El fracaso de dos modelos: Bolivia no supera el umbral de ingresos medios bajos


Economistas apuntan que el neoliberalismo y el estatismo durante el Gobierno del MAS contribuyeron al estancamiento. Hoy, Bolivia enfrenta una economía sin dinamismo e instituciones debilitadas. Desde 1987 el Banco Mundial mantiene al país en esta categoría

Ernesto Estremadoiro Flores
En la actualidad del poder adquisitivo de las personas se redujo hasta un 50%, según proyecciones de economistas. La crisis golpea a la gente
En la actualidad del poder adquisitivo de las personas se redujo hasta un 50%, según proyecciones de economistas. La crisis golpea a la gente| Enrique Canedo

 

Fuente: El Deber



Pese a más de una década de bonanza exportadora y una ubicación estratégica en Sudamérica, Bolivia sigue anclada en la categoría de país de ingresos medios bajos, según la más reciente clasificación del Banco Mundial. Este estatus no solo refleja los niveles de ingreso per cápita —inferiores a $us 4.465 al año—, sino también una realidad más profunda: el país está atrapado en un modelo económico agotado, con baja productividad, instituciones débiles y una educación colapsada.

El reciente informe de este organismo vuelve a ubicar al país en la misma categoría, junto a países como Nigeria, Honduras y Bangladesh.

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Esto pese a que, entre  2006 y 2013, Bolivia vivió una histórica bonanza exportadora de gas natural. Durante ese periodo, según datos de comercio exterior y estimaciones del Ministerio de Economía y el INE, las exportaciones de gas superaron los $us 50.000 millones. Solo en 2013, el país exportó gas por más de  $us 6.100 millones.

¿Pero qué factores han llevado a que el país no salga de este umbral, por tres décadas?

Falta de productividad

Carlos Aranda, economista del Centro de Estudios Populi, sostiene que la clave del estancamiento está en la baja productividad total de los factores, es decir, la incapacidad del país de producir más con los mismos recursos.

“Bolivia siempre ha crecido un poco, pero no ha podido aumentar su productividad. Crecemos porque más gente trabaja o porque acumulamos más capital, pero no porque somos más eficientes o usamos mejor la tecnología”, explica.

A esto se suma el peso histórico de crisis económicas profundas. “La crisis de 1985 nos hizo retroceder 26 años en términos de ingreso per cápita. Recién después de más de dos décadas recuperamos los niveles anteriores. Es como si no hubiéramos crecido nada en todo ese tiempo”, afirma.

Aranda también señala que, incluso en los años de bonanza (2006-2019), Bolivia no destacó frente a sus vecinos. “Nuestro crecimiento fue mediocre comparado con otros países de la región. Si ves el ranking de ingreso per cápita en PPA, en 2006 estábamos en el puesto 23 y en 2019 seguíamos igual. Países como Perú, Uruguay y Panamá mejoraron posiciones, pero nosotros no”.

Otro dato preocupante: desde 2018 el ingreso per cápita en Bolivia no crece. “En los últimos años ha disminuido. En 2023 crecimos apenas 0,7%, mientras la población aumentó entre 1,6% y 2%. Es decir, por persona, hemos decrecido. Estamos estancados”, sentencia Aranda.

El especialista es claro: no hay soluciones a corto plazo. “Este es un problema estructural. Tiene que ver con la calidad de las instituciones, la seguridad jurídica, la estabilidad política, la calidad regulatoria. En todos esos indicadores Bolivia está mal”, advierte.

Para Aranda, no se aprovechó  sus oportunidades históricas. “Durante la bonanza, podríamos haber invertido en mejorar instituciones, educación y capacidad productiva”, cuestionó.

Problema estructural

Para el economista y docente Germán Molina, el estancamiento responde a una serie de errores estructurales acumulados durante décadas, tanto a nivel macroeconómico como en la gestión política.

“Se proyectó un crecimiento del 5% anual para el periodo 2021-2025, pero el promedio está muy por debajo. De hecho, el crecimiento en 2024 fue menor al 1%”, explicó Molina.

Además del bajo dinamismo económico, el especialista destaca otros factores que han debilitado la economía nacional: una inflación mayor a la prevista, una inversión pública insuficiente, y una situación de rigidez en el mercado de divisas.

Molina fue crítico al repasar la gestión de la bonanza gasífera (2006-2013), periodo en el que Bolivia recibió más de $us 50.000 millones por exportaciones de gas.

“No se creó un fondo soberano ni se invirtió en reponer reservas hidrocarburíferas. Se apostó por el gasto público y la creación de empresas que hoy no muestran resultados positivos”, lamentó.
El economista considera que esta lógica de gasto sin planificación consolidó un modelo que hoy muestra signos de agotamiento.

Un error compartido

La razón de estancamiento, asegura el economista Martín Moreira, no es coyuntural, sino estructural y acumulada. “Es un error compartido entre el modelo neoliberal de los años 90, el estatismo de la era Evo Morales y la falta de decisiones estratégicas del gobierno actual”, afirma.

Para Moreira, el primer gran error ocurrió entre 1987 y 2005, durante el periodo de la capitalización. “La mayoría de los ingresos generados en esa época salieron del país. Solo en una década, las transnacionales se llevaron aproximadamente 113.000 millones de dólares, dejando apenas 250 millones en impuestos. Eso no dejó divisas, no fortaleció al Banco Central, ni desarrolló el mercado interno”, sostiene.

Según el economista, ese esquema de apertura excesiva dejó al país sin soberanía económica ni capacidad productiva, y derivó en crisis como la del “impuestazo” de 2002, producto del mal manejo de los fondos de pensiones.

Agregó que con la llegada del MAS al poder, Bolivia certificó reservas gasíferas por 9,1 TCF y experimentó una etapa de mejora. “Las condiciones de vida subieron, el mercado interno se fortaleció, y las reservas internacionales llegaron hasta 17.000 millones de dólares. Pero no hubo continuidad ni planificación para sostener ese crecimiento”, indica.

Pero falta de exploración y reposición de reservas provocó una caída drástica. “Lo que no se hizo en tiempo de bonanza —como diversificar la economía o consolidar empresas estatales productivas— se siente ahora con fuerza”.

Durante el gobierno de Luis Arce, según Moreira, se retomaron iniciativas productivas, sobre todo en hidrocarburos. “Se está trabajando en nuevas prospecciones de yacimientos, pero esto tomará tiempo. Mientras tanto, Bolivia depende de divisas que ya no ingresan con la fuerza de antes”.

Aunque hubo mejoras en agropecuaria y minería, no han sido suficientes. Las reservas internacionales apenas superan los 3.000 millones de dólares, y la falta de flujo de divisas afecta la estabilidad cambiaria.
“El error de Arce fue concentrarse solo en el gas, cuando la minería genera ingresos mucho más rápido en este contexto global de guerras y demanda de materias primas. Se debió impulsar ese sector con mayor fuerza”, señala.

Moreira advierte que las empresas públicas clave —Yacimientos, Comibol, Vinto, ENDE— no deben ser privatizadas, sino fortalecidas.

Fuente: El Deber