La confrontación vicepresidencial como antesala del debate presidencial: ¿estrategia o desgaste?


El duelo entre Lara y Velasco puso en evidencia la dinámica agresiva de las campañas; el debate presidencial, por su parte, ofreció espacios algo más técnicos, aunque la pugna retórica sigue siendo dominante. ¿Cuál de los formatos desbordó más las expectativas de los ciudadanos indecisos?

eju.tv / Videos: Red Uno

El primer debate vicepresidencial de Bolivia, celebrado el domingo en el Salón Sirionó de la Fexpocruz, pretendía dotar de sustancia al rol del vicepresidente en la próxima gestión. Sin embargo, el resultado fue una mezcla de escasas propuestas nuevas y abundantes ataques directos. Aunque ambos candidatos lanzaron ideas, gran parte del tiempo quedó consumido en duelos verbales, reproches y distracciones.



Las elecciones generales de Bolivia de 2025 han quedado marcadas por una coyuntura de altísima polarización, presión económica e incertidumbre institucional. Nadie tiene una ventaja clara de acuerdo con la encuesta dada a conocer hace dos semanas por la red Unitel. En este contexto, los debates son vistos como emplazamientos estratégicos para mostrar fortaleza simbólica, capacidad de discurso y control del guion político.

El debate vicepresidencial entre Edman Lara y Juan Pablo Velasco no fue simplemente una previa o complemento: en muchos sentidos, ofreció un laboratorio de estilo político, motivaciones simbólicas y desgaste mutuo. Pero el debate presidencial, con figuras de mayor peso simbólico y alcance como Jorge Tuto Quiroga y Rodrigo Paz Pereira, tiende a manejar temas de fondo en cuanto a economía, institucionalidad y seguridad, entre otros, de quienes se espera mayor concreción.

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El primer debate presidencial, organizado por el Tribunal Supremo Electoral (TSE) y fue emitido por varios medios nacionales, mostró que los candidatos optaron por la confrontación más que por las propuestas. Este contraste entre los dos niveles del debate – vicepresidencial y presidencial – es útil para evaluar la capacidad de las campañas para mantener coherencia, estructura y solvencia discursiva sin caer en el espectáculo. Aunque, según los analistas, el ejercicio de la pasada jornada fue más eso que un escenario de propuesta.

En teoría, el formato buscaba provocar un debate centrado en responsabilidades legislativas, gobernabilidad y transparencia.  El TSE había incluso impuesto normas para evitar agresiones personales: los contendientes tenían prohibido usar ‘lenguaje ofensivo, discriminatorio ni realizar ataques personales’. Pero esas reglas duraron lo que la cortesía política: las réplicas y dúplicas se convirtieron en terreno de confrontaciones directas, en especial con el tema latente de los polémicos tuits atribuidos a Velasco.

El formato del debate vicepresidencial contemplaba exposiciones con tiempos definidos – 2 minutos por candidato para exponer, luego réplicas de 30 segundos, dúplicas de un minuto –  sobre los ejes que son atribución de la figura vicepresidencial como cabeza de la Asamblea Legislativa Plurinacional (ALP). Esa estructuración hacía posible que los candidatos presentaran líneas directrices de política pública, frente al riesgo de que el espacio se convierta en un intercambio caótico.

No todo fue confrontación. En el apartado programático, Edman Lara intentó marcar algunos lineamientos con pretensiones ambiciosas, aunque con escasa elaboración. Por ejemplo, sentenció que la reforma de la Constitución Política del Estado (CPE) será una prioridad si llega al cargo, con el objetivo de “que se acabe la impunidad” para que “todos aquellos que le roban a esta patria sean sancionados con la pena máxima”. En el bloque de leyes prioritarias, Lara también habló de abrogar las denominadas leyes incendiarias.

