El analista económico advierte que la transición de la crisis económica exige medidas duras y un diálogo franco con la población sobre la situación real en la que asume la administración del país.
eju.tv / Video: DTV
El país – según el análisis de Jaime Dunn – se enfrenta a una encrucijada sin atajos, porque necesariamente el gobierno de Rodrigo Paz, para estabilizar la economía nacional, debe tomar medidas de ajuste inevitables; de esa manera, el gobierno del Partido Demócrata Cristiano (PDC) debe asumir una serie de determinaciones en el plano económico ni bien asuma, por ello, debe haber un sinceramiento con la población para explicar el tamaño de la crisis y las acciones necesarias para revertirla.
Dunn plantea que el nuevo gobierno debe dividir su acción en fases: una primera de emergencia de 30 días para controlar lo inmediato (combustible, abastecimiento, sostén de la economía) y una segunda de consolidación. En ese contexto, hace énfasis en reformas como la reducción de trámites, disminución de aranceles, interrupción del financiamiento directo del Banco Central de Bolivia (BCB) y la creación de un fondo de estabilización cambiaria, entre otras acciones urgentes.

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“Ha habido temas de bonos, de casas de dos pisos, eso es claramente imposible que se pueda cumplir, por lo menos no en las condiciones que estamos; y eso es algo también con mucha claridad se tiene que explicar a la gente, de que eso simplemente no va a ser posible. Lo peor que se puede hacer es guiar las expectativas de la ciudadanía en una dirección y después incumplir, ojo, que mucho del voto que se ha recibido ha sido por algunas de esas promesas, y obviamente la gente va a estar dispuesta a cobrar cuando no se le cumple”, dice.
Pero además del qué, Dunn advierte sobre el cómo: “lo que no se ha hecho es explicarle a la gente lo que significa un programa de estabilización económica, viene con medidas que son duras, especialmente para ciertos sectores de bajos ingresos”. En ese sentido, critica la campaña política que evita hablar de ‘las cosas malas’ y sólo intenta vender ‘lo bueno’; porque esa omisión, según él, genera expectativas irreales en la población y posteriormente pueden tener un efecto bumerang en el propio gobierno.

“En la campaña no se le estaba diciendo a la gente exactamente lo que significa un programa de estabilización económica, viene con medidas que son duras especialmente a ciertos sectores de bajos ingresos y eso habría que haber explicitado a la gente con mucho detalle, eso no se ha hecho porque obviamente en la campaña se trata de no hablar de las cosas malas y sólo de lo bueno”, puntualiza para luego reflexionar que el candidato, así como está dispuesto a buscar los votos, debe prepararse para perderlos por decir la verdad.
El escenario que describe el experto es explícito, porque supone una reducción del gasto público, contención del crecimiento, posible devaluación, incremento de precios de importados, alza del combustible si se reduce la subvención ‘casi del 100% en el precio del combustible’. En ese marco, sostiene que el nuevo equipo debe estar preparado para comunicarse con transparencia y asumir el costo político de las decisiones, ya que la entrada abrupta en una gestión de crisis exige que la población entienda que el ajuste no es elección, es obligación.

“La gente está con expectativas muy desalineadas creyendo que el 9 hay combustible, el 10 hay dólares y el 11 volvemos a la normalidad, eso no va a suceder y creo que hay que hacer un trabajo de explicar a la gente lo que significan las medidas económicas. Sí, van a venir medidas duras, si va a ser gradual o se va a hacer más rápido, será una decisión; pero que quede claro, el ajuste es necesario, es inevitable, no se puede evitar el ajuste, solo hay que elegir la forma”, remarca.
Asimismo, aclara que una crisis en la balanza de pagos siempre viene con ajustes como la reducción del consumo y del gasto público. En consecuencia, asevera que la participación del sector privado y la flexibilización laboral e impositiva son ingredientes fundamentales para la recuperación productiva y de empleo. Pero advierte que sin un sinceramiento real de lo que se viene, el gobierno arriesga quedarse en la promesa sin resultado, mientras la sociedad sufre el impacto en su bolsillo.