Presidentes para el siglo XXI


La semana pasada terminamos en la Universidad del Sur de Buenos Aires (USBA), el primer curso de estrategia política, al que asistieron casi doscientos cursantes de distintos países latinoamericanos. Pronto empezaremos un segundo curso que tendrá como tema la estrategia de defensa y ataque en la política. Éstas son dos experiencias con las que estamos probando las herramientas de lo que será nuestro posgrado para preparar “presidentes para el siglo XXI”. Además de aprender cómo ganar las elecciones, pretendemos que quienes sigan el posgrado puedan conocer la experiencia de varios expresidentes y presidentes latinoamericanos, a los que estamos invitando por su calidad intelectual y por lo que significaron sus gobiernos.

Jaime Duran Barba

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Juan Obregón

 

Fuente: Perfil.com



La mayoría de analistas reconoce que la democracia representativa enfrenta una crisis profunda. Unos creen que éste es un fenómeno temporal, que pronto se volverá a una sociedad que imaginan que existió, en la que importaba la lucha ideológica, todos los electores leían y debatían programas, compraban montañas de papel carbón, para hacer copias de sus textos y repartirlos por toda la ciudad para conseguir votos.

Otros sienten que la Revolución tecnológica es mucho más profunda, y que llegó para producir nuevos cambios que todos los días potencian nuestro celular, transforman los objetos que nos rodean, cambian nuestra forma de ser, nos permiten ver galaxias formadas por elementos pesados antes de que comience el universo.

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Yuval Harari dice en su libro XXI lecciones para el siglo XXI que lo mejor para un niño que quiere ser exitoso en el 2050, es no hacer muchas preguntas a sus mayores. Somos buenas personas, pero no tenemos la capacidad de intuir cómo será el mundo cuando se incorporen al mundo laboral los niños que ingresan a las escuelas.

Lo único seguro es que habrán desaparecido casi todas las ocupaciones que hoy existen y que tratarán de ser felices en un mundo que no podemos imaginar. La inmensa mayoría de conocimientos que aprenderán en la escuela, el colegio y la universidad, estarán obsoletas o se podrán obtener simplemente por un implante nanotecnológico. Harari hace una gran pregunta en otro texto, que se encuentra en la red, sobre la educación de los niños. Más que cargarlos de conocimientos, la educación debe prepararlos para que puedan enfrentar lo desconocido y lo imprevisible, debe sacarles de las verdades paradigmáticas, ser holística. Como dijo Kurzweil hace años, la singularidad ha llegado, está entre nosotros.

En política ocurre algo semejante, agravado por la distancia generacional, convertida en abismo. Los líderes de las viejas generaciones viven un mundo y tienen una agenda, en la que la discusión política gira en torno a lo temas de siempre: si alguien es corrupto, es de izquierda o de derecha, o lo que está prohibido hacer en la cama.

La mayoría de la población pasa más tiempo frente a la pantalla de su celular, que oyendo discursos. Están más interesados en cuál inteligencia artificial es más útil, la Deepseek o el ChatGPT, porque estas herramientas son verdaderamente útiles para mejorar su vida, más que el hecho de que el partido Tal haya cambiado sus estatutos o que los líderes de un grupo crean en determinados mitos.

Surgió una nueva sociedad basada en la confianza, que convive con el viejo Estado policial. Esta semana, Mateo Salvato publicó un artículo en Noticias, “La Inteligencia artificial y el fin del Estado”, que ayuda a entender el fenómeno. Es difícil que los niños actuales aprendan a usar ábacos y tablas de logaritmos, como hicimos los que tenemos más edad. Los bienes se producen en plantas que no se parecen a las fábricas tóxicas que hicieron imaginar a Marx que se formaría un proletariado revolucionario.

Los viejos valores se encuentran en una crisis definitiva, pero es falso que han desaparecido. Hay nuevos valores que aceleran la evolución de la humanidad hacia especies que serán cada vez menos brutales y violentas. Ésta no es una expresión de deseos, es un hecho que fue estudiado, entre otros, por autores como Steven Pinker en su libro Los ángeles que llevamos dentro. El declive de la violencia y sus implicaciones.

Conversando con intelectuales y líderes políticos del continente, la coincidencia es total: lo formación que recibimos los líderes tradicionales no permite afrontar la nueva realidad. Al romperse el paradigma de la antigua política, el pensamiento conservador se fisuró y tienen más éxito candidatos que vienen de fuera de la política, que los que hicieron una carrera en la función pública.

Hay quienes creen ahora que el candidato que tiene un buen curriculum, fue ministro, senador, presidente, en realidad tiene un prontuario. Le atribuyen todo lo malo que existe, y no le reconocen haber colaborado para que exista un mundo que evidentemente es mejor que el de hace 50 años. La novelería por el espectáculo, hace que se desprecie la única asignatura que no puede enseñar ni la mejor universidad del mundo: la experiencia.

Aparecen entonces presidentes de Estados Unidos que se quieren aliar con Rusia para invadir Dinamarca, o creen que el problema de Medio Oriente, que hunde sus raíces en la historia, puede solucionarse expulsando a sus habitantes para construir resorts turísticos norteamericanos.

