En 2011, el entonces presidente Evo Morales advertía que los que voten nulo “son delincuentes confesos”. Su vicepresidente, Álvaro García Linera, también arremetió contra los que pretendían manifestar su disconformidad anulando su voto; decía que “esas personas no quieren a Bolivia, son enemigos de Bolivia; no quieren al movimiento indígena originario campesino, lo odian y lo desprecian”.
Esas arremetidas ocurrieron en el contexto de las primeras elecciones judiciales, comicios eternamente rechazados por la población a través de un alto nivel de abstención y votos no válidos. Ahora el discurso cambió para Morales y sus seguidores. Para ellos, votar nulo es votar por el expresidente que no figura en la papeleta electoral para las elecciones del próximo domingo, en las que se elegirá al presidente del Estado Plurinacional y a los legisladores.
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Con su jugada, Evo —que fracasó en su intento de ser candidato presidencial por un partido distinto al Movimiento Al Socialismo (MAS) y eludir la prohibición constitucional de reelegirse— y sus seguidores pretenden hacer ruido y deslegitimar a los ganadores. Al mismo tiempo, el éxito o fracaso de su invitación a votar nulo les servirá de termómetro para conocer el grado de aceptación actual del exmandatario que gobernó a Bolivia durante casi 14 años, fue líder máximo del MAS, ahora fraccionado, y es el principal opositor del actual presidente, Luis Arce.
“El voto nulo es una forma de rechazo a una elección deslegitimada y con indicios de nulidad. El voto nulo se convertirá en un referéndum electoral. Es la oportunidad para enfrentar electoralmente los principios que siempre defendimos. Querido pueblo de Bolivia, hoy enfrentamos la misión de unos pocos, en tradición de quienes alguna vez caminaron con el pueblo, pero como siempre el pueblo no se rinde. El pueblo que conquistó su lugar en la historia no va a retroceder. La lucha sigue y vamos a volver con más fuerza, con más conciencia y con más unidad”, dijo Morales en su mensaje por el Bicentenario. De esa manera pretende seguir siendo protagonista en este proceso, aunque ya no con su foto en la papeleta de sufragio.
La inhabilidad de Evo para ser candidato se reconfirmó el 14 de mayo de este año cuando el pleno del Tribunal Constitucional Plurinacional (TCP) presentó su Sentencia 0007/2025 que establece que ningún ciudadano boliviano, bajo ninguna circunstancia, puede ejercer más de dos veces el cargo electo de presidente y vicepresidente, sea de forma continua o discontinua.
Con eso, las aspiraciones de Morales para volver al poder quedaron desahuciadas. Pese a ello, el expresidente y su equipo jurídico no renunciaron a participar en estas elecciones e intentaron, sin éxito, inscribir su candidatura por medio de otros partidos políticos.
Antes de abrir la inscripción de candidatos, el Tribunal Supremo Electoral (TSE) canceló las personerías jurídicas del Partido de Acción Nacional Boliviano y del Frente Para la Victoria porque estas agrupaciones no obtuvieron el 3 % de votos válidos en las elecciones generales de 2020. Precisamente, con ellos, el evismo pretendía llevar a su líder como candidato.
El voto nulo y sus interpretaciones
En Bolivia es ineludible asistir a votar, pero no es obligatorio elegir. Es decir, el ciudadano puede optar entre tres tipos de voto para expresar su voluntad: válido, blanco y nulo, tal como está contemplado en el artículo 161 de la Ley 026 de Régimen Electoral.
La norma prevé la victoria de un candidato con más del 50 % de los “votos válidos emitidos”, o, un mínimo del 40 % de ellos, con una diferencia de al menos 10 % en relación con la segunda candidatura más votada.
La misma ley establece que el voto blanco es aquel que no tendrá marcas en la papeleta, mientras que el voto nulo puede manifestarse de varias formas: el elector traza marcas, signos u otras expresiones por fuera de los lugares especificados para votar, con la deliberada intención de anular la papeleta, o esas marcas no indican con claridad la voluntad del voto. También puede ocurrir cuando tache más de una casilla para elegir al mismo cargo o si las papeletas están dañadas, alteradas o no se corresponden con las emitidas por el órgano electoral.
El ciudadano puede tener muchos motivos para anular su voto: mostrar su disconformidad con el proceso electoral, con los candidatos o con el sistema político; o manifestar rechazo a las políticas económicas; o expresar insatisfacción por la ausencia de nuevos liderazgos o de propuestas que den tranquilidad.
Sin embargo, el artículo 166 de la Constitución Política del Estado establece que solo se computan los votos válidos para definir al ganador. Es decir, aunque se cuenten los votos nulos y blancos, su valor es simbólico porque no pesan en el resultado. Eso no impide que haya lecturas distintas sobre el efecto de computarlos o dejarlos por fuera.
De acuerdo con la interpretación de Tahuichi Tahuichi, vocal del TSE, los votos nulos y blancos llegan a afectar el universo total de los resultados finales. “Una mirada simple nos conduce a lo siguiente: aparentemente los votos nulos y blancos solo tienen un valor estadístico, pero, en el fondo, ponderan a los votos válidos”, asegura.
