Reconciliación en disputa: Rodrigo Paz la acuñó, Tuto Quiroga la emula en segunda vuelta


El PDC instaló la reconciliación como eje de campaña desde la primera vuelta, mientras que el candidato de Libre, tras un discurso frontalmente antimasista, adopta ahora la misma consigna para tender puentes con votantes del MAS.

Tuto Quiroga y Rodrigo Paz apelarán a la reconciliación como eje de sus campañas. Foto: Visión 360

eju.tv



Rodrigo Paz fue el primero en poner sobre la mesa la reconciliación nacional como columna vertebral de su proyecto político, el pasado 17 de agosto agradeció al voto rural al haber salido triunfador en la primera vuelta y prometió unidad sin exclusiones; en cambio, Jorge Tuto Quiroga, recién en las pasadas horas cambió el tono de su discurso: de una narrativa que no distinguía entre dirigentes, militantes o simpatizantes del MAS, a un discurso que ahora abre la puerta a los electores, aunque le pone un límite a las élites del partido azul.

La palabra ‘reconciliación’ se convierte ahora en una bandera de campaña en el balotaje; pero este eje discursivo no nació en las filas del exmandatario ni de su alianza Libre. Fue Rodrigo Paz, candidato del Partido Demócrata Cristiano (PDC), quien la lanzó de manera frontal el 17 de agosto en El Prado paceño, al celebrar con sus militantes y agradecer especialmente el voto rural. En esa oportunidad, el senador tarijeño hizo énfasis en que su candidatura es un proyecto para reconstruir el país.

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“Nuestro proyecto es un proyecto para todos los bolivianos, es un proyecto abierto, porque lo que queremos es construir la reconciliación de la patria, la producción de la patria; queremos retomar la fuerza productiva, necesitamos estabilizar, generar gobernabilidad, generar un cambio en la economía para que la economía sea de la gente y no del Estado”, dijo Paz esa noche. Apeló a la transparencia y a la lucha contra la corrupción; pero, sobre todo, resaltó la necesidad de lograr la unidad en un país fracturado por décadas de polarización.

Rodrigo PazUn Rodrigo Paz exuda felicidad bajo la mirada de su esposa. Foto: El Deber

Esa noche, el país entero se sorprendió al comprobar que diez encuestas previas de intención de voto se habían equivocado de cabo a rabo. Para Paz, quien en reiteradas oportunidades expresó su seguridad en que iba a ser uno de los dos candidatos del balotaje, hubo una explicación y fue el voto de las provincias paceñas, El Alto y las zonas rurales, que lo apoyaron de manera aplastante; aseguró que ahí se asentaba la ‘inmensa mayoría’ que busca un cambio. De hecho, su primera vuelta se cimentó en esa amplitud, en un mensaje incluyente que no discriminó entre votantes según su pasado político.

En contraste, Jorge Quiroga recorrió la campaña con un tono diametralmente opuesto. Su prédica fue antimasista a rajatabla. No distinguió entre cúpula, bases o electores del Movimiento Al Socialismo (MAS), todo el espectro azul quedaba bajo la etiqueta de adversario. Esa narrativa dura le permitió aglutinar a un sector de votantes urbanos y conservadores que aún rechazan la herencia del evismo y que esperaban de Quiroga la firmeza de un opositor sin concesiones. Dato mata relato: el discurso netamente confrontacional sirvió para pasar al balotaje, pero no para ser primero.

Varios analistas concluyeron que la victoria de Paz en la primera vuelta se explica en que la gran mayoría está cansada de los extremos, porque solamente consiguieron un país dividido, que afectó absolutamente a todo el andamiaje del Estado, sobre todo, por esa lucha fratricida que se convirtió en el desencadenante de la actual crisis económica, política y social que atraviesa el país. La expectativa del escenario de la segunda vuelta cambió de cuajo la posición del líder de Libre.