No es algo que tiene que ver con la izquierda y la derecha como la entendíamos durante el siglo pasado, sino más bien con la ignorancia de los especialistas, en una realidad que es mucho más compleja que la de hace diez años. Los líderes y también la gente común, necesitan tener una formación más amplia. No basta con saber vender inmuebles y ofrecer al vecino la décima parte del precio de su predio, para lograr que lo venda en la mitad. Hay instituciones, normas diplomáticas, formas que nos permiten convivir en el zoológico humano.

Quienes tuvimos la suerte de vivir el cambio más importante de la historia de la especie y quienes nacieron en medio de las turbulencias de las nuevas Revoluciones Industriales, deberíamos contar con un espacio en el que podamos intercambiar nuestros conocimientos y percepciones, invitando a los que experimentaron el poder, a los que están en la punta tecnológica, sin prejuicios ideológicos o de cualquier tipo.

La semana pasada terminamos en la Universidad del Sur de Buenos Aires (USBA), el primer curso de estrategia política, al que asistieron casi doscientos cursantes de distintos países latinoamericanos. Pronto empezaremos un segundo curso que tendrá como tema la estrategia de defensa y ataque en la política. Éstas son dos experiencias con las que estamos probando las herramientas de lo que será nuestro posgrado para preparar “presidentes para el siglo XXI”. Pretendemos que se inscriban en el proyecto cursantes de la mayoría de los países de America Latina y estamos afinando las herramientas para que esto sea posible.

Las clases se impartirán en idioma español, con traducción simultánea del inglés o del portugués cuando sea necesario. No es una actividad académica que pretende predicar ninguna doctrina política o religiosa. Existen otras iniciativas paralelas que preparan a sus cursantes para que combatan al socialismo o al capitalismo, o a cualquier otro ismo. Eso está fuera de nuestro plan.

Convocando a los profesores más capacitados del mundo, pretendemos que tengamos la oportunidad de aprender lo que es necesario para entender la política en el siglo XXI. Personalmente quisiera que sea un posgrado en el que yo mismo quisiera inscribirme, que nos proporcione diversos conocimientos que nos permitan comprender una realidad caótica.

Una sección será la de las nuevas campañas electorales. Hubo una metodología de trabajo en esta área, que Joseph Napolitan empezó a formalizar en 1960, cuando fue el estratega de la campaña de John F. Kennedy. Esos conocimientos se desarrollaron con el tiempo y fueron una herramienta para ganar las elecciones y elaborar una estrategia de comunicación de gobierno.

Con la experiencia del PRO se difundió en Argentina la idea de que es fácil ganar las elecciones, y que lo difícil es gobernar. Esto es poco racional. Hay decenas de personas valiosas, en todos los países de la región, que quieren ser presidentes y cada cuatro años o seis, hay solamente una que consigue ser elegida.

El 2005 en las elecciones legislativas de la Ciudad, Mauricio Macri inició la época del PRO, en la que su partido ganó más de cuarenta elecciones, en dos décadas en CABA, y muchas más en la Provincia de Buenos Aires y en la Nación. Este domingo podremos ver si logra mantener ese invicto.

La magia no existe, existen profesiones cada vez más sofisticadas. La mayoría de los enfermos se curan por acción de médicos bien formados, ayudados o no por una reliquia umbanda. El candidato es el piloto, único que gana o pierde las elecciones. En las decenas de elecciones el PRO tuvo buenos candidatos, capaces incluso de ganar a Néstor y Cristina en la Provincia de Buenos Aires. Pero tuvieron en común, desde el 2005 hasta el 2019 un equipo estratégico de calidad, un coche de primera que ayudó al candidato a realizar su proeza. Desde que el gran piloto ingresó a la cancha de Fórmula 1 con una patineta, perdió todas las carreras. Cuando el PRO desarmó su aparato técnico y abandonó su papel de alternativa republicana al peronismo, esas personas se dispersaron entre otras alternativas locales e internacionales con bastante éxito.

Pero además de aprender cómo ganar las elecciones, pretendemos que quienes sigan el posgrado puedan conocer la experiencia de varios expresidentes y presidentes latinoamericanos, a los que estamos invitando por su calidad intelectual y por lo que significaron sus gobiernos. Provendrán de los países más diversos de nuestra América, representando los puntos de vista más diversos desde el punto de vista ideológico. Tenemos poca noción de cómo será el mundo en que gobernarán los cursantes, suponer que podemos proponerles ideas para el futuro de ese futuro, sería muy pedante. Pero hemos tenido y tenemos mandatarios muy valiosos que nos pueden transmitir aquello que no transmite la academia formal: la experiencia.

La tercera pata del posgrado será el futuro. Jorge Fontevechia ha realizado decenas de entrevistas a los intelectuales y científicos mas notables del mundo, entre ellos a más de cincuenta personas Premios Nobel. Varios serán invitados a exponer en el posgrado. Quisiéramos que las personas que están a la cabeza de la Revolución tecnológica relaten lo que hacen y a dónde creen que irá la sociedad del futuro.

Hay países en los que la Revolución tecnológica ya ha creado una nueva realidad. Invitaremos a expositores que nos expliquen lo que están haciendo, para saber en qué mundo ejercerán su liderazgo los presidentes del siglo XXI.

*Profesor de la GWU. Miembro del Club Político Argentino.

Fuente: Perfil.com