Tahuichi ahonda en su interpretación con un ejemplo real: “El año 2020, en elección presidencial, los votos nulos fueron el 5 % ; el MAS alcanzó el 52 %. Pero, dejando por fuera los nulos y blancos, el MAS ya obtuvo el 55 % y fue ese 55 % el que arrastró, jaló, determinó, el número de senadores, el número de diputados plurinominales, a los supraestatales”, sostiene la autoridad electoral.
El vocal electoral Tahuichi Tahuichi Quispe es miembro de la sala plena. Fuente ABI
Su colega Gustavo Ávila tiene una lectura diferente. Asegura que de ninguna manera el voto nulo y el blanco terminan incidiendo en el resultado final, pues una vez termina el proceso electoral, se clasifica la cantidad de votos válidos, blancos y nulos y los porcentajes solo se trabajan con base en el 100 % del universo total de los votos válidos.
“Querer mezclar y querer decir: ‘No, el 100 % es entre válidos, blancos y nulos’, ese es el error. Ahí estamos actuando contrario a la ley. Por eso, la ley me dice que solo trabajo con válidos”, resalta Ávila.
El vocal electoral Gustavo Ávila asegura que el voto nulo no define resultados. Fuente ABI
La apuesta del evismo
El evismo apunta a un 15 % mínimo o un 25 % máximo de apoyo al voto nulo en las elecciones generales de este 17 de agosto que, sin decirlo, lo ha convertido en un “candidato” más en carrera electoral.
Orlando Ceballos, uno de los abogados del evismo, es consciente de que el voto nulo no tiene un efecto legal, pero asegura que será un “dato histórico” y un “fenómeno” fundamental si se llega a por lo menos el 15 %.
Su argumento principal para impulsar el voto nulo es la proscripción del movimiento indígena originario campesino y de Morales en este proceso electoral. “Con actuación delincuencial y mafiosa, la ciudadanía ha perdido fe en las elecciones generales. Por lo tanto, estas son las peores elecciones en el peor gobierno que ha tenido Bolivia. Por todo esto, la ciudadanía va a optar e inclinarse por el voto nulo”, asevera Ceballos.
Para él esta es una “etapa de transición y crisis estatal” ocasionada por el gobierno de Luis Arce que desarticuló el bloque popular y quebrantó el orden jurídico, político e institucional. Por eso, sostiene que el evismo “tiene que jugar su papel en esta coyuntura; es decir, un partido político no se entiende sino a través de su naturaleza de combinar estrategia electoral y estrategia insurreccional”.
A su juicio, la lucha electoral va “más allá del deber ser”, y el papel “revolucionario” del evismo, a través de su partido político, no solo será una lucha electoral a través de los métodos democráticos, sino también a través del levantamiento o rebelión de un pueblo.
A su vez, Reynaldo Ezequiel, dirigente de Evo-Pueblo, facción evista, asegura que, si Morales no está en la papeleta del 17 de agosto, el objetivo es demostrar que los partidos en carrera electoral “no tienen representación”, “no vamos a gobernar, pero vamos a ser representativos” y a demostrar que “tenemos mayoría”.
Con estas declaraciones, los evistas construyen una narrativa sobre la base de una “parcialización” del TSE y de que está en curso un “fraude electoral”. A ella se unen acusaciones de corrupción, sin pruebas, contra uno de los vocales de ese tribunal. De esa manera pretenden crear un escenario de inestabilidad política en Bolivia.
Sin embargo, los partidarios de Evo Morales saben que alcanzar ese 15 % no es fácil. Los porcentajes de voto nulo en los procesos electorales anteriores oscilan entre el 2,82 % y el 4,02 %.
La excepción fueron los comicios judiciales, en los que los votos nulos fueron protagonistas. En las de 2011, los votos blancos y nulos alcanzaron el 60 %; en 2017 alrededor del 65 %, más que los votos válidos. El 2024, por primera vez, los válidos llegaron al 64 % y los blancos y nulos al 35 %.
Los resultados de las dos primeras elecciones fueron producto del llamado de distintos sectores de la sociedad civil y partidos opositores a votar por nulo y blanco en rechazo a los candidatos que habían sido preseleccionados por la Asamblea Legislativa Plurinacional (ALP) controlada por el MAS.
Para estas elecciones generales, los cálculos no dan pie a una celebración: en encuestas de intención de voto realizadas entre el 1 de junio y 30 de julio, el voto nulo creció hasta 13,6 %, pero otra encuesta del 1 de agosto bajó la cifra al 7,4 %. En la última medición de intención de voto, presentada el 10 de agosto, el nulo está entre el 10,6 % y el 14,6 %.
La analista electoral Luciana Molina observa que, de acuerdo con la conveniencia de los políticos, se condena o alienta un tipo de voto, como ocurrió en 2011 cuando Evo Morales fustigó a los que alentaban el voto blanco y nulo en las elecciones judiciales.
