Hace tiempo que la gente en Bolivia ha empezado a preferir el USDT en lugar del dólar físico. Esta criptomoneda, que vale exactamente lo mismo que un dólar, se ha ganado la confianza de muchos, sobre todo por la facilidad con la que se puede adquirir y transaccionar. Hoy por hoy, incluso se está encareciendo en el mercado informal, porque todos quieren USDT. Pero detrás de esta tendencia hay un tema más profundo: la verdad es que no hay dólares en Bolivia.
Y aunque el USDT tenga el mismo valor que el dólar, es importante entender que no son lo mismo. Así como el euro y el dólar son monedas distintas, el USDT es otra moneda más. La única diferencia es que es digital y no está regulada por el banco central de ningún país.
Entonces, ¿dónde están los dólares? Para responder eso, primero hay que entender de dónde vienen. Y aunque hay muchas formas, podríamos decir que hay cuatro principales. La primera son las exportaciones de gas y minerales que hace el gobierno. Esos dólares ingresan directamente al Banco Central. La segunda fuente son las exportaciones privadas, ya sea de empresas que venden productos al extranjero o de personas que exportan sus servicios. Esos dólares, en teoría, van a la banca privada. La tercera fuente son las remesas que envían los bolivianos que viven fuera del país a sus familiares en Bolivia. Esas solían llegar también a la banca, pero hoy en día sospecho que muchas ya están viniendo directamente en USDT por la facilidad y para resguardar su valor, ya que la banca te lo paga al cambio oficial. Y la cuarta fuente, que no es menor, es el turismo. Los visitantes que llegan al país gastan en hoteles, comida, transporte y actividades, y eso alimenta directamente con dólares a los emprendimientos de la gente.
Existe además una fuente informal de dólares que no se puede ignorar: el narcotráfico. Esta economía ilegal inyecta billetes verdes a las calles y a los mercados paralelos, donde la gente compra dólares para guardarlos bajo el colchón, como una forma de proteger sus ahorros. Pero incluso estos dólares, sospecho, se están quedando fuera del país y no están regresando.
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Ahora bien, ¿en qué se van los dólares? Los que le entran al Banco Central, sobre todo por las exportaciones de gas y minerales, se destinan a pagar combustible, deuda externa y algunas otras cosas que el gobierno necesita importar. Los dólares que generan los exportadores privados muchas veces ni siquiera regresan al país: una buena parte se queda afuera para pagar insumos y servicios de estas empresas, o simplemente para ahorrar. Y los que sí regresan a Bolivia por la banca privada, son usados por los importadores para pagar a sus proveedores del exterior. Pero incluso este camino se está evitando, porque muchos importadores están negociando directamente con los exportadores para comprar esos dólares afuera, saltándose así el sistema bancario y sus comisiones.
Las remesas, como dijimos antes, llegan en forma de USDT y no como dólares físicos. Y esos USDT terminan comprados por los mismos importadores que no consiguen lo que necesitan a través de la banca formal. Lo mismo pasa con los dólares que entran por el turismo. En resumen, la oferta formal de dólares no alcanza, y el mercado negro y el mundo cripto han pasado a cubrir ese vacío. Además, que la gente común y corriente también gasta dólares del alguna u otra todos los meses, ahorro, viajes, plataformas de streaming, educación, etc.…
La realidad es que Bolivia, gasta muchos más dólares de los que logra conseguir. Somos un país importador, con muy poca producción nacional, y es por esta sencilla razón que cada vez hay menos dólares en el mercado. Al principio no se sentía, porque el gobierno usaba las reservas internacionales del Banco Central para cubrir ese hueco. Esas reservas eran como una especie de ahorro en dólares, que venían acumuladas desde la época de bonanza, cuando exportábamos gas a muy buenos precios. Pero se las fueron gastando, y pasamos de tener más de 15 mil millones de dólares en reservas, a prácticamente nada en los últimos años. Incluso tuvimos que vender el oro físico del Banco Central, que viene a ser como vender las joyas de la abuela.
Hoy, la falta de dólares físicos es tan grave que la banca privada ya casi no realiza giros al exterior para los importadores. Y los pocos dólares que tiene, los subasta al mejor postor. Por su parte, el gobierno, en su desesperación por conseguir divisas para pagar el combustible y otras obligaciones, ha tenido que salir a comprar dólares en el mercado negro… y también en el mercado de las criptomonedas. Distorsionando aún más los precios.
Todo este juego entre los dólares que entran al país y los que necesitamos se llama balanza comercial. Y en Bolivia, esta balanza viene siendo negativa desde hace muchos años. Para que se entienda fácil: es como si ganáramos 10 dólares al mes, pero gastáramos 15, cubriendo la diferencia con nuestros ahorros. Obviamente, en algún momento eso no cierra y explota la burbuja.
Según el Instituto Boliviano de Comercio Exterior (IBCE), Bolivia cerró el año 2024 con un déficit comercial de 845 millones de dólares. Es decir, importamos 845 millones más de lo que exportamos. Y si miramos más de cerca, la venta de hidrocarburos bajó un 21%. Ya no exportamos casi nada de gas comparado con lo que vendíamos antes.
Si leíste hasta acá, creo que ya te diste cuenta la solución es bastante sencilla. La forma más simple de conseguir dólares es exportando y Bolivia tiene muchísimo potencial de ser un país exportador. Pero, paradójicamente, el gobierno ha puesto trabas y restricciones a las exportaciones, lo cual solo empeora el problema. Necesitamos con urgencia un gobierno que ponga limites a sus gastos, que deje de subsidiar combustible, que implemente una política que libere la economía, que permita exportar libremente, y que fomente la producción con valor agregado. Si no apoyamos la exportación de productos no tradicionales, seguiremos atrapados en este círculo vicioso donde los dólares escasean, la economía se ahoga, y la gente busca refugio en criptomonedas o en mercados paralelos para poder sobrevivir.
Roberto Ortiz Ortiz
MBA con experiencia corporativa en banca y telecomunicaciones