Masiva movilización en el Hospital de Pediatría Garrahan, en Buenos Aires, para defender un pilar de la salud pública infantil en Argentina. RFI conversó con Norma Lezana, de la Asociación de Profesionales y Técnicos (APyT) para explicar la situación.
Fuente: https://www.rfi.fr
El Hospital de Pediatría Garrahan, una institución de referencia nacional e internacional en alta complejidad infantil, se encuentra en el centro de una grave crisis que amenaza con su «vaciamiento sistemático». Según denuncian sus trabajadores, una política de «asfixia del salario» impuesta por el gobierno de Javier Milei ha congelado los sueldos, provocando una pérdida de poder adquisitivo cercana al 100% en el último año y medio, según expertos. Esta situación ha desatado un éxodo de profesionales y ha puesto en alerta a toda la comunidad sanitaria. Denuncia Norma Lezana, de la Asociación de Profesionales y Técnicos (APyT).
La situación ha llegado a un punto crítico, motivando la convocatoria a una marcha multitudinaria que unirá al personal del hospital con organizaciones científicas, tecnológicas, universitarias y la sociedad civil. El objetivo, según sus protagonistas, trasciende el reclamo salarial: es la defensa del hospital, de la salud pública y de las infancias en Argentina.
Un éxodo de talento por «sueldos de miseria»
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Médicos, enfermeros y técnicos con alta especialización, formados durante años en el Garrahan, están renunciando para buscar mejores horizontes en el sector privado o directamente en otros países. «Son muy buscados los profesionales jóvenes formados para atender pediatría de alta complejidad en el Hospital Garrahan», afirma una referente del hospital.
Las cifras, aunque varían entre las fuentes gremiales y las oficiales, confirman la tendencia: se habla de cientos de renuncias en los últimos meses. Este éxodo no solo sobrecarga al personal que permanece, sino que desarticula equipos de trabajo interdisciplinarios y pone en riesgo la calidad de la atención. «Dicen que sobran trabajadores, pero hubo 200 renuncias por sueldos de miseria», se queja Lezana. Y añade: “El Garrahan atiende cerca de 670.000 consultas por año, absorbe el 40% de los casos de cáncer infantil de toda Argentina y realiza más de 100 trasplantes de órganos sólidos anualmente”.
La crisis se extiende a los cimientos del sistema: los programas de formación. Las residencias médicas, un sistema de formación de posgrado para los recién graduados, han sufrido un duro golpe al pasar sus integrantes de ser considerados trabajadores con derechos laborales a «becarios». Esta precarización desincentiva a los jóvenes profesionales a formarse en los hospitales públicos, hipotecando el futuro de la especialización pediátrica en el país.
Los trabajadores del Garrahan enmarcan su situación en un plan económico más amplio que, según describen, «donde nosotros vemos un derecho, ellos ven un negocio o ven un gasto y lo liquidan». Señalan el desfinanciamiento y la parálisis de organismos públicos de control y ciencia como el CONICET, el INTA y el INTI, encargados de la investigación científica y el control de calidad de la producción nacional. «Es destruir directamente organismos públicos», sentencian, trazando un paralelo entre la crisis del hospital y la de todo el aparato científico-tecnológico del Estado.
Avanza un proyecto de ley en el Congreso para declarar la emergencia en salud pediátrica, que incluye el financiamiento específico para el Hospital Garrahan y busca revertir la precarización de los residentes. La iniciativa ya cuenta con la aprobación de las comisiones y se espera que obtenga los votos necesarios en el recinto. Sin embargo, los trabajadores advierten que «los tiempos parlamentarios son un poco más largos de lo que necesitamos», mientras denuncian que no existe «ninguna respuesta del gobierno» ni canal de diálogo.
A la tensión se suma el rechazo a la designación del nuevo director médico, Mariano Pirozzo. El personal lo cuestiona por no ser pediatra, rompiendo una larga tradición del hospital, y por sus antecedentes: lo señalan como responsable del despido de cientos de trabajadores en el Hospital Bonaparte, un centro de salud mental, y en el Hospital Sommer. Su nombramiento es visto como una provocación y una señal del rumbo que las autoridades pretenden para la institución.