En cuanto a la cuestión de la libertad de expresión frente al control mediático, Lara defendió: “le digo a la población que se garantiza la libertad de expresión”.  No obstante, la réplica de Velasco insistió en interrogar sobre las regulaciones a redes sociales: “ustedes propusieron regular las redes sociales, ¿cómo lo van a implementar?”, el aspirante remarcó que esa era un propueste hecha por Paz Pereira sobre todo por los ataques de los cuales es objeto Lara; sin embargo, este rechazó esa aseveración nuevamente.

Los candidatos se enfrascaron en ataques más que en propuestas. Foto: captura pantalla

Por su parte, Velasco tampoco se quedó sin respuestas políticas. En ciertos momentos presentó su visión de reformas constitucionales – aunque con poca concreción – sobre mecanismos o cronogramas. “Tenemos que generar 350.000 empleos en los próximos cinco años y sabemos cómo hacerlo. La única forma de crear empleo sano es fortaleciendo el sector privado”, aseguró. También planteó la necesidad de aprobar leyes de reactivación económica y seguridad jurídica, especialmente orientadas a impulsar al sistema financiero.

También, en ocasión de un intercambio picante con Lara, le dijo “no seas pajpaku”, lo que evidenció que tampoco evitó los dardos verbales. Un punto crítico: cuando Lara propuso transparentar el voto en la Asamblea Legislativa, Velasco objetó el mecanismo, lo que obligó a Lara a defender su planteamiento de reforma legislativa.  En otro momento, Lara dijo que no se cortará la subvención al combustible alegando “no es necesario, hay plata”. Esa afirmación desató escepticismo – ¿de dónde provendrán los recursos? – y dio pie a réplicas más que a consensos.

El debate fue también escenario del conflicto latente entre los candidatos. Antes del debate, Lara había exigido modificaciones al formato al TSE, incluyendo nuevos moderadores y más medios, como parte de su reclamo por mayor imparcialidad en la cobertura mediática.  Llegó al debate declarando: “Bolivia este domingo todos estaremos esperando… las disculpas públicas de Juan Velasco al pueblo boliviano, herido por su conducta racista y supremacista”.

Ese tema volteó sobre Velasco casi como una sombra permanente. En repetidas oportunidades, Lara instigó al contrincante a pedir perdón, mientras Velasco respondió con negaciones o evasivas. “No voy a pedir perdón por cosas que no hice”, fue la respuesta tajante; empero, el excapitán de Policía convirtió en una muletilla el pedido, ya que fue recurrente a lo largo del debate del TSE.  Esa pelea personal secuestró espacio que habría podido dedicarse al debate real de políticas públicas.

El debate vicepresidencial entre Lara y Velasco ofreció un vistazo a estilos futuros: Lara apostó por las acusaciones fuertes, demandas de disculpas públicas y reclamos históricos; Velasco optó por responder con retórica defensiva y apelaciones simbólicas. En contraste, en el debate presidencial los aspirantes estuvieron obligados a articular esquemas factibles (aunque a menudo vagos) sobre economía, gobernanza y control institucional.

Lara sonríe durante la exposición de Velasco. Foto: captura pantalla

Una de las claves estará en si las propuestas lanzadas en el debate presidencial podrán encajar con las voces vicepresidenciales o si emergen contradicciones. Por ejemplo, si Lara prometiera reformas constitucionales profundas, ¿cómo ajustará su discurso frente al programa de Rodrigo Paz? Si Velasco sostuvo reservas frente a ciertos mecanismos de transparencia, ¿cómo lo alinea con la agenda de Quiroga?

Para los votantes indecisos, estos debates funcionan como filtros: deciden si una candidatura es confiable, coherente, creíble. Si un debate termina más en espectáculo que en entendimiento, puede frustrar y alejar a los que buscan propuestas sólidas. En ese sentido, el debate presidencial tiene una oportunidad mayor de capturar la atención de esos votantes, siempre que las campañas sepan dosificar entre ataque y sustancia.