La decisión de que las mejores parlamentarias– quizá las únicas referentes políticas de oposición en funciones de los últimos cuatro años que han puesto la cara y el pecho en la Asamblea Legislativa- han sido excluídas de las listas de candidatas para la próxima legislatura que acompañará, en caso de resultar electo presidente de Bolivia el 17 de agosto de 2025 alguien distinto al MAS, no solo es una desagradable y decepcionante sorpresa.
Es la constatación de que el mérito, la valentía, la lealtad, el compromiso y la militancia política por la defensa de la Constitución, la ley, la democracia, la justicia y la libertad, no son valorados como necesarios a la hora de constituir una verdadera bancada digna, una como nunca antes se ha tenido.
Quien suscribe, es una de tantas personas que se han jugado en las calles y en la resistencia por muchísimos años, sin nadie que nos mande ni nadie que se arrogue como propias las luchas ciudadanas, una a una, de tantas personas que hemos confrontado democráticamente durante los cuatro períodos de masismo.
En la orfandad de conducción política de la oposición del país, han sido las parlamentarias ahora marginadas de las listas, las que junto a tres o cuatro más nos han representado con valor, con persistencia, con idoneidad, con verdadera vocación de servicio y de atención a los problemas más difíciles que han tenido que confrontar en todos los ámbitos de la esfera política.
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Dejarlas fuera por cálculo o por veto, es un sinsentido, una injusticia, un desaire, un desaliento a los jóvenes que deben sentir que la búsqueda de cambio en la política es verdadera y a quienes creímos en la unidad de la oposición como frente único para ganar las elecciones de agosto y que, por decisión de unos pocos, nunca se dio.
Gabriela Ichaso Elcuaz, periodista y abogada.