Investigaciones revelan uso de redes sociales y perfiles falsos para distorsionar la opinión pública y socavar la confianza en el proceso electoral.
Jorge Tuto Quiroga y Rodrigo Paz, los candidatos del balotaje. Foto: Opinión
La pasada semana, el Tribunal Supremo Electoral (TSE) se reunió con los candidatos de las dos tiendas políticas que corren en la segunda vuelta electoral prevista para el próximo 19 de octubre; estuvieron presentes Jorge Tuto Quiroga y Juan Pablo Velasco de la Alianza Libre y Rodrigo Paz Pereira del Partido Demócrata Cristiano (PDC); el gran ausente fue el aspirante a la Vicepresidencia por este último frente, Edman Lara, quien está en el ojo público por las virulentas declaraciones que emitió no solo contra sus rivales, sino contra su propio compañero de binomio.
El objetivo de la cita realizada en la ciudad de Santa Cruz de la Sierra era lograr un acuerdo entre las duplas presidenciales para dejar de lado la guerra sucia que fue la característica de la primera vuelta, la cual fue denunciada por otros de los candidatos que resignaron sus aspiraciones electorales, pero que en el balance de la campaña identificaron que fueron víctimas de la desinformación, de los ataques virulentos y sin sustento lógico que – dicen – echaron por tierra sus intenciones, sobre todo Manfred Reyes y Samuel Doria Medina
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A diferencia de pasadas elecciones, el campo de batalla electoral en esta ocasión no ocurre solo en el campo territorial, vale decir, plazas, mítines o debates. Se podría decir que la mayor parte de la campaña se ha trasladado al espacio virtual, donde circulan rumores, noticias falsas (fake news) y audios/videos alterados con herramientas digitales, entre otros. En este entramado, la desinformación ya no es solo un complemento del discurso político; sino tiene la capacidad para condicionar percepciones, generar sospechas de ilegitimidad y provocar una incertidumbre ciudadana.
El PDC y Alianza Libre firmaron un compromiso para evitar la guerra sucia ante el TSE. Foto: OEP
En el marco de la primera vuelta que culminó en los comicios del 17 de agosto y que determinaron que el PDC y Libre iban al balotaje, un estudio de Bolivia Verifica reveló que entre mayo y julio de este año se invirtieron cerca de Bs 200.000 en anuncios de Facebook que difundieron noticias falsas para atacar a candidatos como Jorge Tuto Quiroga y Samuel Doria Medina. Entre las páginas involucradas estaban Click News y Bolivia News, que publicaron contenidos falsos atribuidos a medios internacionales.
El fenómeno no es nuevo, pero se ha sofisticado. La organización verificadora señaló entonces que aproximadamente el 39% de las denuncias de manipulación corresponde a encuestas completamente inventadas o adulteradas, otro 30% a sondeos poco rigurosos y un 26% a estudios reales cuyos datos fueron tergiversados. La estrategia era clara: instalar percepciones falsas de popularidad o caída de candidatos para influir en los indecisos.
La manipulación digital va más allá de encuestas. Un monitoreo citado por Brújula Digital encontró que el 88,38% del contenido verificado con fines electorales en Bolivia era falso. TikTok lidera como la plataforma más usada para estas campañas, seguida de Facebook, WhatsApp y Telegram. El estudio ‘El Tiktokazo’ identificó entre 117 y 137 cuentas falsas que operaban bajo líneas evistas, arcistas y antioficialistas”, lo que confirma que la guerra sucia no responde a un solo bando político, sino a varios actores con intereses disímiles.
En la primera vuelta hubo campañas de desinformación contra los candidatos. Foto: Cadena A
El uso de herramientas tecnológicas avanza al ritmo de la fragmentación de la audiencia digital. En un artículo de opinión en Brújula Digital, Dennys Peredo analiza cómo la inteligencia artificial ha pasado de ser una promesa conceptual a una herramienta concreta de campaña: generación de deepfakes, bots que amplifican mensajes específicos, publicidad digital dirigida (microsegmentación) basada en escuchas de redes (social listening). Estas técnicas, señala Peredo, no solo están al alcance de los equipos grandes, sino que operan también por cascada en redes sociales más pequeñas.
Por ello, no es de extrañar que el insospechado resultado de las elecciones desató el interés mediático en los candidatos Paz Pereira y Lara Montaño, pero también una ola de bulos que buscó desacreditar sus postulaciones, según reporta también Bolivia Verifica. Aunque en menor medida, Jorge Tuto Quiroga Ramírez de Alianza Libertad también estuvo en la mira de la desinformación, pero no con la intensidad que recayó en los demócrata cristianos.
El Observatorio de Desinformación Electoral (ODE) de Bolivia Verifica, luego de un riguroso proceso de verificación, identificó narrativas falsas y engañosas sobre el perfil de los candidatos, sus promesas electorales y su relación con algunos políticos. De los 12 contenidos verificados en la primera semana de septiembre se obtuvo esta categorización: falsos (9), engañosos (2), verdadero (1).
La IA es utilizada en las campañas grises y negras. Gráfico: Bolivia Verifica
Según reportes del PNUD en Bolivia, junto a la Coalición Nacional Contra la Desinformación Electoral, las plataformas preferidas para propagar noticias falsas o narrativas engañosas son TikTok, X (Twitter), Facebook y WhatsApp. También se observa la operación de redes automatizadas (bots) y granjas de cuentas que multiplican mensajes para influir en tendencias o generar la impresión de consenso social.
La desinformación no es un daño colateral, porque puede afectar gravemente la percepción pública de las elecciones. Al respecto, el experto en procesos electorales Ricardo Paz afirmó en una entrevista brindada al programa La Hora Pico de eju.tv que la guerra sucia en redes sociales no solo es rastreable, sino que debe ser castigada con sanciones severas para frenar su expansión en el escenario electoral; además, minimizó el impacto de la cita convocada por el ente electoral para tratar ese tema y exigió acciones legales concretas.
“Colombia, por ejemplo, acaba de emitir una legislación muy pertinente y actualizada al respecto”, señaló, para luego recordar que países como Estados Unidos también han enfrentado estos problemas, tras los escándalos de Cambridge Analytica y las denuncias de intromisión rusa en procesos electorales. En respuesta, las grandes plataformas digitales —Facebook, TikTok, Google— fueron obligadas a transparentar el financiamiento de la publicidad pagada.
El TSE alista monitoreo de medios contra guerra sucia y desinformación. Foto: APG
“Lo orgánico, lo que de manera natural fluye en redes, no tiene mayor incidencia. El verdadero problema está en lo pagado, porque ahí se focaliza, se segmenta, se georreferencia. Ahí está la eficacia de la campaña negativa”, explicó Paz. Según el estratega, el financiamiento de contenidos pagados puede rastrearse con precisión: “Tanto es así que, como muestra, el último informe de Bolivia Verifica detalla cuánto han gastado unas campañas y otras, y quiénes financiaron”.
Lo cierto es que la fase final del proceso electoral que determinará cuál de los dos binomios tendrá la administración del Estado hasta el 2030 se juega sobre todo en los espacios digitales y que, en ese espacio donde no hay las regulaciones normativas que permitan sancionar la información falsa y los ataques sin sustento específico, la guerra continúa sin descanso. Ese es el contexto donde se construyen expectativas, se alimentan miedos y se disputan narrativas que luego impactan en las urnas.