Con casi 80 años de edad, el mandatario reapareció visiblemente deteriorado y con un discurso balbuceante e incoherente en el aniversario 46 del triunfo sandinista
Desde Managua
Fuente: Infobae
=> Recibir por Whatsapp las noticias destacadas
La tarde del 19 de julio de 2025, Daniel Ortega volvió a ocupar el podio de la Plaza de la Revolución en Managua. Fue su reaparición pública tras semanas de rumores sobre su salud, alimentados por su ausencia en actos oficiales, su figura cada vez más ausente en el aparato estatal y un video publicado a finales de mayo por el régimen donde apenas podía caminar y hablaba con dificultad.
Esta vez no fue distinto: el dictador apareció visiblemente deteriorado, con la mirada perdida y un discurso incoherente que dejó en evidencia el declive físico del caudillo nicaragüense que lleva casi dos décadas continuas en el poder.
El acto, que conmemoraba el 46 aniversario del triunfo de la revolución sandinista, se convirtió en una escena cuidadosamente coreografiada por Rosario Murillo, su esposa, copresidenta y heredera designada.
Jóvenes de la Juventud Sandinista, vestidos con camisetas blancas y pañoletas rojinegras al cuello, coreaban “¡Daniel! ¡Daniel!” como si trataran de reanimar al líder. Fue entonces cuando Ortega, en tono titubeante, respondió: “Todos somos Daniel, todos, desde el que tiene menor edad, o la muchacha que tiene menor edad, hasta el joven que tiene mayor edad, y ya no digamos el pueblo. Todos somos Daniel”.
La frase marcó un giro en su retórica. Acostumbrado a repetir los mismos ataques al “imperio yanqui” y hablar de conspiraciones internacionales, Ortega introdujo un mensaje cargado de simbolismo político: “Todos somos Daniel” sonó, para muchos analistas, como una despedida, un testamento político y una advertencia.
“Ya no es solo él. Ahora el ‘danielismo’ es un dogma, una línea ideológica que debe ser asumida colectivamente. Es la antesala del relevo dinástico”, dice un analista nicaragüense que pide anonimato.
“¿Qué significa todos somos Daniel? Lo que se vio y escuchó. No hay secretos: Un régimen decrépito, achacoso, decadente, baboseante, en su fase terminal…pero también asesino. Eso significa. Eso es lo que son”, posteó en redes sociales el economista nicaragüense Enrique Sáenz.
Con casi 80 años y múltiples señales de quebranto en su salud, entre ellas, su dificultad para caminar, sus prolongadas ausencias, el discurso deshilvanado y su extrema dependencia de Murillo, Ortega parece haber aceptado que su tiempo se agota.
Desde 2021 se especula sobre su condición médica: hipertensión severa, posibles episodios de isquemia cerebral y problemas respiratorios. La última grabación de mayo mostró a un Ortega frágil, apenas sostenido por su esposa, incapaz de dirigir un acto solo.
Desde hace varios meses se especula sobre el avance de una enfermedad crónica. En mayo, Infobae reportó que Ortega reapareció luego de prolongadas ausencias públicas, en un video donde se le observaba pálido, con dificultad para caminar, acompañado estrechamente por Rosario Murillo y asistido al desplazarse.
El periodista y también ex preso político Miguel Mendoza observó en el discurso de Ortega “una señal de que él siente que está cerca de la muerte”. Según Mendoza, el mandatario “no habla claramente”, a diferencia del expresidente venezolano Hugo Chávez, quien sí admitió públicamente su enfermedad. “Lo que Ortega está haciendo es endosar, y él no puede decir Laureano o Rosario Murillo, porque sería como decir: yo ya estoy fuera de esto”.
Pero, mientras Ortega se apaga, el régimen no improvisa. Desde hace al menos cinco años, Rosario Murillo ha ocupado cada vez más espacios de poder. Dirige los medios oficiales, dicta las políticas culturales, designa funcionarios, maneja relaciones exteriores y, según fuentes internas, controla incluso la agenda y las llamadas telefónicas de su esposo.
En 2020 se reformó la Ley de Organización del Poder Ejecutivo para fortalecer su rol como vicepresidenta; en 2024 se modificó la Constitución para asegurar que, en caso de ausencia definitiva del presidente, sea ella, como copresidente, la que asuma la jefatura del Estado hasta nuevas elecciones.
“La frase ´Todos somos Daniel´ encaja en esta estrategia de continuidad”, dice la fuente consultada. “Es una forma de decir que el poder no morirá con Ortega, sino que seguirá vigente a través de Murillo y los hijos de ambos, que ya ocupan cargos claves en propaganda, economía, relaciones exteriores y vigilancia. No es una renuncia, sino una transferencia simbólica”. Ortega no cede por voluntad, sino por necesidad, y lo hace blindando a su clan.
“Me llamó la atención cuando dijo que ni se les ocurra que en una nueva etapa de la historia de Nicaragua… Ahí lo que te está diciendo es que se está viendo de salida”, valoró el ex preso político y opositor en el exilio Juan Sebastián Chamorro. “Yo creo que es la primera vez que habla de una nueva etapa, una etapa donde evidentemente él ya no va a estar”.
El mensaje también parece responder a tensiones internas. Dentro del Frente Sandinista, algunas voces comienzan a incomodarse ante el poder absoluto de Murillo.
Los gestos, las decisiones, las purgas y las detenciones selectivas dentro del propio aparato estatal sugieren que la sucesión no será limpia. La frase del dictador fue un intento de cerrar filas, eliminar la duda y advertir que, más allá de su cuerpo envejecido, el “pensamiento de Daniel” sigue y seguirá gobernando.
Chamorro subrayó que la aparición de Ortega, más allá del discurso, confirmó el deterioro de su salud. “Lo vi bien mal, lo vi bien mal, pero no agonizando”, afirmó. “Lo más importante de todo es que confirma lo que se venía hablando ya desde hace meses: el deterioro rápido de su salud”. Según dijo, médicos opositores y fuentes de la Unidad Médica Nicaragüense coinciden en que el mandatario muestra signos de “insuficiencia renal”.
También recordó que, en los últimos meses, Ortega ha cancelado varias apariciones públicas, entre ellas una ceremonia de ascenso de generales, la inauguración de obras en la Carretera Norte y un acto conmemorativo del natalicio de Augusto C. Sandino.
“El evento mismo tiene algunos criterios de despedida”, concluyó Chamorro. “Un énfasis en el nombre de ‘Daniel, Daniel, Daniel’, él mismo hablando de Daniel… sonaba como despedida realmente. Pues probablemente este pueda ser el último 19 de julio en que esté presente. Esperemos que así sea”.
Fuente: Infobae