El cierre de la campaña para la segunda vuelta estuvo marcado por ataques y acusaciones, pero también por un hecho rescatable: el regreso de los debates televisivos como espacio de confrontación democrática.
eju.tv / Videos: Rodrigo Paz – DTV
La campaña electoral llega a su fin esta jornada para dar paso al silencio electoral a partir de este jueves, una pausa que antecede a la votación del domingo. Fueron semanas intensas, más cargadas de denuncias y estrategias de desgaste que de movilización social. A diferencia de otras contiendas, las calles permanecieron en calma, salvo en estos últimos días donde los binomios mostraron su músculo movilizador, pero el ambiente político se agitó en los medios y las redes, donde proliferaron ataques personales y campañas de desinformación.
A diferencia de pasadas elecciones, en las que el Movimiento al Socialismo (MAS) era dueño y señor de la preferencia del electorado, en esta oportunidad, debido al desgaste de un oficialismo fragmentado, el voto se trasladó al bloque conservador, que más allá de la propuesta, se sumió en una encarnizada contienda entre los contendientes. La guerra mediática inició en la primera vuelta en la que – dicen los expertos – el más perjudicado fue Samuel Doria Medina, quien lideró todas las encuestas, pero, al final, salió derrotado por una agresiva campaña de desinformación en su contra.
En cuanto a la segunda vuelta, cuya culminación será este 19 de octubre, el analista político Uri Felipez Mancilla sostuvo esta etapa se caracterizó por una ‘competencia de desgaste psicológico’, donde ‘los equipos de comunicación apostaron más a deteriorar la imagen del adversario que a seducir con propuestas’. A su juicio, la guerra sucia ‘ha sido más protagonista que los mítines o las marchas’. Cierto, las campañas electorales en Bolivia se caracterizaron siempre por el copamiento territorial, esta vez la virtualidad se antepuso a la calle.
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El Tribunal Supremo Electoral (TSE) intentó poner límites al tono agresivo convocando a los binomios a firmar un ‘acuerdo de respeto y no agresión’. Sin embargo, la medida no detuvo los ataques cruzados, es más, estos fueron más profusos, justamente después de aquel supuesto pacto de caballeros. La alianza Libre denunció ante el ente electoral que el Partido Demócrata Cristiano (PDC) impulsó una campaña de desinformación en su contra, mientras que los democratacristianos respondieron atribuyendo a su rival el uso de redes falsas.
La campaña hacia el balotaje en Bolivia ya no se libró en plazas, con mítines y grandes concentraciones, sino dio paso al protagonismo de las redes y cadenas digitales, donde domina un fenómeno nocivo. Según un informe de Bolivia Verifica, el 47% de los contenidos electorales verificados corresponde a denuncias contra los candidatos; es decir, casi la mitad del material público que circuló no fue para dar a conocer políticas ni propuestas, sino se circunscribió a las acusaciones en contra de los integrantes de los binomios.
El informe, parte de la cobertura de ‘Bolivia Verifica Elecciones’, examinó contenidos difundidos en plataformas sociales y medios; en consecuencia, constató que las denuncias, ya sean reales o infundadas, fueron el eje del discurso que desplazó las propuestas, los contrastes programáticos y los análisis serios. Esa saturación tiene efectos sociales y políticos negativos como el incremento de la polarización, la fatiga ciudadana sobre la guerra sucia, lo que provoca la erosión de la confianza en ambas propuestas.
Rodrigo Paz y Edman Lara en el cierre de campaña en Cochabamba. Foto: RRSS
Empero, en medio de la confrontación, reapareció un elemento ausente en comicios anteriores: los debates televisivos. Los encuentros entre los binomios y sus fórmulas vicepresidenciales se convirtieron en uno de los pocos espacios de contraste programático, aunque no estuvieron exentos de polémica. El debate de vicepresidentes, por ejemplo, derivó en acusaciones personales entre Edman Lara, compañero de fórmula de Rodrigo Paz y Juan Pablo Velasco, acompañante de Tuto Quiroga.
Aún con esas tensiones, los especialistas coincidieron en que el retorno de los debates ‘restituyó un mínimo de institucionalidad’ a la competencia. El politólogo Armando Ortuño destacó que “el hecho de que los candidatos vuelvan a exponer sus propuestas frente al país, después de varios años de abstención, es una señal de madurez democrática”, aunque lamentó que “el debate político siga condicionado por la lógica del ataque”.
En sus discursos finales, los candidatos intentaron proyectar serenidad. Rodrigo Paz resalta en sus cierres de campaña un llamado a ‘recuperar la confianza y la esperanza de los bolivianos, sin insultos ni odio’. Por su parte, Tuto Quiroga exhorta a que “la confrontación no puede sustituir la gestión” y pide “un voto por la razón y la experiencia”. Son dos motivaciones diferentes el senador tarijeño invoca a la emoción y el expresidente a la razón.
Tuto Quiroga y JP Velasco en Cochabamba. Foto: RRSS
El analista político Daniel Valverde tiene esa percepción, afirma que Paz ha logrado conectar con el voto emotivo, aquel que se identifica con símbolos, sentimientos de pertenencia y discurso popular. “El electorado que vota de manera emotiva, un poco el voto identitario, se lo ha apropiado la campaña de Rodrigo Paz. Por su forma de dirigirse, de conectar, logra generar esa cercanía con el voto popular”, señaló Valverde en entrevista con La Hora Pico de eju.tv.
En contraste, dijo, Tuto Quiroga representa el voto racional, enfocado en la gestión, el orden y la estabilidad económica. “El liderazgo de Tuto Quiroga es indiscutible, pero es un liderazgo muy racional. Su discurso busca ordenar la casa, hacer ajustes y garantizar estabilidad, incluso con un enfoque más técnico y estructurado”, sostuvo. Es decir – en su criterio – el voto indeciso podría definirse entre una tendencia emotiva e identitaria, y otra racional y técnica, que marcan el tono de la contienda electoral.
Para el analista Ricardo Paz Ballivián, el desenlace de la campaña refleja “una sociedad agotada por la crispación política y sedienta de certidumbre”. A su juicio, el votante indeciso “será el que defina el domingo, más por desconfianza hacia los extremos que por convicción ideológica”. A ello, hay que sumar un elemento importante en ese voto indeciso que es la decisión que tomarán aquellos que apoyaron siempre al evismo, que no se sienten representados por ninguno de los dos aspirantes, pero que identifican a Rodrigo Paz como una alternativa más moderada, frente al antimasismo recalcitrante de Tuto.
La batalla final entre Paz y Quiroga se librará este 19 de octubre. Foto: archivo
Con el inicio del silencio electoral, el país entra en una pausa obligada tras meses de ruido mediático. Quedan en el aire las denuncias, los gestos simbólicos y las promesas de cambio. También un signo alentador: el regreso de los espacios de discusión pública, que, pese a las tensiones, devolvieron al ciudadano la posibilidad de contrastar ideas. Ahora, el turno es del voto que pondrá fin a una campaña más beligerante en las pantallas que en las calles.