Tuto Quiroga en la celebración de su clasificación a segunda vuelta. Foto: Erbol

Al parecer, consciente de que para ganar necesita más que su núcleo duro, cuyo porcentaje según las proyecciones no supera el 35%, Tuto giró su mensaje. La pasada jornada, en una entrevista brindada a la Agencia de Noticias Fides (ANF), el exmandatario afirmó que no cierra las puertas a alguien que votó por el MAS, porque no se puede ‘demonizar’ a la gente que en su momento creyó en ese proyecto. Y va más allá, ‘el cambio es con reconciliación, sostiene; aunque pone un límite. advirtió que Libre no acogerá a dirigentes de alto nivel ni a quienes formaron parte de las estructuras de poder del MAS.

“Yo no le cierro las puertas a alguien que votó por el MAS o incluso a alguien que 2007, 2009, 2010, 2012, para tener un cargo, se afilió (a ese partido), porque era obligatorio por el estatuto. Yo no satanizo eso ni voy a demonizar eso, de lo contrario sería demonizar y satanizar a lo que fue en su momento el 64% de Bolivia. El cambio es con reconciliación, lo que te puedo decir claramente es que no vas a encontrar (en Libre) a los abogados de narcopolicías o a gente que hubiera estado con Evo Morales trabajando a alto nivel”, aseguró en esa entrevista.

La estrategia de Quiroga es clara, tiende puentes hacia los millones de votantes desencantados que alguna vez respaldaron al MAS, o que no encuentran una opción que los incluya como parte del universo electoral; pero no se arriesga a tener algún tipo de asociación con las élites del partido azul, de las cuales marca una distancia notoria. Es una reconciliación limitada, con fronteras bien marcadas en el fondo de su nueva estrategia: intenta captar electores sin erosionar su capital político opositor.

Uno de los pocos debates en que se encontraron Paz y Quiroga. Foto: Reuters

El contraste con Rodrigo Paz es notorio. El hijo del expresidente Jaime Paz Zamora levantó la bandera de la reconciliación desde el inicio, incluso cuando todavía no se hablaba de pactos o alianzas post primera vuelta. Lo hizo como elemento central de su proyecto y como promesa de gobernabilidad. En su narrativa, reconciliación significaba tender la mano a todos los bolivianos, sin importar si fueron parte de gobiernos anteriores, si votaron por el MAS o si alguna vez se afiliaron por necesidad.

Quiroga, en cambio, adoptó la palabra cuando el escenario lo obligó. En la recta final de la primera vuelta hablaba de ‘cerrar el ciclo de 20 años de división y enfrentamiento’, pero lo hacía desde la crítica inclemente al masismo en todas sus formas. “Hemos sufrido demasiadas divisiones, demasiados muros invisibles, nos han querido separar por toda clase de elementos, por acento, por vestimenta, por historia, por geografía”, reflexionó, pero subrayó que la ‘reconciliación no es olvidar’, sino es mirar hacia adelante y darle la mano a quien piensa distinto, construir puentes donde otros ponen obstáculos, dejar de lado la imposición del capricho para perseguir al opositor.

“No venimos acá a darle impunidad a nadie, pero tampoco con sed de venganza”, enfatizó el candidato de Libre, el pasado 17 de agosto. Quiroga manifestó la esperanza que tiene en la segunda vuelta y en el comienza de una nueva etapa para el país, después de 20 años. “Esta elección nos dio la respuesta. Una larga noche de dos décadas terminó hoy. Viene el amanecer, esa luz del alba sale del oriente trepa los valles, ilumina nuestras montañas y cordilleras y va a brillar fulgurante sobre todo Bolivia”, manifestó.

La votación en Oruro, el pasado domingo. Bolivia irá a la segunda vuelta el próximo 19 de octubre. Foto: APG

La diferencia del origen de ambas posiciones no es menor. Mientras Paz hizo de la reconciliación una apuesta de construcción política desde abajo, Quiroga la transformó en una herramienta electoral para ampliar su alcance. Por eso, el debate sobre quién representa de verdad la reconciliación está abierto: el candidato que la acuñó en primera vuelta como eje de un proyecto, o aquel que, tras enarbolar el antimasismo radical, ahora la emula para encarar el balotaje en condiciones menos adversas como las que afronta en la actualidad.