El ministro de Defensa, Edmundo Novillo, escribió un texto a manera de reflexión sobre la «pacificación» de Llallagua y su aporte al país. En contraste, el periodista Mario Roque puso el dedo en llaga de las dictaduras y las masacres.
eju.tv / Video: Andrés Gómez
«El día histórico de la pacificación, en las tierras donde se gestó la Revolución de 1952». Así titula el texto que publicó este sábado el ministro de Defensa, Edmundo Novillo, en su cuenta de Facebook. Se trata de un recuento de aporte de los centros mineros del Norte de Potosí: la lucha de los mineros y su aporte en la transformación de un país desigual.
El texto surge a propósito del conflicto que golpeó a Llallagua y que se saldó con cuatro fallecidos, tres ellos policías, en medio del operativo contra el bloqueo de seguidores de Evo Morales.
«Después de 48 horas de pacificación en Llallagua con la intervención de las FFAA y Policía, y viendo la gran cantidad de jóvenes universitarios concentrados, estuve reflexionando profundamente, haciendo una valorización de la memoria histórica sobre los centros mineros del Norte de Potosí, Llallagua, Huanuni, Catavi, Uncía, Siglo XX, etc. que un día anhele conocer y lo hice en esa ocasión», escribe la autoridad.
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Lucha
«Lo sorprendente es que en estos lugares, nuestra historia encierra en sus entrañas, uno de los episodios históricos más notables del pueblo minero en la lucha social reivindicativa de nuestra querida Bolivia», añade.
En su texto, Novillo puntualiza que «en los años 1940 y 1950, fueron el laboratorio, de las ideas políticas más brillantes de cambio y de transformación estructural del sistema político económico y social de su tiempo, cuyo resultado sería los planteamientos programáticos y sus logros en la Revolución del año 1952, como la Nacionalización de las Minas, la Fundación de COMIBOL, la Fundación de la Central Obrera Boliviana, la abolición del pongueaje, la reforma agraria, el voto universal entre otros».
Efectivamente, fue así. La reflexión del ministro surge a propósito de la emboscada en la que murieron tres policías y un civil en Llallagua, hasta donde luego llegaron los militares, que fueron recibidos con aplausos y abrazos.
«Después de dos días de los hechos luctuosos, muy triste y conmovedores, mi reconocimiento a todas las autoridades y personas quienes gestaron la mañana del viernes 13 de junio un preacuerdo para la pacificación y lograron un escenario de distensión que posibilitó nuestra llegada sin que tengamos que lamentar enfrentamientos entre hermanos bolivianos», reseña Novillo.
Luego añade: «La democracia no es el mejor sistema de gobierno, pero hasta ahora es el más avanzado que la humanidad a desarrollado para que un pueblo dentro un Estado pueda vivir en paz, con libertad, diálogo, respeto, debate, tolerancia, entendimiento, seguridad y orden».
En su criterio, «no es posible que una protesta social acabe en hechos criminales, el derecho de un ciudadano termina donde empieza el derecho del otro ciudadano; y no es posible pensar en imponerle y menos someterle recurriendo a la violencia mortal».
La otra cara
Pero hay más en la historia de este girón patrio en la que también fueron clave los militares, aunque eran otros los tiempos y las intenciones.
En otro texto que publicó el periodista Mario Roque que titula «Cambia, todo cambia…» se pone en la mesa el giro de 180 grados que dio la historia esta semana que termina.
«Jamás sospeché ver el ingreso triunfal de los militares a la Plaza de Llallagua, que junto a Catavi y Siglo XX, es considerada como la cuna del sindicalismo boliviano. La noche del miércoles 11 de junio de 2025 se logró el desbloqueo después de una semana de la carretera asfaltada de 92 kilómetros que une Llallagua con Oruro», puntualiza Roque a manera de recuento.
Así, concluye que «Llallagua es un pueblo con mucha historia» y luego detalla: «La masacre minera del 21 de diciembre de 1942, en el Gobierno de Enrique Peñaranda, se produjo en una pampa entre Llallagua y Catavi. En esa ocasión se reclamaba aumento de sueldos a la Empresa Patiño Mines».
Además, precisa que «la marcha que descendió de Llallagua estaba liderada por María Barzola, quién era abanderada. La mujer palliri fue acribillada por los uniformados».
En ese contexto, añade que «otra masacre que no se olvida es la Noche de San Juan» que «ocurrió el 23 de junio de 1967 en el Gobierno de René Barrientos Ortuño» que dejó «varios muertos en el campamento minero próximo a Llallagua». En todas esas intervenciones la bota militar tuvo mucho que ver.
«Ahora es diferente», comenta Roque y añade: «Llallagua es una ciudad intermedia con unos 40.000 habitantes, es la más importante del norte de Potosí».
Estas dos visiones de Llallagua, el escenario de la tragedia y ahora de la esperanza, han trastocados las fibras de la memoria. Escuchar el Himno Nacional en su plaza a una sola de voz de habitantes, militares y policías es una muestra de ello.
La historia
El ministro de Defensa boliviano puntualiza que «todo boliviano que ama su país y conoce su historia como universitario, como profesional académico o no, siempre le nace un enorme deseo de conocer estos sitios o lugares históricos donde nacieron grandes dirigentes mineros, hombres, mujeres y las ideas revolucionarias más avanzadas de nuestra historia».
«Por esta riqueza histórica y cultural estos lugares son uno de los destinos turísticos más apasionantes que tiene Bolivia», sostiene.
En la parte final de su texto, Novillo «dedica» la presencia de Estado «para apoyar en la pacificación a todos esos jóvenes concentrados llenos de fuerza, energía y con una visión de esperanza en nuestro futuro»
«Exhortándoles a investigar, a valorar, cualificar condensando en nuestra conciencia y razón, la rica experiencia histórica a la que hice referencia con la compleja realidad que nos tocó vivir en este momento histórico. La revolución democrática y cultural está vigente… cambio con orden y orden con cambio».