Por Ricardo V. Paz Ballivián
Evo Morales, el personaje político más importante de Bolivia en lo que va del siglo XXI, nos vuelve a sorprender. Nadie está haciendo más que él para provocar la derrota del neopopulismo autoritario. Se ha convertido en el principal escollo de Andrónico Rodríguez y de las corporaciones sindicales que buscan reproducir al neopopulismo en el poder.
Ciego y sordo al clamor del “Grupo de Puebla” y del “Foro de Sao Paulo”, desoyendo a su “hermano mayor” Lula Da Silva y ninguneando a Claudia Sheinbaum, Gustavo Petro, Nicolás Maduro y Daniel Ortega, sus antiguos pares autoritarios de la región, se mantiene firme e impertérrito en su decisión de boicotear las elecciones del próximo 17 de agosto.
Obviamente que él sabe que no lo logrará, pero lo que si desea conseguir es evitar que Andrónico gane las elecciones, impidiendo la votación en lugares claves como el trópico de Cochabamba y lo que se pueda en zonas periurbanas y rurales de La Paz, El Alto, Oruro, Potosí, Santa Cruz y Chuquisaca. Evo Morales desea con todas sus fuerzas que Samuel Doria Medina o Tuto Quiroga ganen las elecciones, unos comicios según él deslegitimados y fallidos, para poder, inmediatamente, ponerse a la tarea de lo que más sabe: derrocar al gobierno en una insurrección basado en la potencia de las minorías eficaces a las que denomina eufemísticamente “movimientos sociales”.
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El cálculo de Evo Morales es no solamente errado, si no demencial e impracticable. Bolivia está cerrando un ciclo socio político y lo último que quiere es el retorno del caudillo chapareño, peor por una vía insurreccional y antidemocrática. La única opción que tiene el neopopulismo autoritario para reproducirse en el poder es mediante la falsaria y fraudulenta candidatura de Andrónico Rodríguez. La apuesta de este último es lograr que el pragmatismo de las corporaciones sindicales, desesperadas por mantener privilegios y canonjías, obliguen a una especie de “voto útil”, que, hasta ahora, visto lo que reflejan las encuestas, no se puede desencadenar debido a la acción y decisión de Evo Morales.
La historia, a veces, también avanza por el lado malo, decía el filósofo alemán Friedrich Hegel, para significar que, en el proceso dialéctico de consumación de los hechos sociales, en ocasiones, circunstancias y eventos, resultan paradójicos a la hora de evaluar sus resultados. Parece que estamos ante una situación de este tipo, vistas las acciones y decisiones que lleva adelante Evo Morales: se ha convertido en el mejor jefe de campaña que podrían haber deseado los candidatos del campo democrático (que él prefiere llamar la “derecha proimperialista”).
Si las cosas siguen así, a pesar del relativo estancamiento de los candidatos del campo democrático, si Andrónico Rodríguez no logra resolver con éxito el desafío estratégico que significa convencer a la inmensa mayoría de los seguidores fieles de Evo Morales, de avenirse a la lucha electoral, en lugar de persistir en la subversión, la elección se le pone cuesta arriba al actual presidente del Senado.
Estas, sin duda, son buenas noticias para los candidatos del campo democrático. Si la mayoría de los adherentes de Evo Morales se mantienen en la idea de boicotear las elecciones, votar nulo, blanco o abstenerse y no votar por Andrónico Rodríguez, la esperanza de este último (aun teniendo el espacio sociológico electoral para lograrlo) por lograr una victoria con más del 40% en primera vuelta, se torna casi imposibles.
En la semana que se inaugura empezará la propaganda electoral en la “reina” de la comunicación política: la televisión. Todavía su grado de penetración y cobertura es insuperable y, si bien las redes sociales han ido ganando protagonismo en los últimos años, no hay duda de que todavía la propaganda en televisión es crucial para lograr posicionar mensajes que hagan la diferencia y definan a los indecisos, que todavía son mucho a un mes de la elección.
Entramos a la recta final de la campaña con esta novedad de Evo Morales que, de todas maneras, no debería provocar el triunfalismo o el exceso de confianza de las fuerzas del campo democrático. En las elecciones todo puede pasar y cambiar de la noche a la mañana. No es muy sensato subestimar el pragmatismo de las corporaciones sindicales que, finalmente, pueden, por necesidad, derrotar la megalomanía de Evo Morales y obligar al “voto útil” por Andrónico.
Lo racional, inteligente y seguro, no es confiar en que Evo Morales haga el trabajo, si no sigue siendo apostar por la UNIDAD de las fuerzas del campo democrático … más vale tarde que nunca.