Los combates ya causaron al menos 20 muertos y más de 140.000 desplazados. Ambos países se acusan de romper el cese del fuego y denuncian ataques contra civiles. La ASEAN y la ONU presionan por una solución pacífica que evite una escalada regional.
Fuente: Infobae
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Los gobiernos de Tailandia y Camboya analizan la posibilidad de un alto el fuego propuesto por Malasia, mientras las fuerzas armadas de ambos países mantienen este viernes combates en al menos doce puntos de la frontera, según comunicados oficiales y declaraciones de los líderes involucrados.
El conflicto fronterizo, que ya deja al menos 19 fallecidos en Tailandia —incluyendo al menos 13 civiles y seis soldados— y un civil muerto y cinco heridos en Camboya, se intensificó tras semanas de tensiones en la zona limítrofe adyacente al templo hindú de Preah Vihear. Más de 138.000 tailandeses han abandonado sus hogares y unas 3.400 familias camboyanas han tenido que ser evacuadas, informó el Ministerio de Salud de Tailandia y autoridades locales camboyanas.
En la noche del viernes, el Ministerio de Exteriores tailandés expresó su agradecimiento al primer ministro de Malasia, Anwar Ibrahim, por su mediación y la oferta para implementar un cese de hostilidades. “Tailandia está totalmente de acuerdo en principio y la considerará”, detalló el ministerio, aunque advirtió que las fuerzas camboyanas “continuaron sus ataques indiscriminados contra territorio tailandés”, conducta que, según Bangkok, pone en riesgo a la población civil y “demuestra falta de buena fe”.
Por su parte, el primer ministro camboyano Hun Manet afirmó que Tailandia fue quien rompió el alto el fuego mediado por Malasia, al señalar que, tras aceptar ambos gobiernos la propuesta, “una hora después, la parte tailandesa cambió de postura”. Hun Manet subrayó en una publicación en Facebook que “la clave para resolver el actual conflicto armado reside en la voluntad genuina de la parte tailandesa de aceptar un alto el fuego”.
Ley marcial en ocho distritos de frontera
La escalada de violencia llevó al Comando de Defensa Fronteriza de Tailandia en las provincias orientales de Chanthaburi y Trat a declarar la ley marcial en al menos ocho distritos. La medida busca facilitar el movimiento de tropas, policías y civiles “para proteger a la nación de esta amenaza externa”. Entre los distritos afectados figuran Mueang Chanthaburi, Tha Mai, Makham, Laem Singh, Kaeng Hang Maew, Na Yai Am y Khao Khitchakut en Chanthaburi, y Khao Saming en Trat.
En estos territorios, fuerzas tailandesas reportan emplear municiones de racimo —prohibidas por tratados internacionales— “exclusivamente contra objetivos militares”, según confirmó el general Winthai Suvaree, portavoz del ejército tailandés, quien recalcó que “Tailandia no forma parte de la Convención sobre Municiones de Racimo (CMR)”.
Sin embargo, la portavoz del ejército camboyano, la general Maly Socheata, denunció que Tailandia había utilizado esas municiones contra al menos siete objetivos, incluidos templos y áreas residenciales, lo que consideró una “violación del derecho internacional”.
Informes de Naciones Unidas advierten que las municiones de racimo pueden representar un grave peligro para la población civil porque los proyectiles pueden permanecer sin explotar y detonar años después. El gobierno tailandés, no obstante, insiste en que las operaciones “se rigen por el principio de proporcionalidad”.
El papel de la ASEAN y la ONU
Malasia, que ejerce la presidencia rotatoria de la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN), pidió a ambos países un alto el fuego inmediato. “Apelo a ambas partes a evitar más hostilidades y dar espacio al diálogo pacífico”, afirmó Anwar Ibrahim, tras comunicarse con Hun Manet y Phumtham Wechayachai, primer ministro interino tailandés. Malasia se ofreció para facilitar las conversaciones, aunque reconoció que los gobiernos solicitaron más tiempo para implementar la pausa.
El Consejo de Seguridad de Naciones Unidas convocó una reunión de emergencia sobre la crisis, mientras el secretario general António Guterres instó a ambas naciones a optar por el diálogo.
La disputa tiene raíces históricas en la demarcación fronteriza de unos 800 kilómetros, en particular alrededor del templo de Preah Vihear. El último choque significativo ocurrió entre 2008 y 2011 y dejó cerca de 30 víctimas mortales. En mayo, un soldado camboyano falleció en un enfrentamiento que desencadenó tensiones. Esta semana, la detonación de una mina terrestre que hirió a soldados tailandeses desencadenó los combates a gran escala y el cierre de puntos fronterizos.
Ambos gobiernos insisten en responsabilizar al otro de iniciar las hostilidades. Mientras la situación permanece sin resolver, decenas de miles de personas siguen desplazadas y la región observa de cerca la evolución del conflicto, que amenaza la estabilidad de dos países miembros de la ASEAN y socios históricos en el Sudeste Asiático.
(Con información de AP, EFE y EP)