“Los actores políticos en Bolivia suelen actuar dependiendo de dónde se encuentran en el tablero político de fuerzas. Entonces lo que un día no les conviene, quizás al día siguiente sí y viceversa”, dice la experta.
El termómetro para el evismo
De acuerdo al uso heurístico en el análisis político y electoral, se considera un bastión moderado de un candidato o partido cuando la votación en un determinado territorio siempre se concentra favorable entre el 50 y el 59 %. Un bastión sólido oscila entre el 60 y el 74 %. Para considerar un bastión hegemónico, voto extremadamente fiel y monolítico, el apoyo debe estar en un rango del 75 al 100 %.
Desde la mirada de Rafael López, analista de datos y cocreador del sitio digital de análisis electoral bol.voto, este emprendimiento del evismo por el voto nulo es un experimento que permitirá medir la lealtad de los seguidores en las diferentes regiones donde históricamente Morales concentró su voto duro.
La plataforma del analista reúne datos electorales entre 2005 y 2020. En ese periodo, el voto fiel histórico del MAS, bajo el liderazgo de Evo Morales, alcanzó un máximo equivalente al 17,9 % del electorado nacional. Este núcleo estaba concentrado en 176 de los 339 municipios del país, donde el apoyo en elecciones presidenciales osciló de forma constante entre el 75 % y el 100 % de los votos emitidos, con un promedio general del 84,2 %.
En un escenario muy optimista, ese parámetro del 18 % debería reflejarse en el resultado final del voto nulo que el evismo impulsa. Sin embargo, se debe advertir que la población siempre usaba esa forma de sufragio en un promedio histórico de un 4 %, por lo que se debe restar ese porcentaje para tener una mirada más clara del nivel de apoyo que sigue manteniendo Morales.
“Pero ¿qué pasa si llega a cinco? ¿Qué pasa si llega a ocho? Entonces, me parece que es la pelea definitiva de él para medir su potencial y su candidatura electoral. Pero yo aproximaría alrededor de un 18, como un nivel máximo”, advierte López.
Sin embargo, existen otros factores que pueden influir en la disminución de ese voto duro. Cabe recordar que esos datos son de la era del MAS cuando el líder cocalero era su máximo representante. Ahora, este partido está dividido entre la facción de Luis Arce, la de Evo Morales y la de Andrónico, facciones que salieron de la hegemonía del evismo.
Incluso los votantes leales que estaban concentrados en las organizaciones sociales del MAS ahora están divididos en dirigencias paralelas que apoyan a Morales y al presidente Luis Arce.
Sumado a esto, existe otro factor determinante que consolidaba el voto duro: el clientelismo electoral. Una de las fórmulas exitosas del MAS para mantener el poder fue comprometer instituciones y cargos del Gobierno a los sectores sociales que demostraban su apoyo.
Muchos dirigentes campesinos llegaron a ser autoridades nacionales en áreas donde no tenían la mínima formación para dirigir instituciones estatales. Ahora, con el alto nivel de desaprobación al masismo en todas sus variantes, no existe garantía de que las organizaciones sociales lleguen a conseguir esos espacios.
López suma otro factor a los ya mencionados, la crisis económica que se agudiza.
Nadie puede adueñarse del voto nulo
A menos de una semana para los comicios, las campañas redoblan sus esfuerzos para convencer a los votantes.
La estrategia del evismo incluye la apertura de casas de campaña por el voto nulo en diferentes regiones del país. El dirigente sindical intercultural David Veizaga decía que hasta el 30 de julio se abrieron 30 sitios para promover la consigna.
Solo en Sucre, capital de Bolivia, se abrieron ocho casas de campaña, asegura el abogado Ceballos; similar acción se estaría replicando en el resto de los departamentos. Wilma Alanoca, exministra de Culturas y aliada actual de Evo Morales, hizo un simulacro de voto nulo en la inauguración de una casa de campaña en El Alto.
La oposición no se queda atrás. En la misma ciudad de El Alto comenzaron una contracampaña por el voto válido. El dirigente de los comerciantes Antonio Siñani indica que varios sectores decidieron impulsar el voto útil como respuesta al derecho democrático sin coacción política. Anuncian que, al igual que los evistas, instalarán casas de campaña.
Mientras tanto, los vocales del Tribunal Supremo Electoral sostienen que nadie puede adueñarse del derecho ciudadano a votar por el candidato más atractivo.
“Puedo respetar cualquier alocución que hagan al respecto, pero no la comparto. Porque entonces, ¿quién ha sido el dueño de los nulos de anteriores procesos electorales? La gente tiene que estar informada y el boliviano tiene que leer, tiene que analizar eso y tiene que saber elegir. Nadie puede apropiarse del voto de un ciudadano, eso no es democracia, eso es todo lo contrario, eso es ser antidemocrático”, subraya el vocal electoral Gustavo Ávila.
A su vez, el vocal Tahuichi Tahuichi sostiene que el aumento o disminución del voto nulo en estas elecciones no debería preocupar; lo que sí despertaría las alarmas es que alguien intente atribuirse ese porcentaje.