Menores de edad en Bolivia exigen ser escuchados y protegidos frente a vulneraciones de derechos


Las voces de niñas, niños y adolescentes de Bolivia, recogidas en el capítulo Voces que interpelan de la Agenda Nacional de la Niñez y Adolescencia, expresan demandas urgentes hacia el Estado, las familias y la sociedad. Los testimonios recopilados por la Defensoría del Pueblo revelan preocupaciones por la violencia, el acceso desigual a la educación, la falta de oportunidades y la necesidad de espacios seguros.

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Fuente: ANF



 

Entre las principales exigencias está la erradicación de todas las formas de violencia. Los participantes relataron que la violencia física, psicológica y sexual sigue afectando gravemente su desarrollo, y pidieron políticas efectivas para prevenir y sancionar a los agresores, así como programas de atención y apoyo para las víctimas.

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Otro punto clave es la demanda de una educación inclusiva y de calidad. Los adolescentes advirtieron que, en áreas rurales y comunidades indígenas, persisten barreras para acceder a escuelas equipadas y con docentes capacitados. Señalaron la urgencia de mejorar la infraestructura, garantizar materiales adecuados y respetar la diversidad cultural y lingüística.

La salud también ocupa un lugar central en sus peticiones. Los niños y adolescentes manifestaron la necesidad de acceder a atención médica oportuna y especializada, incluyendo servicios de salud mental. Denunciaron la carencia de centros de salud cercanos en comunidades alejadas y la falta de personal capacitado para atender sus necesidades.

En el ámbito de la protección, reclamaron que las autoridades actúen con mayor rapidez frente a casos de abuso, explotación y trabajo infantil. Pidieron que las leyes se cumplan efectivamente y que existan mecanismos de denuncia accesibles y seguros para los menores.

Asimismo, expresaron su preocupación por el medio ambiente. Varias intervenciones subrayaron la necesidad de proteger los recursos naturales, evitar la contaminación y garantizar que las futuras generaciones tengan un entorno sano para vivir. Relataron cómo la deforestación, la basura y la contaminación del agua ya afectan su vida cotidiana.

Las niñas y adolescentes hicieron un llamado especial para que se respeten sus derechos sexuales y reproductivos. Manifestaron que la desinformación y los prejuicios impiden acceder a orientación y servicios de salud en este ámbito, lo que incrementa riesgos como embarazos adolescentes y enfermedades de transmisión sexual.

La participación infantil y adolescente fue otra de las demandas reiteradas. Solicitaron que se les permita opinar y tomar parte en las decisiones que les afectan, tanto en la familia como en la escuela y las políticas públicas. Reclamaron que sus opiniones no sean minimizadas por su edad.

El derecho al juego y al tiempo libre también fue mencionado como parte de un desarrollo integral. Muchos coincidieron en que las exigencias académicas, el trabajo infantil y la inseguridad limitan estos espacios, esenciales para su bienestar emocional y social.

Los testimonios muestran además la urgencia de combatir la discriminación. Niñas, niños y adolescentes indígenas, con discapacidad o de contextos empobrecidos denunciaron actitudes excluyentes y pidieron campañas para promover el respeto y la igualdad.

En materia de justicia, pidieron un sistema más ágil, sensible y especializado para atender casos que involucran a menores. Reclamaron que los procesos no se prolonguen y que se evite la revictimización durante las investigaciones.

En conjunto, las demandas expresadas interpelan directamente a las autoridades nacionales, departamentales y municipales, así como a las familias y la sociedad. La Agenda Nacional plantea que escuchar y responder a estas voces es una obligación ética y legal, imprescindible para garantizar un presente y un futuro donde todos los niños y adolescentes vivan libres de violencia y con oportunidades reales para desarrollarse plenamente.

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