El sacerdote Guillermo Siles advierte que las elecciones del 17 de agosto sacudieron al sistema político y dejaron en evidencia el fracaso de encuestadoras, partidos y relatos mediáticos.
Rodrigo Paz y Jorge Tuto Quiroga se verán las caras en la segunda vuelta. Foto: APG
El 17 de agosto quedará registrado como el día en que Bolivia desbarató todos los pronósticos: las encuestas fallaron, la oposición no logró capitalizar el desgaste del oficialismo y surgieron liderazgos inesperados que alteran el mapa político rumbo a la segunda vuelta del 19 de octubre, según el análisis del padre Guillermo Siles, para quien el mensaje ciudadano es claro: basta de extremos y discursos prefabricados, el país exige renovación y resultados.
Según el análisis del director de la radioemisora católica PIO XII, las urnas hablaron más fuerte que los sondeos, porque, durante semanas, los estudios de opinión proyectaron un escenario cómodo para los partidos tradicionales; empero, el voto popular desnudó el espejismo: la ciudadanía no siguió la agenda mediática ni los cálculos partidarios. “La sorpresa fue contundente y dejó a analistas, candidatos y encuestadores contra la pared”, afirma.
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Uno de los giros más significativos fue el de Rodrigo Paz – dice el comunicador – que pasó de ser descartado y marginado a convertirse en un referente inesperado. Ni la amenaza de inhabilitación, ni la pérdida de su acompañante de fórmula (Sebastián Careaga), ni las presiones para que se retire lo sacaron de la carrera. Contra todo pronóstico, emergió con fuerza, demostrando que la gente no siempre vota bajo la lógica del ‘mal menor’ impuesta desde arriba, asevera.
Rodrigo Paz y Edman Lara del PDC. Foto: Radio Pío XII
Pero no fue el único. La irrupción del capitán Edman Lara reveló un fenómeno distinto: el peso de un discurso directo, sin adornos, capaz de conectar con sectores populares cansados de tecnicismos y promesas incumplidas. Las propuestas, simples pero concretas – más Renta Dignidad, nacionalización de autos ilegales, reducción de impuestos – encontraron eco. “No necesitó grandes discursos; le bastó con decir lo que muchos querían escuchar, con un tono que transmitía credibilidad”, apuntó Siles.
Para el clérigo, otra gran sorpresa fue el voto indeciso, que terminó inclinando la balanza hacia la opción que mostraba un equilibrio. Ese electorado, que rechazó tanto el continuismo del oficialismo como el salto hacia una derecha radicalizada, definió la jornada. “Gran parte de este sector buscaba una opción que no representara extremos, ni el continuismo del viejo oficialismo ni un salto brusco hacia una derecha radicalizada. Prefirieron un camino de equilibrio, con capacidad de diálogo y menor conflictividad social. Esa búsqueda de moderación explica buena parte de la sorpresa en los resultados”, refirió.
El analista alerta que el país entra ahora en un terreno decisivo, porque – en su criterio – el 19 de octubre no se definirá solo un nuevo presidente, sino la capacidad de los candidatos de negociar con movimientos sociales, gremios productivos y ciudadanía civil; la segunda vuelta obligará a mostrar respuestas frente a la crisis económica: la falta de dólares, la debilidad de las empresas estratégicas y la presión inflacionaria que golpea a las familias.
Juan Pablo Velasco y Jorge Tuto Quiroga de la Alianza Libre. Foto: Radio Pío XII
“La gente no votó por programas sofisticados, votó por soluciones inmediatas. El reto ahora es transformar esa expectativa en hechos concretos”, advierte Siles, al marcar distancia entre la retórica electoral y la urgencia social. “La situación económica exige respuestas urgentes: la escasez de dólares, los problemas en el suministro de hidrocarburos y la fragilidad de las empresas estratégicas son temas que no pueden esperar. Los votantes necesitan señales claras de que las promesas se transformarán en políticas concretas que devuelvan esperanza en el corto plazo”, detalla.
Manifiesta también que la elección reflejó un mandato que va más allá de la economía, ya que la ciudadanía exige reconciliación, respeto a la autonomía y participación real en la construcción del país y hace énfasis en un detalle no menor, porque los discursos de los ganadores incluyeron la invocación a Dios, lo que pone en evidencia que la espiritualidad sigue como un factor de cohesión política en un país mayoritariamente creyente. “Refleja la conciencia de que la política no puede desentenderse de la espiritualidad popular, que sigue siendo una fuente de cohesión y fortaleza para imaginar un futuro con justicia y respeto”, sentencia.
Por ello, estima que de ahora en adelante se marca un tiempo decisivo, porque la segunda vuelta no solo pondrá a prueba la capacidad de negociar de Rodrigo Paz y Jorge Tuto Quiroga, sino también la de transformar la esperanza en propuestas reales que respondan a la urgencia social y económica. Con el 95% del cómputo avanzado, puntualiza, el saldo es inequívoco: Bolivia desbordó los cálculos de las encuestas y de los analistas. La gente quiere renovación, equilibrio y resultados inmediatos.