Del aislamiento al acceso bioceánico: los ocho ejes del desarrollo de Beni para el siglo XXI


La Gobernación de ese departamento aplica un plan de «visión integral» del desarrollo económico, social y humano.

eju.tv



Pasar del «aislamiento histórico al protagonismo bioceánico» es uno de los desafíos que encara el Gobierno Departamental de Beni. Para alcanzar esa meta impulsa un plan de «visión integral» que incorpora ocho ejes.

1. El puente de la integración continental

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La construcción del Puente Binacional Bolivia-Brasil, sumada al Corredor Bioceánico Central, marca un antes y un después en la historia de Beni.

Por primera vez el departamento deja de ser un punto olvidado del mapa y se convierte en el corazón logístico del continente, conectando el Atlántico con el Pacífico y uniendo a Bolivia con los grandes centros productivos de Sudamérica.

Miles de camiones brasileños y bolivianos circularán por nuestras carreteras, activando un nuevo eje comercial que generará empleo, servicios y emprendimientos locales en cada municipio.

Para la clase media y media-baja, esto se traduce en mayores oportunidades de trabajo, nuevos mercados y revalorización patrimonial, pues las propiedades cercanas a la ruta bioceánica y a los polos urbanos incrementarán su valor de manera sostenida.

2. Puerto Ustare: el nuevo corazón aduanero y financiero del norte

El Puerto Fronterizo de Puerto Ustare se consolida como el primer puerto aduanero de Beni, una puerta real al comercio internacional.

Allí se procesarán importaciones y exportaciones con control propio, generando autonomía económica y fiscal para el departamento.

El puerto será una zona de empleo y prosperidad, donde cooperativas, pequeños comerciantes y transportistas accederán a ingresos directos.

Además, atraerá inversiones logísticas, tecnológicas y bancarias, convirtiendo a Ustare en un polo financiero y de desarrollo regional.

3. Revolución agropecuaria y abaratamiento del calcario

El acceso al calcario del frente brasileño, en Príncipe de Vieira (Rondônia), permitirá fertilizar miles de hectáreas improductivas, reduciendo costos y aumentando rendimientos.
Esto transformará la estructura económica rural:

Se pasará de una ganadería extensiva y limitada a una agricultura diversificada e intensiva, con producción de arroz, maíz, soya, yuca, cacao, frutas amazónicas y pasturas mejoradas.

Los pequeños productores podrán acceder a suelos fértiles, generando riqueza, seguridad alimentaria y exportaciones.

Se consolidará una industria agroalimentaria beniana, capaz de generar valor agregado, empleo y estabilidad económica.

Con esta apertura, las tierras del Beni se revalorizan enormemente: ya no serán solo potreros, sino tierras productivas, agroindustriales y sostenibles.

4. Empleo, urbanización y bienestar social

El flujo comercial y las inversiones viales, portuarias y energéticas generarán un incremento en la circulación de capital en ciudades y provincias.

Guayaramerín, Riberalta, San Borja, San Ramón y Trinidad experimentarán un boom urbano, con crecimiento en vivienda, servicios, transporte, hotelería, educación técnica y salud.

Esto fortalece la clase media beniana, dando paso a un ciclo virtuoso de empleo, crédito y emprendimiento.

La gente del pueblo tendrá acceso a trabajos dignos, precios más bajos en productos básicos y mayores oportunidades de educación técnica y tecnológica ligadas a la producción.

5. Turismo, cultura y biodiversidad: el nuevo motor verde de Beni

El desarrollo del corredor bioceánico no solo traerá progreso económico, sino también visibilidad internacional al patrimonio natural y cultural del Beni.

Se potenciará el turismo ecológico y cultural, con rutas arqueológicas, fluviales y rurales.

La cultura moheña y amazónica, con su arte, su historia ancestral y sus tesoros arqueológicos, podrá exhibirse al mundo como un símbolo de identidad y orgullo.

