre el retiro de candidaturas también podría ayudar a evitar situaciones poco decorosas como la de 2016, donde candidatos sin posibilidades siguieron participando en múltiples rondas de votaciones informales.

En segundo lugar, existe una oportunidad para elevar los estándares del proceso exigiendo a los Estados que nominen a sus candidatos según buenas prácticas. La campaña de sociedad civil “1 for 8 Billion” respalda una selección abierta e inclusiva. Sostiene que todos los candidatos deberían presentar una declaración de visión, participar en audiencias públicas en la Asamblea General, interactuar con la sociedad civil y divulgar completamente el financiamiento relacionado con sus campañas. Esta participación también beneficia a los candidatos.

En 2016, quienes no participaron plenamente en actividades informales como los encuentros con la sociedad civil carecieron de impulso y credibilidad. Este punto es aún más crucial hoy, cuando la ONU se encuentra en una encrucijada crítica. La lista completa de propuestas de reforma de “1 for 8 Billion” está disponible en www.1for8Billion.org.

Por último, la elección de candidato por parte de Bolivia resulta especialmente sorprendente, dado que el país firmó hace menos de un mes la Declaración de Tegucigalpa en la cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC). Esa declaración reafirma el compromiso compartido de la región para unificar su apoyo en torno a un candidato, lamentando además que ninguna mujer haya ocupado jamás el cargo.

Para quienes pensaban que en esta ocasión los candidatos hombres se harían a un lado, considerando los 80 años consecutivos de secretarios generales varones y la abundancia de mujeres altamente calificadas para el puesto, que lo piense de nuevo. Más allá del caso boliviano, medios han reportado que hay varios hombres considerando presentarse. Entre ellos Rafael Grossi, director general del Organismo Internacional de Energía Atómica, y Vuk Jeremić, exministro de Relaciones Exteriores de Serbia.

Investigaciones recientes muestran que casi 50% de los Estados miembros de la ONU apoyan firmemente el nombramiento de una mujer como secretaria general. Según las normas de la ONU, el Consejo de Seguridad recomienda al candidato preferido para su designación por parte de la Asamblea General, donde todos los Estados miembros tienen derecho a voto. El apoyo a una candidata mujer supera con creces el 33% necesario para bloquear cualquier candidatura considerada inadecuada. Pero no está claro cuántos Estados estarían dispuestos a hacerlo.

El movimiento anticipado de Bolivia, aunque poco convencional, subraya el creciente interés y las maniobras alrededor del próximo proceso de selección. Esto debería impulsar a los diplomáticos a reforzar los procedimientos para garantizar un proceso transparente y creíble, minimizando distracciones y maniobras políticas. También puede alentar a los gobiernos a considerar métodos más colaborativos e inclusivos para identificar candidaturas, lo cual daría lugar a un conjunto más diverso de aspirantes.

Dados los desafíos globales urgentes que enfrenta la ONU, un liderazgo diverso y nuevas formas de operar serán esenciales para que el, o la, próximo/a secretario general pueda responder efectivamente a los 8.200 millones de personas del mundo.

Gabriela Keseberg Dávalos y Ben Donaldson son miembros del comité directivo de “1 for 8 Billion”, campaña que aboga por un proceso más justo, transparente e inclusivo de cara a la elección de secretario general en 2026, con un llamado claro: ya es hora de que una mujer feminista lidere Naciones Unidas.