Las mujeres de la oposición


Es probable que Bolivia sea uno de los países latinoamericanos donde las mujeres han ingresado más tarde en el campo de la política, aunque hay algunas naciones, autocráticas, por cierto, en que el sexo femenino está destinado a buscar la comida para el hogar u ofrecer su cuerpo como mercancía de trueque.

En esta legislatura, que concluye pronto, las mujeres se han destacado mucho más que los varones, tanto en el Legislativo, como en funciones de asambleístas departamentales o concejalas municipales. Esto ha sucedió a lo largo de toda la gestión, aunque Santa Cruz ha mostrado un perfil desconocido de mujeres jóvenes, entre los 30 y 40 y poco, algunas solteras todavía, que han sorprendido por su capacidad.



No cabe la menor duda de que el ejemplo de arrojo y patriotismo de la expresidente Jeanine Añez, ahora olvidada por la turbulencia política en la gélida cárcel de Miraflores, ha influido de alguna manera en las jóvenes actoras del último lustro.

Avergüenza oír o ver, diariamente, a parlamentarios de los diferentes partidos que con supina ignorancia lanzan ingenuos o groseros exabruptos a troche y moche. Pero, aunque algunos puede que lo hagan para manifestar su reciedumbre de machos, la mayoría lo hace por estúpidos o locos. O simplemente por ignorantes. Salir de los ayllus o de los cocales, directamente, para ocupar un lugar en cargo alguno, no puede dar otro resultado que el caos reinante. Eso se comprobó en los últimos 20 años.

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Entre las mujeres hemos visto a la senadora por Cochabamba, Andrea Barrientos, por ejemplo, que es modelo de seriedad, elocuencia y compostura, habilitada para ocupar cualquier función de responsabilidad. Así como a la diputada cruceña Luisa Nayar, que ha sido una suerte de revelación en esta gestión, demostrando inquietud por investigar y coraje para defender sus posiciones, además de derrochar carisma. Asimismo, destaca la diputada ignaciana, de “Creemos”, María René Álvarez, atractiva en sus expresiones, firme y elocuente, ahora defensora a brazo partido del territorio cruceño de Piso Firme.

La diputada tarijeña Luciana Campero ha sido noticia centrando su ataque contra la pedofilia de que se acusa a Evo Morales y ha demostrado persistencia y firmeza sin perder el carácter festivo que caracteriza a su hermosa tierra. La diputada de CC María José Salazar Oroza es otra figura naciente, empeñada decisivamente en una lucha contra los males del sistema judicial boliviano.

De gran valía es la asambleísta de “Creemos” Paola Aguirre, mujer inteligente, valiente, de verbo fogoso, leal como la que más, que encabeza a sus seguidores y que se enfrenta a las turbas sin mostrar miedo alguno. Paola Aguirre, como alguna de sus coterráneas cruceñas, tiene un gran porvenir político, siempre que no se pierda en los meandros malignos de la política nacional que son tan tenebrosos.

No podemos dejar de lado, de ninguna manera, a las asambleístas departamentales Silvana Mucárzel y Lola Terrazas, ambas críticas de la actual gestión municipal, la primera combatiente con estilo sereno por lo general o bravo cuando llega la ocasión; la segunda, persistente investigadora y gran comunicadora del sin fin de vericuetos que produce el municipio cruceño.

Por su relevancia, mencionamos a la paceña Amparo Ballivián Valdés, quien, sin ser ni parlamentaria, ni concejal, ni asambleísta departamental, sino economista de gran trayectoria, ha mostrado un peso propio que puede hacerla preponderante en los próximos años. Ha sido la única mujer que ha terciado como precandidata en medio del olor de machos cabríos errabundos, y que no se ha quejado de su condición de mujer, que no ha apelado al feminismo, sino que expuso sus ideas con decisión y claridad, dándose cuenta, con toda la razón del mundo, de que la salvación del país está en la búsqueda del candidato único. A eso se ha dedicado, aun cuando se habrá defraudado al darse cuenta de que la estupidez de los políticos opositores es mayor a cualquier lógica.