La posverdad y la nueva élite del relato político en Bolivia


En Bolivia, los relatos políticos ya no se diseñan con los estrategas de campaña, sino en radios, cuartos de streaming, redes sociales, televisión y los micrófonos de los opinadores.

En los últimos meses, se ha consolidado una estrategia de comunicación híbrida donde periodistas, panelistas, asesores políticos y opinadores actúan como amplificadores emocionales del discurso político. A través de la repetición constante de marcos narrativos, la mezcla de hechos reales con interpretaciones sesgadas y la apelación a emociones como el miedo, la ira o la identidad regional, se construyen relatos polarizadores que terminan favoreciendo a determinados candidatos o corrientes ideológicas.

Esta dinámica responde plenamente a la lógica de la posverdad, en la que lo emocional pesa más que lo factual. El periodismo ha dejado de informar para participar activamente en la disputa simbólica del poder o, en muchos casos, en la búsqueda de favores políticos y beneficios económicos.



Durante esta segunda vuelta electoral hemos presenciado más enfrentamientos entre medios que entre los propios actores políticos. Muchos periodistas, panelistas y politólogos han tomado partido abiertamente, dejando de lado el análisis profesional para exponer sus sesgos ideológicos, intereses corporativos e incluso prejuicios raciales. De esta manera, se han convertido en protagonistas del escenario político que deberían observar con distancia crítica.

La decadencia de ciertos comunicadores se refleja en su afán de protagonismo y conveniencia económica, más interesados en mantener visibilidad frente al poder que en fortalecer el debate democrático. Su objetivo no es informar ni analizar, sino posicionarse para obtener futuras pautas publicitarias o espacios de influencia.

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A la par, algunos viejos actores de la élite paceña que, pese a haber sido crítica del gobierno de Evo Morales, hoy intenta reinsertarse en la escena política adhiriéndose a nuevos liderazgos. Muchos de estos actores, vinculados a una izquierda que fracasó tanto frente al MAS como frente a la izquierda internacional, buscan reinvención y relevancia a través de discursos rebuscados, interpretaciones forzadas o lecturas raciales del conflicto político.

Estos analistas e intelectuales buscan colgarse del poder, intentando infiltrarse en nuevas estructuras políticas pero afectando negativamente a los candidatos. Su narrativa busca reacomodo más que transformación.

Frente a este fenómeno, se debe construir una corriente de opinión seria, coherente y con sustento, que enfrente el discurso de la posverdad con argumentos, evidencia y sentido de país. Si la política se deja absorber por la emoción y el relato impuesto desde los micrófonos, Bolivia seguirá atrapada en una guerra de percepciones, donde la verdad no importa y el poder se mide por quién grita más fuerte.

Arturo Mendivil

Abogado & Asesor Político