La biodiversidad de Beni —sus ríos, pampas, lagunas, bosques y fauna silvestre— se convertirá en un atractivo turístico y científico de primer nivel, capaz de atraer inversión sostenible y ecoemprendimientos.

El turismo comunitario permitirá que las familias rurales se beneficien directamente, generando ingresos sin perder su forma de vida ni su entorno natural.

De esta manera, el desarrollo económico se une a la preservación ambiental y cultural, demostrando que el Beni puede crecer sin destruir su esencia.

6. Intercambio cultural, educativo y científico: la integración del conocimiento

El fortalecimiento de los lazos con Rondônia no solo es económico, sino también cultural, educativo y científico. Hoy, la frontera se ha convertido en un puente de saberes:

Estudiantes brasileños llegan cada año a Beni para formarse en nuestras universidades de medicina, odontología, enfermería y ciencias de la salud, donde reciben una educación reconocida por su calidad humana y científica.

De igual manera, jóvenes benianos cruzan a Brasil para capacitarse en institutos técnicos y universidades agropecuarias y agroindustriales, adquiriendo conocimientos aplicables al desarrollo productivo del departamento.

Este intercambio promueve la hermandad entre pueblos, fomenta el bilingüismo, y genera proyectos conjuntos de investigación y cooperación tecnológica.

El resultado es un Beni con juventud más preparada, con visión binacional y espíritu emprendedor, que mira hacia el futuro con herramientas, fe y ciencia.

La educación y la cultura se convierten así en los pilares invisibles del nuevo desarrollo, uniendo corazones y mentes a ambos lados del Mamoré.

7. Transformación social: el desarrollo al servicio del pueblo

Este modelo no es solo infraestructura: es justicia histórica y social. Por primera vez, el progreso llega a las manos del pueblo, generando oportunidades para quienes siempre fueron excluidos.

El obrero, el agricultor, el artesano y el joven emprendedor encontrarán en este nuevo Beni un espacio para crecer y prosperar sin migrar.

Los programas de vivienda, salud, agua potable y educación técnica acompañarán este proceso para consolidar una sociedad más equitativa, próspera y humana.

8. La revalorización de la tierra: el nuevo oro verde del Beni

La apertura de la frontera agrícola con Rondônia, impulsada por el Puente Binacional y la conectividad bioceánica, ha generado un fenómeno económico sin precedentes en la historia del Beni: la valorización exponencial de la tierra.

Mientras en Rondônia, al otro lado del Mamoré, una hectárea alcanza precios de hasta 20.000 dólares, en Beni, hace apenas dos años, los valores oscilaban entre 100 y 350 dólares por hectárea.

En la actualidad, gracias a la conectividad, la apertura vial y el acceso a insumos agrícolas como el calcario, el valor promedio ya supera los 500 dólares por hectárea, con un crecimiento real de 200 a 300% en menos de tres años.

Este incremento refleja no una burbuja, sino un cambio estructural:

Las tierras benianas han dejado de ser marginales o de ganadería extensiva.

Se están transformando en tierras agrícolas productivas, rentables y estratégicas, con un potencial agroindustrial comparable al del noroeste brasileño.

A medida que avancen las obras del Corredor Bioceánico, el Puerto Fronterizo y la infraestructura energética, esta valorización continuará en ascenso, atrayendo inversión nacional y extranjera.

Esto se traduce en riqueza territorial para las familias benianas, fortaleciendo el patrimonio de los productores, ganaderos, cooperativistas y pequeños propietarios rurales.

El suelo de Beni, antaño visto como lejano y difícil, hoy se consolida como el nuevo polo verde de Bolivia y de la Amazonía continental.

Conclusión: el renacer de Beni

El puente binacional, el puerto fronterizo y el corredor bioceánico no son sólo obras:
son símbolos del renacer de un pueblo que durante siglos fue postergado y hoy se levanta con fe, con ciencia y con trabajo.

Beni ya no será el futuro distante de Bolivia; hoy es el presente y la esperanza del país.
La historia lo recordará como el momento en que la fe del pueblo beniano abrió las rutas del desarrollo continental.